Quizá sea la fecha con la virgen de Agosto, en la que más poblaciones de la península coinciden en celebrar sus fiestas. También en Tolosa celebramos nuestras fiestas patronales.
Su elección, como casi todo en esta vida, no es aleatoria y no es casualidad que el santo bautista congregue a tal legión de seguidores.La fiesta es muy anterior a la cristianización y su celebración se extiende por todo el mundo. Hay romances castellanos que cantan que la celebraban tanto moros como cristianos.
Una de las razones del éxito en la expansión del cristianismo, fue precisamente que supo englobar y reconvertir las tradiciones anteriores dotándolas de un carácter divino que todavía las hacía más atractivas a los ojos de los mortales.
Aunque no exactamente en la fecha, coincide con el solsticio de verano, el día más largo del año, o la noche más corta, que en el hemisferio Norte, astronómicamente, se da el día 21 de junio.La costumbre de encender hogueras responde a la adoración de nuestros ancestros por el Sol, y su representación en la Tierra, el Fuego.Mirando alrededor hacia nuestros montes veremos halos de humo junto a los caseríos, que mantienen la costumbre de prender las fogatas en la noche mágica.
La fecha además, coincide con uno de los momentos más importantes del año para las sociedades campesinas que nos precedieron, el inicio de la recolección de las cosechas.También las fechas de finalización de estas labores se eligen en muchas poblaciones españolas como fiestas patronales.
San Juan es la única fecha del santoral cristiano en la que se elige el día del nacimiento del homenajeado y no el de su muerte.Aúna dos elementos aparentemente distanciados o antígonos, como el agua y el fuego, pero no tan diferentes.El agua, el bautismo en el cristianismo, tiene un sentido purificador, de limpieza, de la misma forma que el fuego y la hoguera de San Juan limpian y purifican a aquellos que la saltan o danzan a su alrededor.
La foto, correspondiente a la fogata oficial de Tolosa, en la Plaza de Santa María, es de El Diario Vasco.La curación de enfermedades (como la sarna o la tiña), la preservación de los maleficios de las brujas o sus conjuros, de animales dañinos... están ligadas de la misma forma al fuego (la hoguera), que a algunas fuentes dedicadas al santo (San Juan de Hernio y otros manantiales)
Por otra parte, el fuego visto como luz, como el Sol en la Tierra, y el agua, son elementos imprescindibles para la buena fructificación de las cosechas.
Hoy en día, el agua está también presente en nuestras fiestas, aunque con un sentido muy diferente, en las regatas de bateles con el recuperado recorrido tradicional tras la construcción de la presa hinchable.Un tercer elemento que se integra en la fiesta de San Juan es el vegetal.
La costumbre de colocar ramas en las casas como adorno está extendida por el País Vasco y ligada a esta festividad.
Ramas de espino blanco, de chopo o de fresno adornan las fachadas de las casas y según recoge Julio Caro Baroja, preservan de las tempestades.Siguiendo al sabio beratarra, otro elemento propio de los sanjuanes tolosarras y de otras localidades vascas lo constituyen las danzas, mascaradas y alardes de carácter bélico que jalonan sus celebraciones.
Nos recuerda que en Irún, Lesaka o Zugarramurdi hasta comienzos del siglo XVII, comparsas de moros y cristianos asistían a la misa del día de San Juan, y se incensaba a los reyes de ambos bandos.
En Tolosa se baila por veinticuatro jóvenes una danza de bordones ("Bordondantza"), a la cabeza de la cual cuatro de ellos llevan a modo de alabardas y un pregonero portador de una espada desenvainada, cubierta de claveles y rosas.
Es general la creencia de que el baile conmemora la victoria sobre los navarros en la batalla de Beotíbar (septiembre de 1321).El cercano alarde de San Marcial de Irún también conmemora la derrota de los navarros en la batalla del mismo nombre (30 de junio de 1522) en su último intento por recuperar su reino con la ayuda francesa, previa al famoso espisodio de Amaiur, último bastión de la independencia navarra.
¡Cómo cambian los tiempos y las motivaciones!
Coincide no obstante don Julio con otros autores al señalar que tales explicaciones históricas no se hallan de acuerdo con la difusión alcanzada por tales comparsas y que "durante mucho tiempo la fiesta de San Juan fue considerada no sólo como preservadora contra toda clase de males naturales y prenaturales, sino también una fiesta bélica, en la que se hacía (quién sabe por qué causas mágico-religiosas) el recuento de las fuerzas armadas en muchas localidades".El alarde de Tolosa que ha llegado hasta nuestros días con renovada fuerza, después de años de languidecer, responde a este sentido de revista de armas periódica dentro de la foralidad vasca, que normalmente se realizaba coincidiendo con las fiestas, no sólo en San Juan, sino como nos cuenta Gorosábel y ya reflejé en la entrada que dediqué hace un año a los alardes, por Corpus Christhi y San Roque.Como vemos, todas estas manifestaciones han llegado hasta nuestros días en Tolosa, y por la fuerza que van cogiendo en los últimos años, parece que para quedarse durante muchos más.
Su elección, como casi todo en esta vida, no es aleatoria y no es casualidad que el santo bautista congregue a tal legión de seguidores.La fiesta es muy anterior a la cristianización y su celebración se extiende por todo el mundo. Hay romances castellanos que cantan que la celebraban tanto moros como cristianos.
Una de las razones del éxito en la expansión del cristianismo, fue precisamente que supo englobar y reconvertir las tradiciones anteriores dotándolas de un carácter divino que todavía las hacía más atractivas a los ojos de los mortales.
Aunque no exactamente en la fecha, coincide con el solsticio de verano, el día más largo del año, o la noche más corta, que en el hemisferio Norte, astronómicamente, se da el día 21 de junio.La costumbre de encender hogueras responde a la adoración de nuestros ancestros por el Sol, y su representación en la Tierra, el Fuego.Mirando alrededor hacia nuestros montes veremos halos de humo junto a los caseríos, que mantienen la costumbre de prender las fogatas en la noche mágica.
La fecha además, coincide con uno de los momentos más importantes del año para las sociedades campesinas que nos precedieron, el inicio de la recolección de las cosechas.También las fechas de finalización de estas labores se eligen en muchas poblaciones españolas como fiestas patronales.
San Juan es la única fecha del santoral cristiano en la que se elige el día del nacimiento del homenajeado y no el de su muerte.Aúna dos elementos aparentemente distanciados o antígonos, como el agua y el fuego, pero no tan diferentes.El agua, el bautismo en el cristianismo, tiene un sentido purificador, de limpieza, de la misma forma que el fuego y la hoguera de San Juan limpian y purifican a aquellos que la saltan o danzan a su alrededor.
La foto, correspondiente a la fogata oficial de Tolosa, en la Plaza de Santa María, es de El Diario Vasco.La curación de enfermedades (como la sarna o la tiña), la preservación de los maleficios de las brujas o sus conjuros, de animales dañinos... están ligadas de la misma forma al fuego (la hoguera), que a algunas fuentes dedicadas al santo (San Juan de Hernio y otros manantiales)
Por otra parte, el fuego visto como luz, como el Sol en la Tierra, y el agua, son elementos imprescindibles para la buena fructificación de las cosechas.
Hoy en día, el agua está también presente en nuestras fiestas, aunque con un sentido muy diferente, en las regatas de bateles con el recuperado recorrido tradicional tras la construcción de la presa hinchable.Un tercer elemento que se integra en la fiesta de San Juan es el vegetal.
La costumbre de colocar ramas en las casas como adorno está extendida por el País Vasco y ligada a esta festividad.
Ramas de espino blanco, de chopo o de fresno adornan las fachadas de las casas y según recoge Julio Caro Baroja, preservan de las tempestades.Siguiendo al sabio beratarra, otro elemento propio de los sanjuanes tolosarras y de otras localidades vascas lo constituyen las danzas, mascaradas y alardes de carácter bélico que jalonan sus celebraciones.
Nos recuerda que en Irún, Lesaka o Zugarramurdi hasta comienzos del siglo XVII, comparsas de moros y cristianos asistían a la misa del día de San Juan, y se incensaba a los reyes de ambos bandos.
En Tolosa se baila por veinticuatro jóvenes una danza de bordones ("Bordondantza"), a la cabeza de la cual cuatro de ellos llevan a modo de alabardas y un pregonero portador de una espada desenvainada, cubierta de claveles y rosas.
Es general la creencia de que el baile conmemora la victoria sobre los navarros en la batalla de Beotíbar (septiembre de 1321).El cercano alarde de San Marcial de Irún también conmemora la derrota de los navarros en la batalla del mismo nombre (30 de junio de 1522) en su último intento por recuperar su reino con la ayuda francesa, previa al famoso espisodio de Amaiur, último bastión de la independencia navarra.
¡Cómo cambian los tiempos y las motivaciones!
Coincide no obstante don Julio con otros autores al señalar que tales explicaciones históricas no se hallan de acuerdo con la difusión alcanzada por tales comparsas y que "durante mucho tiempo la fiesta de San Juan fue considerada no sólo como preservadora contra toda clase de males naturales y prenaturales, sino también una fiesta bélica, en la que se hacía (quién sabe por qué causas mágico-religiosas) el recuento de las fuerzas armadas en muchas localidades".El alarde de Tolosa que ha llegado hasta nuestros días con renovada fuerza, después de años de languidecer, responde a este sentido de revista de armas periódica dentro de la foralidad vasca, que normalmente se realizaba coincidiendo con las fiestas, no sólo en San Juan, sino como nos cuenta Gorosábel y ya reflejé en la entrada que dediqué hace un año a los alardes, por Corpus Christhi y San Roque.Como vemos, todas estas manifestaciones han llegado hasta nuestros días en Tolosa, y por la fuerza que van cogiendo en los últimos años, parece que para quedarse durante muchos más.
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