Se ha abierto en nuestro territorio un encendido debate acerca de la gestión de los residuos urbanos tras la declaración de intenciones de los actuales gestores públicos que apuestan claramente por el sistema conocido como "puerta a puerta".
No me resisto, como muchos otros ciudadanos sensibilizados por cuidar el Medio Ambiente que nos rodea, a dejar mi opinión al respecto.
En primer lugar, todos, o la gran mayoría de los habitantes de las zonas más desarrolladas del planeta, somos conscientes del problema que generamos con nuestro consumo desmedido. Siempre es un primer paso reconocer el problema para buscar una solución.
Hasta aquí todos estamos de acuerdo. El conflicto surge cuando nos planteamos cómo hacerlo.
Aunque no soy un experto en el tema, sí que hay una serie de consideraciones que como ciudadano me gustaría exponer:
Hay una serie de hechos objetivos que nos ayudan a centrar el problema:
- Un número de ciudadanos elevado, en torno al 60% recicla poco o nada.
- Los espacios destinados al vertido de residuos en nuestro territorio están saturados y las basuras de Gipuzkoa se están "exportando" a territorios limítrofes (Navarra, Bizkaia, Iparralde y Castilla-León), lo que además supone un costo añadido a su gestión.
- El volumen de residuos generado aumenta día a día.
- En los últimos años se han hecho una serie de inversiones con el fin de intentar atajar estos problemas: implantación del quinto contenedor (marrón), contenedores soterrados, inicio del proyecto de una incineradora, ...
- Hay una experiencia previa de unos años en varias localidades del territorio (Oiartzun, Hernani, Usurbil, Antzuola) con el sistema de recogida conocido como "puerta a puerta".
- Existe un enfrentamiento "irreconciliable" entre dos amplios sectores de la población a favor o en contra de la implantación de este sistema.
Lo cierto es que los argumentos de unos y otros, como siempre, tienen parte de razón. Quienes argumentan en contra del "puerta a puerta" hablan de la insalubridad del sistema, lo que es verdad si tenemos en cuenta que los envases que contienen la basura quedan expuestos a la vista colgados de postes y al alcance de perros, gatos, insectos y otros animales menos agradables.
También tienen razón cuando argumentan que la limitación en los días de recogida de residuos orgánicos, en cierto modo, supone que nos regulen los días en que consumir alimentos cuyos residuos generan olores desagradables, como puede ser el pescado.
Además, se fomenta la vigilancia entre vecinos y queda a la vista lo que uno u otro ciudadano recicla o deja de reciclar, lo que come o no come, etc...
Quienes defienden el sistema apoyan su argumentación fundamentalmente en los números de las poblaciones donde ya se ha implantado (hablan de hasta un 80% de residuos reciclados frente al 60% máximo conseguido con el sitema de contenedores tradicional).
Obvian, no obstante, que el volumen de basura recogida en esas localidades ha descendido notablemente, motivado por la "escapada" de muchos de sus habitantes a echar sus basuras en las localidades limítrofes donde no se aplicaba el sistema. Estas localidades colindantes, como Lasarte, Urnieta o Rentería, han aumentado las toneladas recogidas, lo que indica que otros vecinos no censados en sus municipios han botado las basuras en sus contenedores.
Tienen razón en que debemos tender a conseguir porcentajes de reciclado del 100%, y que en cierto sentido, la gente se relaja si no hay una presión.
Pero me extraña que quienes siempre han abogado por la libertad de los ciudadanos y por las decisiones mancomunadas y asamblearias, nos quieran imponer ahora su sistema con explicaciones por los ayuntamientos que no dan pie a buscar alternativas, sino que responden a una política de hechos consumados.
Además, siempre me he opuesto a la tutela del Estado con mayúsculas, adopte éste la forma de nación, comunidad autónoma, diputación o ayuntamiento.
Lo que hay que que hacer es educar, educar y educar a los ciudadanos, convencer y no imponer desde posturas estalinistas ya trasnochadas (la vanguardia que guía al pueblo ignorante), legislar para que los fabricantes utilicen envases reciclables y lo menos contaminantes posibles, políticas como las utilizadas en Alemania con los envases retornables, y sobre todo, confiar en unos ciudadanos informados y concienciados que por sí mismos acepten la necesidad de minimizar los residuos generados.
Si estoy equivocado, que me convenzan, pero que no me impongan un sistema en el que la mayoría no creemos. Estoy abierto a aceptarlo, pero no desde la imposición.
De cualquier forma, no se debería dar ningún paso sin un amplio consenso previo. Lo que no es de recibo es que echemos por la borda las inversiones realizadas en los últimos años y que nos arriesguemos a que los próximos gestores públicos hagan lo propio con las que realicen los actuales sin el convencimiento previo de toda la población.
Al final, todos aquellos que se dedican a la política, sean del color que sean, justifican el hastío de los ciudadanos ante los profesionales de la misma, incapaces de ponerse de acuerdo en ningún tema, más allá de sus salarios y prebendas, y enrocados en posturas maximalistas e intransigentes.
No me resisto, como muchos otros ciudadanos sensibilizados por cuidar el Medio Ambiente que nos rodea, a dejar mi opinión al respecto.
En primer lugar, todos, o la gran mayoría de los habitantes de las zonas más desarrolladas del planeta, somos conscientes del problema que generamos con nuestro consumo desmedido. Siempre es un primer paso reconocer el problema para buscar una solución.
Hasta aquí todos estamos de acuerdo. El conflicto surge cuando nos planteamos cómo hacerlo.
Aunque no soy un experto en el tema, sí que hay una serie de consideraciones que como ciudadano me gustaría exponer:
Hay una serie de hechos objetivos que nos ayudan a centrar el problema:
- Un número de ciudadanos elevado, en torno al 60% recicla poco o nada.
- Los espacios destinados al vertido de residuos en nuestro territorio están saturados y las basuras de Gipuzkoa se están "exportando" a territorios limítrofes (Navarra, Bizkaia, Iparralde y Castilla-León), lo que además supone un costo añadido a su gestión.
- El volumen de residuos generado aumenta día a día.
- En los últimos años se han hecho una serie de inversiones con el fin de intentar atajar estos problemas: implantación del quinto contenedor (marrón), contenedores soterrados, inicio del proyecto de una incineradora, ...
- Hay una experiencia previa de unos años en varias localidades del territorio (Oiartzun, Hernani, Usurbil, Antzuola) con el sistema de recogida conocido como "puerta a puerta".
- Existe un enfrentamiento "irreconciliable" entre dos amplios sectores de la población a favor o en contra de la implantación de este sistema.
Lo cierto es que los argumentos de unos y otros, como siempre, tienen parte de razón. Quienes argumentan en contra del "puerta a puerta" hablan de la insalubridad del sistema, lo que es verdad si tenemos en cuenta que los envases que contienen la basura quedan expuestos a la vista colgados de postes y al alcance de perros, gatos, insectos y otros animales menos agradables.
También tienen razón cuando argumentan que la limitación en los días de recogida de residuos orgánicos, en cierto modo, supone que nos regulen los días en que consumir alimentos cuyos residuos generan olores desagradables, como puede ser el pescado.
Además, se fomenta la vigilancia entre vecinos y queda a la vista lo que uno u otro ciudadano recicla o deja de reciclar, lo que come o no come, etc...
Quienes defienden el sistema apoyan su argumentación fundamentalmente en los números de las poblaciones donde ya se ha implantado (hablan de hasta un 80% de residuos reciclados frente al 60% máximo conseguido con el sitema de contenedores tradicional).
Obvian, no obstante, que el volumen de basura recogida en esas localidades ha descendido notablemente, motivado por la "escapada" de muchos de sus habitantes a echar sus basuras en las localidades limítrofes donde no se aplicaba el sistema. Estas localidades colindantes, como Lasarte, Urnieta o Rentería, han aumentado las toneladas recogidas, lo que indica que otros vecinos no censados en sus municipios han botado las basuras en sus contenedores.
Tienen razón en que debemos tender a conseguir porcentajes de reciclado del 100%, y que en cierto sentido, la gente se relaja si no hay una presión.
Pero me extraña que quienes siempre han abogado por la libertad de los ciudadanos y por las decisiones mancomunadas y asamblearias, nos quieran imponer ahora su sistema con explicaciones por los ayuntamientos que no dan pie a buscar alternativas, sino que responden a una política de hechos consumados.
Además, siempre me he opuesto a la tutela del Estado con mayúsculas, adopte éste la forma de nación, comunidad autónoma, diputación o ayuntamiento.
Lo que hay que que hacer es educar, educar y educar a los ciudadanos, convencer y no imponer desde posturas estalinistas ya trasnochadas (la vanguardia que guía al pueblo ignorante), legislar para que los fabricantes utilicen envases reciclables y lo menos contaminantes posibles, políticas como las utilizadas en Alemania con los envases retornables, y sobre todo, confiar en unos ciudadanos informados y concienciados que por sí mismos acepten la necesidad de minimizar los residuos generados.
Si estoy equivocado, que me convenzan, pero que no me impongan un sistema en el que la mayoría no creemos. Estoy abierto a aceptarlo, pero no desde la imposición.
De cualquier forma, no se debería dar ningún paso sin un amplio consenso previo. Lo que no es de recibo es que echemos por la borda las inversiones realizadas en los últimos años y que nos arriesguemos a que los próximos gestores públicos hagan lo propio con las que realicen los actuales sin el convencimiento previo de toda la población.
Al final, todos aquellos que se dedican a la política, sean del color que sean, justifican el hastío de los ciudadanos ante los profesionales de la misma, incapaces de ponerse de acuerdo en ningún tema, más allá de sus salarios y prebendas, y enrocados en posturas maximalistas e intransigentes.
Vaya cambio....de Iñauteriak al puerta a puerta, enhorabuena por tratar con sinceridad este tema, por mi parte dos cosas:
ResponderEliminar1.- Para avanzar algo en el reciclado y reutilización debería fumigarse de política, deberíamos olvidar los partidos y las consignas, harto difícil en esta tierra, pero al menos deberíamos intentarlo.
2.- No puede ser que la responsabilidad final de los residuos sea exclusivamente para consumidor, y como tu apuntas, no haya cambios de actitudes en productores y distribuidores, cambios de legislación que quedan fuera del ámbito municipal.
Gracias, Alberto, por tu comentario. Comparto lo de fumigar de política y no sólo este tema sino muchos otros, empezando por el de la crisis. Algún día los ciudadanos de a pie tendremos que dar un revolcón a la forma de tratar los asuntos públicos.
ResponderEliminarRevolcón comparte todas sus letras con revolución.
Recuerda, Emilio, que muchas veces (más de las que imaginamos) en los cambios de sistemas, ya sean de basuras o de cualquier otra cosa, a los nuevos regidores se les queda algo entre las uñas y no es basura, precisamente.
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