Buscando otros documentos que no vienen al caso, cae en mis manos una provisión datada el 22 de diciembre de 1780 en la que se certifica que la provincia de Gipuzkoa, representada por su diputado general entonces, Don Antonio de Leturiondo, y el secretario de las Juntas Generales y de la Diputación, Don Domingo Ignacio de Egaña, no se excedió en la regulación del uso de oro y plata en la confección de los trajes, contraviniendo la legislación del Reino al respecto.
Domingo Ignacio de Egaña es conocido además por ser autor de "El guipuzcoano instruido" (1780)
Desde los siglos XVI y XVII existía una tradición expresada en diversas pragmáticas que regulaban y limitaban los materiales a utilizar en la confección de los trajes, con el fin de promover la uniformidad y evitar excesivas diferencias entre los de una y otra clase social.
Domingo Ignacio de Egaña es conocido además por ser autor de "El guipuzcoano instruido" (1780)
Desde los siglos XVI y XVII existía una tradición expresada en diversas pragmáticas que regulaban y limitaban los materiales a utilizar en la confección de los trajes, con el fin de promover la uniformidad y evitar excesivas diferencias entre los de una y otra clase social.
No obstante, nobles, cortesanos y clases medias, destinatarios de las leyes en cuestión, intentaban evitarlas y escabullirse de la engañosa igualdad en el vestir que promulgaban.
El citado documento por el que la Diputación se justifica, tiene su origen en la Matxinada de 1766, cuyo foco estuvo centralizado en Azpeitia y Azkoitia, cuna y residencia por otra parte de los conocidos como "Caballeritos de Azkoitia", fundadores de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.
Tres de su más significados miembros, el Conde de Peñaflorida, el Marqués de Narros y Manuel Ignacio de Altuna (el amigo de Rousseau), además del entonces alcalde de San Sebastián, Don Manuel Antonio de Arriola y Corral, dirigieron una solicitud a la Diputación para que endureciese la vigilancia de las normas que, reconocidas por el fuero guipuzcoano, limitaban el uso de oro y plata en la confección de trajes.
Transcribo parte de la resolución a la que se refiere el legislador y de la que se queja no haya tenido el suficiente efecto:
El objetivo no era sólo evitar una diferenciación de la nobleza por sus ricas vestimentas, sino de alguna manera, evitar el endeudamiento de la población ( las clases emergentes por emular e igualarse a los nobles y éstos con el fin de no perder su status superior
El lujo fue identificándose así como una mala práctica social, que dañaba principalmente a la nobleza, y justificación para quienes querían mantener el status quo y oponerse a quienes no veían un peligro en la proliferación del exceso del gasto que conllevaba.
La Diputación, tras la machinada, acepta la propuesta y endurece las penas, aunque la contestación a la resolución adoptada sería recurrente en los años siguientes, lo que provocaría su ratificación mediante la provisión real que constituye el documento al que me refería al inicio de esta entrada, fechada catorce años después y que pretende acabar con la polémica creada.
En cuanto a la posición de los caballeros ilustrados de la Bascongada, sus ideas van evolucionando de acuerdo a las nuevas posiciones que se van abriendo paso en Europa.
Partiendo de su apoyo a las medidas restrictivas formuladas por la normativa antisuntuosidad, su visión de la incipiente economía industrial que iba ganando peso a la agrícola, va cambiando su valoración sobre el lujo.
Un punto de inflexión supone la publicación en 1776 de una versión resumida en los Extractos de la Bascongada, del "Discurso sobre el lujo" del amigo vizcaíno Manuel María de Aguirre.
Siguiendo los postulados de pensadores de la época como David Hume, y su visión hedonista de la naturaleza humana, todo cuanto el individuo pueda hacer para una mayor gratificación de sus sentidos es útil, y por tanto, el lujo en tanto en cuanto facilita el disfrute de los placeres de la existencia, es una pasión imprescindible para todo ser humano.
Para el filósofo escocés, no es correcto condenar el lujo en cuanto tal, pues sólo su práctica corrupta o excesiva es dañosa para el bien común. Cultivado con mesura favorece, por constituir señal clara de
bienestar o prosperidad material, la felicidad general de la sociedad en que surge.
Para garantizar el incremento de la industria y la producción de artículos que faciliten el acceso al lujo, hay que estimular el gasto y éste favorece el empleo, con lo que desde la visión de Aguirre, el lujo se convierte en el instrumento más eficaz para combatir la desigualdad y el injusto reparto de del poder y la riqueza.
La defensa del lujo involucró a la Sociedad Bascongada por primera vez en un expediente abierto por la Inquisición (1776).
Al hilo de ello, es conocida por otra parte, la opinión que de la Sociedad Bascongada de Amigos del País y de sus investigaciones e ideas tuvieron después autores de tan vasta erudición como conservadoras ideas, tal que el santanderino Marcelino Menéndez Pelayo, plasmadas en su "Historia de los Heterodoxos Españoles".
También a nivel político tuvo repercusiones el escrito de Aguirre, pues motivó la censura de las instituciones forales en tanto que contrariaba el espíritu de las leyes suntuarias, como la referida al inicio de esta entrada, y fomentaba su incumplimiento.
Como vemos, la situación no ha cambiado tanto después de casi 250 años. Para salir de la crisis, escuchamos por doquier que el consumo de bienes innecesarios en sí, pero que facilitan una vida más llevadera y agradable (en teoría), promueve la producción industrial, y ésta por ende, la creación de empleo, etc., etc, etc.
Tres de su más significados miembros, el Conde de Peñaflorida, el Marqués de Narros y Manuel Ignacio de Altuna (el amigo de Rousseau), además del entonces alcalde de San Sebastián, Don Manuel Antonio de Arriola y Corral, dirigieron una solicitud a la Diputación para que endureciese la vigilancia de las normas que, reconocidas por el fuero guipuzcoano, limitaban el uso de oro y plata en la confección de trajes.
Palacio Insausti (Azkoitia) |
"Admitiendo, como merece el loable efecto del amor de estos caballeros al bien común del País, he resuelto, que ninguna persona de uno ni otro sexo, por de carácter o dignidad que sea, hallándose domiciliada en mi Distrito, use de Vestido alguno que tenga Galón, botón, tejido u otra especie de hilo de oro o plata, desde el día veinticuatro del mes de junio próximo venidero"Como hemos dicho, todas las administraciones europeas del momento, no sólo la española, regulaban normativamente el gasto en la confección de los trajes.
El objetivo no era sólo evitar una diferenciación de la nobleza por sus ricas vestimentas, sino de alguna manera, evitar el endeudamiento de la población ( las clases emergentes por emular e igualarse a los nobles y éstos con el fin de no perder su status superior
El lujo fue identificándose así como una mala práctica social, que dañaba principalmente a la nobleza, y justificación para quienes querían mantener el status quo y oponerse a quienes no veían un peligro en la proliferación del exceso del gasto que conllevaba.
La Diputación, tras la machinada, acepta la propuesta y endurece las penas, aunque la contestación a la resolución adoptada sería recurrente en los años siguientes, lo que provocaría su ratificación mediante la provisión real que constituye el documento al que me refería al inicio de esta entrada, fechada catorce años después y que pretende acabar con la polémica creada.
En cuanto a la posición de los caballeros ilustrados de la Bascongada, sus ideas van evolucionando de acuerdo a las nuevas posiciones que se van abriendo paso en Europa.
Partiendo de su apoyo a las medidas restrictivas formuladas por la normativa antisuntuosidad, su visión de la incipiente economía industrial que iba ganando peso a la agrícola, va cambiando su valoración sobre el lujo.
Un punto de inflexión supone la publicación en 1776 de una versión resumida en los Extractos de la Bascongada, del "Discurso sobre el lujo" del amigo vizcaíno Manuel María de Aguirre.
Siguiendo los postulados de pensadores de la época como David Hume, y su visión hedonista de la naturaleza humana, todo cuanto el individuo pueda hacer para una mayor gratificación de sus sentidos es útil, y por tanto, el lujo en tanto en cuanto facilita el disfrute de los placeres de la existencia, es una pasión imprescindible para todo ser humano.
David Hume |
bienestar o prosperidad material, la felicidad general de la sociedad en que surge.
Para garantizar el incremento de la industria y la producción de artículos que faciliten el acceso al lujo, hay que estimular el gasto y éste favorece el empleo, con lo que desde la visión de Aguirre, el lujo se convierte en el instrumento más eficaz para combatir la desigualdad y el injusto reparto de del poder y la riqueza.
La defensa del lujo involucró a la Sociedad Bascongada por primera vez en un expediente abierto por la Inquisición (1776).
Al hilo de ello, es conocida por otra parte, la opinión que de la Sociedad Bascongada de Amigos del País y de sus investigaciones e ideas tuvieron después autores de tan vasta erudición como conservadoras ideas, tal que el santanderino Marcelino Menéndez Pelayo, plasmadas en su "Historia de los Heterodoxos Españoles".
También a nivel político tuvo repercusiones el escrito de Aguirre, pues motivó la censura de las instituciones forales en tanto que contrariaba el espíritu de las leyes suntuarias, como la referida al inicio de esta entrada, y fomentaba su incumplimiento.
Como vemos, la situación no ha cambiado tanto después de casi 250 años. Para salir de la crisis, escuchamos por doquier que el consumo de bienes innecesarios en sí, pero que facilitan una vida más llevadera y agradable (en teoría), promueve la producción industrial, y ésta por ende, la creación de empleo, etc., etc, etc.
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