Este año se están celebrando por toda Europa, principalmente en su país de origen, Alemania, los 500 años de la Reforma protestante, iniciada según la tradición un 31 de octubre de 1517, día en el que según la leyenda Martin Luder clava sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg, entonces capital del Ducado de Sajonia.
Este hecho y los que le sucedieron, cambiaron la historia de Europa y dieron lugar a la Contrarreforma.
Para quienes nos educamos en un colegio religioso en un estado que se declaraba católico apostólico romano, Lutero o luterano eran sinónimos de Satanás o diabólico.
Es precisamente una cuestión económica la que provoca la reacción de Lutero cuando denuncia el abuso que se daba en la venta de indulgencias, que evitaban a los pecadores el paso por el purgatorio previo pago de una cantidad monetaria, necesaria entonces por otra parte para la construcción de la Basílica de San Pedro de Roma.
El entonces joven monje Martín Lutero (1483-1546), que ejercía la docencia en la universidad de la pequeña ciudad sajona, desató con sus tesis una disputa teológica que llevaría a la división de la Iglesia y tras su muerte a diferentes guerras religiosas entre los príncipes y reyes europeos y a un reordenamiento del mapa político existente.
Pero no fue el único reformador. Contemporáneos suyos lo fueron también Ulrico Zuinglio y Juan Calvino, así como personalidades del Renacimiento como el propio Leonardo da Vinci o Nicolás Maquiavelo.
Uno de ellos, el francés Juan Calvino (1509-1564) será quien nos conecte a los vascos con la Reforma protestante.
A los 20 años adopta la doctrina luterana, negando la autoridad de la iglesia de Roma por derecho divino y se traslada a Ginebra donde iniciará su periplo reformista.
Calvino viaja en 1534 a la corte de los Labrit ( o Albret) en el Reino de Navarra buscando la protección de la reina Margarita de Valois, hermana del rey de Francia y que tras enviudar había contraído matrimonio con Enrique II de Navarra. La ahora reina de Navarra se había puesto en 1521 de parte de los humanistas evangélicos, que organizaban la Reforma en Francia. A pesar de ello, ni ella ni sus protegidos compartían la radicalidad de Calvino y tuvieron algunas diferencias. Tras la muerte de Margarita y Enrique II, su hija Juana de Labrit les sucedería en el trono. Tras un fallido matrimonio con el Duque de Cleves al que se opuso desde un principio y que se negó a consumar, consiguió la anulación de Roma y se casó con Antonio de Borbón.
Juana III de Navarra había heredado los ideales de su madre y continuó la política de tolerancia con las nuevas ideas. En 1545 Calvino escribe una carta a los Reyes de Navarra animándoles a continuar con la reforma y a acoger a quienes se refugiaban en su Reino.
En 1564 la reina Juana proclama la libertad de culto por primera en un estado europeo, lo que provocará una lucha intestina que durará más de veinte años y que se extenderá a Francia, provocando incluso la invasión de la Baja Navarra por el ejército francés en persecución de los hugonotes o calvinistas.
La Iglesia católica prohibía la traducción de la Biblia a las lenguas vulgares y sólo se permitían las versiones en griego o latín, con lo que su interpretación quedaba siempre vedada al pueblo, quien sólo la conocía a través de las interpretaciones de los eclesiásticos. Fue ésta una de las reformas introducidas por Lutero.
A la muerte de Juana, le sucedería su hijo Enrique de Borbón como Enrique III de Navarra quien educado por su madre en el calvinismo, había participado en la Tercera Guerra de Religión francesa en el bando hugonote o protestante, que acabaría con la Paz de Saint Germain (1570), tratado en el que se decide casarle con Margarita de Valois, hermana del Rey de Francia Carlos IX, en contra de sus deseos.
El matrimonio se celebra en 1572, y su madre muere mientras viajaba a París para asistir a la boda.
El malestar provoca que los católicos rompan el acuerdo y los cabecillas hugonotes son ejecutados, episodio conocido como la Matanza de san Bartolomé.
Enrique salva su cabeza convirtiéndose al catolicismo, aunque a los meses vuelve a declararse calvinista y se pone al frente de las fuerzas protestantes durante la Cuarta Guerra de Religión.
Accederá al trono de Francia como Enrique IV de Francia, tras la muerte de Enrique III quien había sucedido a su vez a su hermano Carlos IX, a pesar de la oposición de los católicos franceses, Roma y Felipe II de España, que no ven con buenos ojos a un protestante en el trono de Francia. Para facilitar su aceptación, en un acto de realismo político se convierte al catolicismo. Es entonces cuando se le atribuye la famosa frase de "París bien vale una misa".
En el conocido como Edicto de Nantes firmado en 1598 autorizaba la libertad de conciencia y de culto, tal y como había hecho su madre Juana en Navarra 34 años antes, y que a la larga le supondría ser asesinado por un fanático católico en 1610.
Este hecho y los que le sucedieron, cambiaron la historia de Europa y dieron lugar a la Contrarreforma.
Para quienes nos educamos en un colegio religioso en un estado que se declaraba católico apostólico romano, Lutero o luterano eran sinónimos de Satanás o diabólico.
La religión católica apostólica romana sigue siendo la única de la nación española y gozará de los derechos y prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el derecho Canónico." (Concordato entre la Santa Sede y España, 1953)Todavía es hoy un Estado deudor en su Constitución (tan nombrada y esgrimida en estos últimos días) de la Iglesia católica, cuando acto seguido a declarar la libertad religiosa y una supuesta aconfesionalidad, nos dice que
los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones" (Constitución española, artículo 16)El ejercicio pasado la Iglesia recaudó 249 millones de euros vía IRPF, cantidad nada desdeñable, aunque pírrica si tenemos en cuenta todo el dinero que recibe de fondos públicos, estimado según algunas fuentes en 11.000 millones de euros anuales. Cada vez que visito una iglesia o catedral con fines turístico-culturales me repatea tener que volver a pagar por entrar, cuando ya lo he hecho vía impuestos, mientras en muchos otros países no hay que hacerlo, ni siquiera en aquellos verdaderamente laicos y que no financian con dinero público las creencias particulares de los individuos que los forman.
Es precisamente una cuestión económica la que provoca la reacción de Lutero cuando denuncia el abuso que se daba en la venta de indulgencias, que evitaban a los pecadores el paso por el purgatorio previo pago de una cantidad monetaria, necesaria entonces por otra parte para la construcción de la Basílica de San Pedro de Roma.
El entonces joven monje Martín Lutero (1483-1546), que ejercía la docencia en la universidad de la pequeña ciudad sajona, desató con sus tesis una disputa teológica que llevaría a la división de la Iglesia y tras su muerte a diferentes guerras religiosas entre los príncipes y reyes europeos y a un reordenamiento del mapa político existente.
Pero no fue el único reformador. Contemporáneos suyos lo fueron también Ulrico Zuinglio y Juan Calvino, así como personalidades del Renacimiento como el propio Leonardo da Vinci o Nicolás Maquiavelo.
Uno de ellos, el francés Juan Calvino (1509-1564) será quien nos conecte a los vascos con la Reforma protestante.
A los 20 años adopta la doctrina luterana, negando la autoridad de la iglesia de Roma por derecho divino y se traslada a Ginebra donde iniciará su periplo reformista.
Calvino viaja en 1534 a la corte de los Labrit ( o Albret) en el Reino de Navarra buscando la protección de la reina Margarita de Valois, hermana del rey de Francia y que tras enviudar había contraído matrimonio con Enrique II de Navarra. La ahora reina de Navarra se había puesto en 1521 de parte de los humanistas evangélicos, que organizaban la Reforma en Francia. A pesar de ello, ni ella ni sus protegidos compartían la radicalidad de Calvino y tuvieron algunas diferencias. Tras la muerte de Margarita y Enrique II, su hija Juana de Labrit les sucedería en el trono. Tras un fallido matrimonio con el Duque de Cleves al que se opuso desde un principio y que se negó a consumar, consiguió la anulación de Roma y se casó con Antonio de Borbón.
Juana III de Navarra había heredado los ideales de su madre y continuó la política de tolerancia con las nuevas ideas. En 1545 Calvino escribe una carta a los Reyes de Navarra animándoles a continuar con la reforma y a acoger a quienes se refugiaban en su Reino.
En 1564 la reina Juana proclama la libertad de culto por primera en un estado europeo, lo que provocará una lucha intestina que durará más de veinte años y que se extenderá a Francia, provocando incluso la invasión de la Baja Navarra por el ejército francés en persecución de los hugonotes o calvinistas.
Todos nuestros súbditos podrán vivir con libertad de conciencia, indiferentemente de la calidad y religión que posean (…) hemos tenido siempre la intención y voluntad de conservarlos y mantenerlos en una tal libertad y protección, tanto de personas como de bienes, que no fueran de un lado ni de otro forzados sin razónEn 1571 proclamará la Reforma calvinista como religión oficial de Navarra y el Bearn y manda traducir al euskera el Nuevo Testamento en su versión protestante, labor que encarga al cura labortano Joanes Leizarraga, tomando como base la versión griega de Erasmo de Rotterdam.
La Iglesia católica prohibía la traducción de la Biblia a las lenguas vulgares y sólo se permitían las versiones en griego o latín, con lo que su interpretación quedaba siempre vedada al pueblo, quien sólo la conocía a través de las interpretaciones de los eclesiásticos. Fue ésta una de las reformas introducidas por Lutero.
A la muerte de Juana, le sucedería su hijo Enrique de Borbón como Enrique III de Navarra quien educado por su madre en el calvinismo, había participado en la Tercera Guerra de Religión francesa en el bando hugonote o protestante, que acabaría con la Paz de Saint Germain (1570), tratado en el que se decide casarle con Margarita de Valois, hermana del Rey de Francia Carlos IX, en contra de sus deseos.
El matrimonio se celebra en 1572, y su madre muere mientras viajaba a París para asistir a la boda.
El malestar provoca que los católicos rompan el acuerdo y los cabecillas hugonotes son ejecutados, episodio conocido como la Matanza de san Bartolomé.
Enrique salva su cabeza convirtiéndose al catolicismo, aunque a los meses vuelve a declararse calvinista y se pone al frente de las fuerzas protestantes durante la Cuarta Guerra de Religión.
Accederá al trono de Francia como Enrique IV de Francia, tras la muerte de Enrique III quien había sucedido a su vez a su hermano Carlos IX, a pesar de la oposición de los católicos franceses, Roma y Felipe II de España, que no ven con buenos ojos a un protestante en el trono de Francia. Para facilitar su aceptación, en un acto de realismo político se convierte al catolicismo. Es entonces cuando se le atribuye la famosa frase de "París bien vale una misa".
En el conocido como Edicto de Nantes firmado en 1598 autorizaba la libertad de conciencia y de culto, tal y como había hecho su madre Juana en Navarra 34 años antes, y que a la larga le supondría ser asesinado por un fanático católico en 1610.
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