Hoy comenzaba en Donosti una reunión de los ministros de Industria, Ciencia e Innovación de la Comunidad Europea. Hay que agradecer a la ministra Cristina Garmendia las gestiones para que esta Cumbre Europea de la Competitividad se celebre en nuestra ciudad, que es la suya. Es una confirmación más del camino elegido por nuestras instituciones para convertir Gipuzkoa en un territorio referente en Ciencia e Innovación Tecnológica: los Parques empresariales de Zuatzu y Miramón en Donosti, el Polo Garaia en Arrasate, el CIC Nanogune, el Donostia International Physics Center, ... son las muestras palpables de una correcta política de subvenciones (no siempre van a ser varapalos a la clase política, "al César lo que es del César"). Los eventos se repartirán entre el Kursaal, Tabakalera y Palacio Miramar. Me interesa la Ciencia como motor del desarrollo tecnológico que nos permita llevar una vida más cómoda y placentera, y por ende desde la perspectiva del mundo de las ideas.
La relación entre Ciencia y Filosofía siempre ha sido más estrecha de lo que comúnmente se piensa. Hace unos años, el científico Stephen Hawkings, a la pregunta de cómo veía la relación entre filosofía y ciencia en la actualidad, contestaba lo siguiente: "Ahora los filósofos sólo se dedican al lenguaje y los científicos tenemos que ocupar el lugar que han dejado vacante". No le falta razón al sabio inglés. En la Grecia antigua, los filósofos fueron los primeros científicos, mientras que hoy en día se ha invertido la situación y los científicos son los nuevos filósofos.
Los avances tecnológicos que han derivado en cambios en nuestro entorno físico, a largo plazo tienen tanta o más importancia desde el punto de vista de los cambios culturales que conllevan. La Historia de la Técnica forma parte de la Historia de la Cultura humana, y su evolución y desarrollo durante los últimos mil años, ha modificado y alterado las bases materiales y culturales de la civilización occidental.
Los historiadores han datado tradicionalmente el inicio de la sociedad moderna a partir de la invención de la máquina de vapor de Watt, así como con la automatización de los telares que dieron origen a la primera industria textil, que se plasmó en la denominada Revolución industrial del siglo XVIII.
Pero la realidad es que la máquina se había estado desarrollando sin interrupción desde al menos siete siglos antes, ligada a un cambio de mentalidad que hacía posible su transformación. No se trata sólamente de que aparezcan nuevos instrumentos mecánicos, sino de que previamente haya una cultura dispuesta a aprovecharse de ellos y utilizarlos.Un claro ejemplo lo tenemos en estos días. La última jornada de la citada reunión europea de San Sebastián va a estar dedicada en exclusiva al coche eléctrico. La necesidad tecnológica de su desarrollo viene motivada por una necesidad cultural previa, ligada al cambio climático y a la creciente concienciación ecológica de nuestra sociedad.
Herramientas y máquinas se han ido desarrollando a lo largo de los siglos con el fin de convertir la energía, realizar un trabajo, incrementar las capacidades mecánicas o sensoriales del cuerpo humano o medir y ordenar los procesos de la vida. Las primeras máquinas tuvieron una influencia extraordinaria en el cambio de los conceptos de espacio y tiempo, sólo comparable a la ejercida en dichas ideas por la Teoría de la Relatividad de Einstein. La aplicación de métodos cuantitativos al estudio de la naturaleza tuvo su primera expresión en la medida regular del tiempo, y su visión mecánica surgiría de la necesidad de medirlo en los monasterios. La creencia de los escolásticos en un mundo ordenado por Dios dio origen, por tanto, a uno de los fundamentos de la Física moderna. Pero no sólo esa fue la motivación, sino también la propia estructura jerárquica de la Iglesia exigía un ordenamiento del tiempo. El reloj y no la máquina de vapor es la verdadera máquina-clave de la moderna edad industrial. Tenemos por tanto el concepto de tiempo como motor de motivación del desarrollo tecnológico. Una imagen del reloj más famoso del mundo, el reloj astronómico medieval de Praga.El otro concepto motor esencial es el espacio (distancia y movimiento). En la Edad Media las relaciones espaciales se organizaban mediente símbolos y valores. El objeto más alto de las ciudades era la aguja de la torre de la iglesia, que dominaba todos lo edificios menores, de la misma forma que la Iglesia como institución dominaba sus esperanzas y temores. El tamaño también era un signo de importancia. El artista medieval representa los personajes de un cuadro en el mismo plano visual con diferentes tamaños en función de su importancia. El interés por la perspectiva en las obras pictóricas cambió el concepto de espacio a partir del siglo XIV. La dimensión ya no significa importancia, sino distancia. También los cartógrafos van evolucionando en el mismo sentido y sobre estas bases surge el interés por el espacio como tal, por el movimiento y la locomoción. De este interés surgirán la brújula, el astrolabio o el timón. Así quedarán unidos los conceptos de espacio y tiempo, hasta entonces disociados, aunque es de resaltar que una idea exacta de la aceleración, que forma parte de nuestra experiencia mecánica diaria, no fue formulada hasta el siglo XVIII.Por otro lado, el desarrollo del capitalismo traería nuevos hábitos de abstracción y cálculo a las vidas de los hombres de las ciudades, llevando a la gente de lo tangible a lo intangible. Karl Marx lo resumió admirablemente: "Como el dinero no revela lo que ha sido transformado en él, todo, sea una mercancía o no, es convertible en oro. Todo se hace susceptible de compra-venta..... Pero el mismo dinero es una mercancía, un objeto externo, capaz de convertirse en propiedad particular de un individuo. Así el poder social se convierte en poder particular en manos de una persona particular".
El cambio en el pensamiento es de órdago. El poder se busca mediante abstracciones. El tiempo es dinero; el dinero, poder; el poder exige el incremento del comercio y la producción; la producción ya no busca sólo satisfacer las necesidades cercanas sino que busca mercados lejanos en aras de obtener mayores beneficios; para lo que son necesarias guerras y conquistas en el extranjero, minas, empresas productivas, ... ; más dinero y más poder. El beneficio motiva la creación de nuevas máquinas que aceleren la producción.En definitiva, creo que he dejado claro que ciencia, tecnología y pensamiento están indefectiblemente unidos a lo largo de la historia de la humanidad y que como ya dijera el filósofo renacentista Francis Bacon, "el uso de la historia de la mecánica es entre todos los otros el más radical y fundamental con relación a la filosofía natural; aquella filosofía natural que no se desvanecerá en el humo de la especulación sutil, sublime o deleitable, sino la que será operativa en ventaja y beneficio de la vida del hombre". Dixit.
Comentarios
Publicar un comentario