El miércoles pasado en Donostia-San Sebastián, impartió una interesantísima conferencia José Ignacio Latorre, físico de la Universidad de Barcelona, quien a pesar de la coincidencia de apellido con quien esto escribe, no guarda ninguna relación de parentesco con uno, al menos cercana y conocida.
El tema se centró en las repercusiones que para la teoría científica actual tendría la validez de unos experimentos recientes con neutrinos, que parecen demostrar que se ha conseguido superar la velocidad de la luz, lo que de entrada supondría dar un serio batacazo a la Teoría de la Relatividad de Einstein.
Vaya por delante que el conferenciante defendía que en los métodos utilizados por los investigadores había algunas medidas de tiempo no excesivamente claras que podían haber inducido a pequeños errores que invalidarían el experimento.
El asunto proviene de una investigación en un laboratorio italiano, hecha pública por el CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas), que se ha hecho eco de la sorpresa de los científicos ante los resultados de su investigación.
Los mismos científicos responsables del experimento son los primeros extrañados del resultado por la incongruencia que supone con las teorías hoy comúnmente aceptadas por la Ciencia y son los primeros que, como la gran mayoría de la comunidad científica, tienden a pensar que, aunque no lo hayan encontrado, en algún momento de su investigación hay algún error que condiciona el sorprendente resultado final.
No obstante, esto no debe inducirnos a pensar que, se demuestre o no en este momento, no sea algo posible.
Una de las corrientes más influyentes dentro de la teoría del conocimiento científico es precisamente el principio de falsabilidad que estableciese el filósofo Karl Popper, escéptico y liberal en el mejor sentido de la palabra, a mediados del siglo pasado y que sería desarrollada en alguna forma por el húngaro Imre Lakatos. Según este principio y muy resumido, el científico no puede confirmar empíricamente una teoría porque su capacidad de efectuar pruebas es finita. Lo que sí podría es "falsar" una teoría si comprueba por la experiencia que ésta no se cumple.
Mientras no se demuestre ese incumplimiento la teoría podrá formar parte del cuerpo del conocimiento científico, si además de ser falsable nos aporta alguna información adicional y útil.
Una vez creada la teoría, la labor del científico consistirá en intentar refutarla mediante continuas contrastaciones hasta ser "falsada" y sutituida por otra mejor.
Una teoría científica para un falsacionista nunca será totalmente veraz, aunque sí la mejor y más útil de las conocidas hasta el momento.
Aparentemente el desarrollo de la Ciencia da la razón a los falsacionistas, aunque su mayor problema es que en ocasiones tan difícil es falsar una teoría como demostrar su veracidad.
El caso que nos ocupa sería una muestra de ello. Una sóla evidencia por sí misma no puede falsar una teoría como la de la Relatividad, y necesitaríamos verificar varias veces y en diferentes circunstancias lo que parece que hemos observado en cuanto a los neutrinos.
La Teoría de la Relatividad, formula entre otros enunciados, que no hay ningún cuerpo en el Universo que pueda viajar a más velocidad que la luz. La famosa ecuación de la Teoría de la Relatividad Especial deja claro que aproximarse a la velocidad de la luz requiere de ingentes cantidades de energía.
¿Qué ocurriría si demostrásemos que esto es posible? ¿Cuáles serían las repercusiones? No poder entenderlas o imaginarlas con nuestros conocimientos actuales no quiere decir que no sean posibles.
¿Por qué no va a ser posible viajar al pasado? ¿Por qué no es posible que un cuerpo supere la velocidad de la luz?
Normalmente para negar esta posibilidad se utiliza la que denominamos Paradoja del Abuelo: no es posible viajar al pasado y matar a nuestro propio abuelo antes de que conozca a nuestra abuela.
Aunque reconocer la posibilidad de viajar a un tiempo pretérito tampoco presupondría que pudiésemos o tuviésemos la posibilidad de cambiarlo, a pesar de que esto nos generaría al mismo tiempo frustración y confusión.
Lo que tenemos claro es que nuestra capacidad de raciocinio no alcanza a formular la posibilidad de viajar en el tiempo, de la misma forma que no entendemos la infinitud del Universo, aunque en cierto modo, este segundo concepto lo tenemos más asimilado.
Han sido numerosos los viajes al pasado en la literatura o en el cine. Recuerdo haber visto en la televisión hace unas semanas la película de Harold Ramis, "Atrapado en el Tiempo" (1993)., en la que el protagonista, encarnado por el actor Bill Murray, es un hombre del tiempo (meteorológico, en este caso) que se ve condenado a revivir una y otra vez el mismo día.
También el gran Woody Allen en su última película, "Medianoche en París"(2011), utiliza el viaje al pasado para presentarnos a un escritor que retrocede a los años 20 y conoce a pintores o escritores como Dalí, Picasso, Scott Fitzgerald o Hemingway.
No es la primera vez que viaja en el tiempo. También lo hizo, aunque hacia el futuro en "El dormilón" (1973), basada en una novela de H.G. Welles, autor por otra parte de "La máquina del tiempo".
Como conclusión, seguramente el futuro deparará muchas sorpresas al ser humano y teorías que hoy damos por infalibles serán superadas, que no invalidadas, por otras que expliquen de forma más clara y mejor el mundo que nos rodea, aunque el sino del hombre sea no alcanzar nunca la verdad absoluta, lo cual por otra parte nos sirve de motor hacia el conocimiento y nos permite deleitarnos con la creación artística, fruto de la imaginación de algunos de nuestros congéneres.
Como recomendación a quienes quieran intentar entender la Teoría de la Relatividad de Einstein, sugiero el libro que consiguió que yo lo hiciese, "El ABC de la Relatividad" de Bertrand Russell, donde se explica la misma clara y rigurosamente, sin necesidad de que el lector sea un experto físico o matemático.
El tema se centró en las repercusiones que para la teoría científica actual tendría la validez de unos experimentos recientes con neutrinos, que parecen demostrar que se ha conseguido superar la velocidad de la luz, lo que de entrada supondría dar un serio batacazo a la Teoría de la Relatividad de Einstein.
Vaya por delante que el conferenciante defendía que en los métodos utilizados por los investigadores había algunas medidas de tiempo no excesivamente claras que podían haber inducido a pequeños errores que invalidarían el experimento.
El asunto proviene de una investigación en un laboratorio italiano, hecha pública por el CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas), que se ha hecho eco de la sorpresa de los científicos ante los resultados de su investigación.
Los mismos científicos responsables del experimento son los primeros extrañados del resultado por la incongruencia que supone con las teorías hoy comúnmente aceptadas por la Ciencia y son los primeros que, como la gran mayoría de la comunidad científica, tienden a pensar que, aunque no lo hayan encontrado, en algún momento de su investigación hay algún error que condiciona el sorprendente resultado final.
No obstante, esto no debe inducirnos a pensar que, se demuestre o no en este momento, no sea algo posible.
Una de las corrientes más influyentes dentro de la teoría del conocimiento científico es precisamente el principio de falsabilidad que estableciese el filósofo Karl Popper, escéptico y liberal en el mejor sentido de la palabra, a mediados del siglo pasado y que sería desarrollada en alguna forma por el húngaro Imre Lakatos. Según este principio y muy resumido, el científico no puede confirmar empíricamente una teoría porque su capacidad de efectuar pruebas es finita. Lo que sí podría es "falsar" una teoría si comprueba por la experiencia que ésta no se cumple.
Mientras no se demuestre ese incumplimiento la teoría podrá formar parte del cuerpo del conocimiento científico, si además de ser falsable nos aporta alguna información adicional y útil.
Una vez creada la teoría, la labor del científico consistirá en intentar refutarla mediante continuas contrastaciones hasta ser "falsada" y sutituida por otra mejor.
Una teoría científica para un falsacionista nunca será totalmente veraz, aunque sí la mejor y más útil de las conocidas hasta el momento.
Aparentemente el desarrollo de la Ciencia da la razón a los falsacionistas, aunque su mayor problema es que en ocasiones tan difícil es falsar una teoría como demostrar su veracidad.
El caso que nos ocupa sería una muestra de ello. Una sóla evidencia por sí misma no puede falsar una teoría como la de la Relatividad, y necesitaríamos verificar varias veces y en diferentes circunstancias lo que parece que hemos observado en cuanto a los neutrinos.
La Teoría de la Relatividad, formula entre otros enunciados, que no hay ningún cuerpo en el Universo que pueda viajar a más velocidad que la luz. La famosa ecuación de la Teoría de la Relatividad Especial deja claro que aproximarse a la velocidad de la luz requiere de ingentes cantidades de energía.
¿Qué ocurriría si demostrásemos que esto es posible? ¿Cuáles serían las repercusiones? No poder entenderlas o imaginarlas con nuestros conocimientos actuales no quiere decir que no sean posibles.
¿Por qué no va a ser posible viajar al pasado? ¿Por qué no es posible que un cuerpo supere la velocidad de la luz?
Normalmente para negar esta posibilidad se utiliza la que denominamos Paradoja del Abuelo: no es posible viajar al pasado y matar a nuestro propio abuelo antes de que conozca a nuestra abuela.
Aunque reconocer la posibilidad de viajar a un tiempo pretérito tampoco presupondría que pudiésemos o tuviésemos la posibilidad de cambiarlo, a pesar de que esto nos generaría al mismo tiempo frustración y confusión.
Lo que tenemos claro es que nuestra capacidad de raciocinio no alcanza a formular la posibilidad de viajar en el tiempo, de la misma forma que no entendemos la infinitud del Universo, aunque en cierto modo, este segundo concepto lo tenemos más asimilado.
Han sido numerosos los viajes al pasado en la literatura o en el cine. Recuerdo haber visto en la televisión hace unas semanas la película de Harold Ramis, "Atrapado en el Tiempo" (1993)., en la que el protagonista, encarnado por el actor Bill Murray, es un hombre del tiempo (meteorológico, en este caso) que se ve condenado a revivir una y otra vez el mismo día.
También el gran Woody Allen en su última película, "Medianoche en París"(2011), utiliza el viaje al pasado para presentarnos a un escritor que retrocede a los años 20 y conoce a pintores o escritores como Dalí, Picasso, Scott Fitzgerald o Hemingway.
No es la primera vez que viaja en el tiempo. También lo hizo, aunque hacia el futuro en "El dormilón" (1973), basada en una novela de H.G. Welles, autor por otra parte de "La máquina del tiempo".
Como conclusión, seguramente el futuro deparará muchas sorpresas al ser humano y teorías que hoy damos por infalibles serán superadas, que no invalidadas, por otras que expliquen de forma más clara y mejor el mundo que nos rodea, aunque el sino del hombre sea no alcanzar nunca la verdad absoluta, lo cual por otra parte nos sirve de motor hacia el conocimiento y nos permite deleitarnos con la creación artística, fruto de la imaginación de algunos de nuestros congéneres.
Como recomendación a quienes quieran intentar entender la Teoría de la Relatividad de Einstein, sugiero el libro que consiguió que yo lo hiciese, "El ABC de la Relatividad" de Bertrand Russell, donde se explica la misma clara y rigurosamente, sin necesidad de que el lector sea un experto físico o matemático.
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