Además de la playa y el espectacular paseo hasta Getaria por el borde del mar Cantábrico, Zarautz, como cualquier otra localidad de nuestra abrupta geografía, tiene la posibilidad de realizar excursiones montañeras.
En este caso, me dirijo a una de las dos pequeñas cimas que parecen acoger a la localidad en su regazo.
Si nos ponemos de espaldas al mar, y como guardianas del parque natural de Pagoeta, se erigen estas cumbres que se alzan ante nuestros ojos. Indamendi es la de más altura a nuestra derecha.
La línea de mar de Zarautz ha cambiado mucho en los últimos 50 años. Imágenes como ésta de 1963, perteneciente al Fondo Marín de la Fototeca Kutxa (GureGipuzkoa.net) así lo atestiguan.
Los mayores desmanes arquitectónicos de nuestro entorno se dieron en la década de los años 70 del pasado siglo. Para conocer de forma completa cómo era antes Zarautz, clikar en este enlace.
Zarautz no fue una excepción y aunque alguna preclara mente concejil de la época, en contra de las modas al uso, evitó al menos que los edificios tuviesen en su mayoría más de 4 alturas (si exceptuamos el horrendo Euromar y el barrio de Vista Alegre) es una pena al pasear por el magnífico malecón playero detener nuestra vista en los horribles edificios de apartamentos que lo jalonan (salvo honrosas y escasas excepciones de construcción posterior).
No obstante la naturaleza ayuda a mitigar el daño infringido y el omnipresente "Ratón de Getaria" alegra y embellece la imagen de postal.
Tras la pataleta que no he podido evitar, comenzamos nuestra ruta. Atravesando el moderno barrio de Salbide, pasamos por debajo de la vía de Eusko Tren y de la Autopista A-8 para dirigirnos hacia el cementerio de la localidad.
Como en otros municipios de nuestra zona, éste se encuentra situado en un punto alto. Es curioso que la mayoría de nuestros camposantos se alcen en sitios con buenas vistas, como si quisiéramos preservar para nuestros restos emplazamientos desde los que poder contemplar los lugares por los que hemos transitado durante nuestras vidas. Quizá se deba a querer acortar el tránsito hacia el cielo o simplemente a que en nuestros pueblos en cuanto das dos pasos, empiezas a ascender irremediablemente.
A la derecha del cementerio parte una pista asfaltada marcada como GR y PR (rojo, amarillo y blanco) que va ascendiendo suavemente entre villas y caseríos.
En el primer cruce cogemos el camino de la derecha siguiendo el GR y a los 35' de haber salido de Zarautz, alcanzaremos la pequeña ermita de San Blas.
Como en muchas otras con abvocación al santo que cura los dolores de garganta y catarros, los habitantes de la zona acuden en romería a la misma el 3 de febrero.
En su interior, una curiosa cruz de San Andrés de piedra, santo que también da nombre al pequeño humilladero.
Junto a la ermita, el mojón en el punto donde confluyen los términos municipales de Zarautz, Getaria y Aia.
En unos escasos metros, llegamos a una triple bifurcación. Siguiendo el GR por la vía de en medio escogeríamos el camino más corto, pero decido ir por la izquierda, por el marcado como PR (amarillo y blanco para pasar por el barrio aiatarra de Elkano, topónimo de la zona famoso por el apellido del universal marino de la cercana Getaria.
El camino parece que desciende unos metros para nuevamente hacerse más empinado hasta alcanzar el citado enclave rural.
Antes habremos pasado algunas laderas en las que empezaremos a ver el cultivo más afamado de esta zona costera: las viñas emparradas de Txakoli de Getaria.
Aunque este vino se ha cultivado históricamente en otras partes del norte peninsular, es de recibo reconocer que todo el esfuerzo de divulgación y mejora de los caldos emprendidos en las últimas décadas por la denominación de origen guipuzcoana, le legitima para reclamar la especificidad de la denominación, más allá de advenedizos que tratan de aprovecharse del ímprobo trabajo de los productores de esta zona.
Todavía recuerdo los carteles que en los años 70 durante mis primeros veraneos en Zarautz, llamaban la atención en las puertas de los bares, como el viejo y entonces afamado Clery: "Hay chacolí".
Entonces se trataba de un vino de escasa calidad y nombre, bastante ácido y se servía tanto blanco como tinto, variedad hoy prácticamente desaparecida. El vino que hoy en día ampara la denominación de origen no tiene en común con aquél mucho más que el nombre.
Entre estos y otros pensamientos llegamos a otra ermita, esta vez de mayores dimensiones que la anterior y de una belleza mucho más clásica (55').
Se trata de la ermita fortificada de San Pedro, de estilo gótico y con sus troneras y torre almenada que le confieren ese aspecto defensivo que la caracteriza.
Tras una breve visita al templo, retomamos nuestra ruta y a la derecha por la carretera seguimos el PR hasta a los 10 minutos encontrarnos con una nueva ermita, esta vez dedicada a venerar a la Santa Cruz.
En este punto abandonamos el asfalto y cogemos el camino que junto al templo nos indica nuestro objetivo, Indamendi.
Al poco tiempo y tras continuar la senda de la derecha, llega la parte más dura de la ascensión, aunque tampoco es excesivamente larga y hasta ahora prácticamente nos habíamos dado un paseo, por lo que en algún momento teníamos que sudar un poco.
A la hora y veinticinco minutos aproximadamente de nuestra partida, llegamos a la cima (460 m.), coronada por una cruz de piedra en cuya base descansa un buzón con forma de hongo.
Las vistas de la costa desde la cumbre son impresionantes, abarcando buena parte del litoral guipuzcoano, pero el día, con las nubes costeras frenadas por la cumbre, nos impiden ver mucho más allá de nuestros pies.
Aunque mi intención inicial era atravesar el portillo que queda al lado contrario para acceder a la cercana y gemela cumbre de Txatxarro (459 m.), y haber descendido por la zona de Urdaneta hasta Zarautz, en vista del mal tiempo lo dejo para mejor ocasión y me prometo volver en estos días para admirar y hacer alguna foto de las hoy fallidas vistas.
No obstante, al mal tiempo, buena cara. No he tenido que echar de menos la olvidada cámara de fotos. Todas las imágenes que ilustran esta entrada las he tenido que sacar con el móvil. Perdida algo de altura, y una vez salimos de la niebla, podemos apreciar parte de los paisajes perdidos en la cima.
Desando el camino hasta la ermita de la Santa Cruz y esta vez sigo la carretera por la izquierda para llegar hasta la de San Blas y volver desde allí a Zarautz.
Bien podíamos haber denominado a este trayecto, "Ruta de las ermitas".
En este caso, me dirijo a una de las dos pequeñas cimas que parecen acoger a la localidad en su regazo.
Si nos ponemos de espaldas al mar, y como guardianas del parque natural de Pagoeta, se erigen estas cumbres que se alzan ante nuestros ojos. Indamendi es la de más altura a nuestra derecha.
La línea de mar de Zarautz ha cambiado mucho en los últimos 50 años. Imágenes como ésta de 1963, perteneciente al Fondo Marín de la Fototeca Kutxa (GureGipuzkoa.net) así lo atestiguan.
Los mayores desmanes arquitectónicos de nuestro entorno se dieron en la década de los años 70 del pasado siglo. Para conocer de forma completa cómo era antes Zarautz, clikar en este enlace.
Zarautz no fue una excepción y aunque alguna preclara mente concejil de la época, en contra de las modas al uso, evitó al menos que los edificios tuviesen en su mayoría más de 4 alturas (si exceptuamos el horrendo Euromar y el barrio de Vista Alegre) es una pena al pasear por el magnífico malecón playero detener nuestra vista en los horribles edificios de apartamentos que lo jalonan (salvo honrosas y escasas excepciones de construcción posterior).
No obstante la naturaleza ayuda a mitigar el daño infringido y el omnipresente "Ratón de Getaria" alegra y embellece la imagen de postal.
Tras la pataleta que no he podido evitar, comenzamos nuestra ruta. Atravesando el moderno barrio de Salbide, pasamos por debajo de la vía de Eusko Tren y de la Autopista A-8 para dirigirnos hacia el cementerio de la localidad.
Como en otros municipios de nuestra zona, éste se encuentra situado en un punto alto. Es curioso que la mayoría de nuestros camposantos se alcen en sitios con buenas vistas, como si quisiéramos preservar para nuestros restos emplazamientos desde los que poder contemplar los lugares por los que hemos transitado durante nuestras vidas. Quizá se deba a querer acortar el tránsito hacia el cielo o simplemente a que en nuestros pueblos en cuanto das dos pasos, empiezas a ascender irremediablemente.
A la derecha del cementerio parte una pista asfaltada marcada como GR y PR (rojo, amarillo y blanco) que va ascendiendo suavemente entre villas y caseríos.
En el primer cruce cogemos el camino de la derecha siguiendo el GR y a los 35' de haber salido de Zarautz, alcanzaremos la pequeña ermita de San Blas.
Como en muchas otras con abvocación al santo que cura los dolores de garganta y catarros, los habitantes de la zona acuden en romería a la misma el 3 de febrero.
En su interior, una curiosa cruz de San Andrés de piedra, santo que también da nombre al pequeño humilladero.
Junto a la ermita, el mojón en el punto donde confluyen los términos municipales de Zarautz, Getaria y Aia.
En unos escasos metros, llegamos a una triple bifurcación. Siguiendo el GR por la vía de en medio escogeríamos el camino más corto, pero decido ir por la izquierda, por el marcado como PR (amarillo y blanco para pasar por el barrio aiatarra de Elkano, topónimo de la zona famoso por el apellido del universal marino de la cercana Getaria.
El camino parece que desciende unos metros para nuevamente hacerse más empinado hasta alcanzar el citado enclave rural.
Antes habremos pasado algunas laderas en las que empezaremos a ver el cultivo más afamado de esta zona costera: las viñas emparradas de Txakoli de Getaria.
Aunque este vino se ha cultivado históricamente en otras partes del norte peninsular, es de recibo reconocer que todo el esfuerzo de divulgación y mejora de los caldos emprendidos en las últimas décadas por la denominación de origen guipuzcoana, le legitima para reclamar la especificidad de la denominación, más allá de advenedizos que tratan de aprovecharse del ímprobo trabajo de los productores de esta zona.
Todavía recuerdo los carteles que en los años 70 durante mis primeros veraneos en Zarautz, llamaban la atención en las puertas de los bares, como el viejo y entonces afamado Clery: "Hay chacolí".
Entonces se trataba de un vino de escasa calidad y nombre, bastante ácido y se servía tanto blanco como tinto, variedad hoy prácticamente desaparecida. El vino que hoy en día ampara la denominación de origen no tiene en común con aquél mucho más que el nombre.
Entre estos y otros pensamientos llegamos a otra ermita, esta vez de mayores dimensiones que la anterior y de una belleza mucho más clásica (55').
Se trata de la ermita fortificada de San Pedro, de estilo gótico y con sus troneras y torre almenada que le confieren ese aspecto defensivo que la caracteriza.
Tras una breve visita al templo, retomamos nuestra ruta y a la derecha por la carretera seguimos el PR hasta a los 10 minutos encontrarnos con una nueva ermita, esta vez dedicada a venerar a la Santa Cruz.
En este punto abandonamos el asfalto y cogemos el camino que junto al templo nos indica nuestro objetivo, Indamendi.
Al poco tiempo y tras continuar la senda de la derecha, llega la parte más dura de la ascensión, aunque tampoco es excesivamente larga y hasta ahora prácticamente nos habíamos dado un paseo, por lo que en algún momento teníamos que sudar un poco.
A la hora y veinticinco minutos aproximadamente de nuestra partida, llegamos a la cima (460 m.), coronada por una cruz de piedra en cuya base descansa un buzón con forma de hongo.
Las vistas de la costa desde la cumbre son impresionantes, abarcando buena parte del litoral guipuzcoano, pero el día, con las nubes costeras frenadas por la cumbre, nos impiden ver mucho más allá de nuestros pies.
Aunque mi intención inicial era atravesar el portillo que queda al lado contrario para acceder a la cercana y gemela cumbre de Txatxarro (459 m.), y haber descendido por la zona de Urdaneta hasta Zarautz, en vista del mal tiempo lo dejo para mejor ocasión y me prometo volver en estos días para admirar y hacer alguna foto de las hoy fallidas vistas.
No obstante, al mal tiempo, buena cara. No he tenido que echar de menos la olvidada cámara de fotos. Todas las imágenes que ilustran esta entrada las he tenido que sacar con el móvil. Perdida algo de altura, y una vez salimos de la niebla, podemos apreciar parte de los paisajes perdidos en la cima.
Desando el camino hasta la ermita de la Santa Cruz y esta vez sigo la carretera por la izquierda para llegar hasta la de San Blas y volver desde allí a Zarautz.
Bien podíamos haber denominado a este trayecto, "Ruta de las ermitas".
Gracias por vuestras aportaciones
ResponderEliminar