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LA FERRERÍA ZUMARRESTA Y MUÑAGORRI

En los últimos meses he visitado dos veces la ferrería de Zumarresta, en Eratsun (Navarra), donde pasó los últimos días de su vida José Antonio Muñagorri Otegui (1794-1841), antes de ser fusilado en sus inmediaciones por un grupo de txapelgorris encabezados por el teniente Ramón Elorrio Soroeta.

El motivo de las visitas fue acompañar a Eugenio Ibarzabal a conocer los escenarios donde pasó sus últimos momentos el personaje con el fin de ampliar su investigación sobre la biografía que está escribiendo y para ello contamos con la inestimable ayuda de José Mari Tuduri y Ramón Aramburu.

La verdad es que la excursión fue gratificante y emocionante. Ayudados para localizar el emplazamiento por el libro que publicó Antonio María Labayen en 1976, "Muñagorri eskribaua, pakegille ta fuerozale (Muñagorri escribano, pacificador y fuerista)" y guiados por Ramón, gran conocedor de la zona, encontramos el emplazamiento y enseguida nos dimos cuenta de la dimensión de la instalación.

Muñagorri nace en Berastegi en la casa Elutsene el 2 de abril de 1794

En 1833 (inicio de la primera guerra carlista) el escribano real José Antonio Muñagorri era arrendatario de las ferrerías de AmeraunOllokiegi, PlazaolaUrto y Zumarresta (Eratsun). Las puso al servicio de la causa carlista, antes de su proclama "Paz y Fueros" (1838). 

También había sido propietario de la de Errezuma hasta que en 1824 la villa de Leitza se la compra con su casa y terrenos, tras numerosos pleitos entre la villa y el propietario. Ponen fin así a las quejas de los vecinos de los trece caseríos de los alrededores que se veían privados de la leña necesaria para sus hogares y caleras. Careciendo de recursos propios, la villa solicitará una parte como préstamo y el resto será financiado con un gravamen a los vecinos sobre el consumo de aguardiente, carne y aceite por un plazo de 12 años. Tras una nueva venta de la misma, los nuevos propietarios construirán una fábrica de papel a mano que funcionará hasta 1876

Las ferrerías supusieron durante siglos la actividad industrial predominante en el territorio vasco. Hasta el siglo XVIII el mineral de hierro utilizado provenía del entorno en el caso de las de Gipuzkoa y norte de Navarra. A partir de este momento, el hierro vizcaíno de los yacimientos de Somorrostro se impondrá por su calidad.

Sólo en la cuenca del Leizarán y su entorno (Berastegi, Leitza) se continuó utilizando, aunque parcialmente,  la veta local. Muchos de los yacimientos se encontraban en tierras comunales por lo que la extracción del mineral estaba al alcance de sus vecinos. Fue en esta zona donde se localizaban las ferrerías gestionadas por Muñagorri. Cercana a la ferrería de Zumarresta se encontraba la mina de hierro San Ignacio y en Berastegi la de Bizkotz.

José Antonio Muñagorri siguiendo la tradición familiar cursa estudios de escribano, lo que hoy llamaríamos notario, tal y como lo habían hecho su padre y su abuelo. Además de ejercer como tal, compagina dicha actividad con la industrial, explotando las ferrerías antes citadas y actuando también como contratista de obras públicas, como en 1832 cuando lo hizo en las obras del Camino Real de Irurtzun a Vitoria.

Estallada la primera contienda carlista en 1833, Muñagorri pone sus ferrerías al servicio de la causa carlista, a pesar de que sus convicciones pudiesen acercarse más a las ideas liberales. El hecho de que sus propiedades se encontrasen en zona dominada por el bando que apoyaba al pretendiente influyó en su elección. Además, habría que tener en cuenta que Muñagorri era principalmente un empresario y su motivación prioritaria pasaba por salvaguardar sus negocios.  

En cuanto a la contienda, tras los éxitos iniciales de Zumalacárregui hasta su muerte en junio de 1835, la guerra fue estancándose, y los años posteriores supusieron un gran desgaste tanto entre la población civil como entre los soldados participantes. Todos anhelaban un salida a la contienda y sólo los mandos de ambas causas se resistían a llegar a un acuerdo que comprometiese su prestigio entre los suyos.

Don Carlos y Zumalakarregi en 1837 (Fuente:Museo Zunalakarregi -Album Siglo XIX)

Es en este contexto en el que Muñagorri busca una salida que garantice la paz y comienza a exponer y comentar su idea en círculos de amigos de ambos bandos. No olvidemos que mantenía una buena relación con el bando carlista ya que sus ferrerías estaban en zona dominada por éstos y trabajaban para ellos. También su condición de notario le facilitaba mantener la relación con las autoridades liberales.

Siguiendo la argumentación de la anteriormente citada obra de Labayen, se percató de la poca disposición al acuerdo en el bando carlista que no perdía su fe en la victoria.

Muñagorri hará de los Fueros su bandera entendiendo que su defensa era el punto en común que podía acercar a los combatientes vasconavarros de ambos bandos, tanto a los voluntarios carlistas como a los liberales moderados guipuzcoanos. La idea era separar el conflicto dinástico de la lucha por los Fueros. Para exponer su idea contactará en Bayona con un grupo de exiliados que le animan a conseguir el apoyo del gobierno liberal.

A principios de 1837 y gracias a las gestiones de Joaquín Ignacio Mencos, Conde de Guendulain, consigue entrevistarse con el conde de Toreno, expresidente del gobierno. Su iniciativa parece que tuvo éxito ante el gobierno si nos atenemos a la proclama de Espartero de 1837 en defensa de los Fueros, tras la derrota en la batalla de Oriamendi a las puertas de San Sebastián.

Batalla de Oriamendi 1837 (Fuente: Museo Zumalakarregi)

El bando carlista, animado por esta victoria, no acepta compartir la bandera de los Fueros con sus enemigos y reacciona con violencia,  aunque sus sucesivas victorias sobre las tropas de O´Donell tampoco consiguen la derrota definitiva de las filas gubernamentales y la situación social sigue empeorando, siendo cada vez más grave.

La idea de desestabilizar al bando carlista introduciendo la defensa de los Fueros no era nueva. Muñagorri ya había acompañado en 1835 al revolucionario Juan de Olavarría a Madrid a apoyarle en su plan de dividir al carlismo. 

En noviembre de 1837, el entonces ministro de Estado, Eusebio Bardají, rescata esta idea y encarga a Vicente González Arnao, experimentado jurista afrancesado y exconsejero de José I, que había regresado del exilio en 1831 y con amplia experiencia en asuntos "delicados" de Estado, que se ponga manos a la obra para lo que le asigna una cantidad nada despreciable para la época. El gobierno tendrá que recurrir a la financiación extranjera para cubrir dicha cantidad y el 28 de marzo de 1838 el Consejo de ministros autoriza un empréstito de 1 millón de reales con la casa Ardoin, banqueros de París.

En  unos días Arnao se entrevista con diferentes contactos en Bayona y se reafirma en la idea de que el problema foral puede ayudar a sus intereses. Se pondrá en contacto con Muñagorri para llevar a cabo su plan, que culminará con la proclama "Paz y Fueros" del 18 de abril de 1838.

Paz y Fueros. Muñagorri (Fuente: Wikipedia)

Ante la falta de resultados, el gobierno de Madrid impondrá a Arnao y Muñagorri una Junta de 4 notables, uno por territorio foral y relevarán al primero, sobre quien cae la sospecha de no haber administrado bien el dinero recibido, por Agustín Fernández Gamboa, Cónsul en Bayona.

La Junta de notables, todos ellos liberales moderados y fueristas, estará compuesta por el Marqués de la Alameda por Álava, el Conde Villafuertes por Gipuzkoa, Pedro Pascual Wagon por Bizkaia y José María Vidarte por Navarra.

La misión de la Junta es la de " Intervenir en las operaciones de Muñagorri, ponerlas en conocimiento del ministerio y llevar una razón circunstanciada de los fondos en ella invertidos". Mientras, Muñagorri se ocupa de reclutar gente y el gobierno busca la colaboración de Gran Bretaña y Francia en la operación. 

En abril de 1838 Lord Parlmeston, entonces Secretario de Exteriores del gobierno británico, ordenó al coronel Wylde que se pusiera en contacto con Muñagorri. Éste viajó a San Sebastián y a mediados de mayo tuvieron la primera entrevista, teniendo una segunda a final de ese mes en Bayona con Muñagorri y la Junta. Wylde escribió a Parlmeston lo siguiente: 

"Confieso que el resultado de esta entrevista con él y su Junta no ha aumentado mi confianza en el éxito de su causa en lo que se refiere a cómo la van a llevar a cabo. Muñagorri me pareció falto de esa firmeza de carácter y habilidad necesarios para inspirar confianza en sus seguidores. Su Junta, de la cual parece ser un instrumento y no su jefe, se compone del Conde de Villafuertes, su yerno, Asensio Altuna, y un tal Arnao, afrancesado que fue consejero privado de Jose Bonaparte, y quien ha sido enviado por el gobierno de Madrid como su agente. Es hombre ya mayor y los otros dos ( y según mis noticias con razón) sospechan de él, de comunicar sus acuerdos al señor Gamboa, cónsul español aquí, que es antiforalista y opuesto a su empresa".

Wylde tuvo otras entrevistas con Muñagorri. De Madrid le mandaron dinero y Gran Bretaña prometió mandarle armas y municiones y enviaron a un asesor militar, el coronel Colquhoun. Dos oficiales de la Legion Británica se alistaron por su cuenta con Muñagorri, pero no llegaron a intervenir en nada ya que Wylde llegó un día al campamento y les obligó a despedirse, alegando que era un asunto de españoles en el que el gobierno británico no quería seguir interviniendo, al menos oficialmente.

Gabinete ministros  de la Reina Victoria (Fuente: www.mediastorehouse.com)

Como decíamos, Muñagorri dio comienzo a su particular alzamiento bajo el estandarte de "Paz y Fueros" el 18 de abril de 1838 en Berastegi, lanzando una proclama a navarros y guipuzcoanos en estos términos: 

"Hace cinco años que la desolación y la muerte pesa sobre nuestra patria. La sangre vertida en nuestros campos es la sangre de nuestros hermanos, de esos valientes que seducidos y engañados por intrigantes combaten por un príncipe cuyos derechos a la corona de España son muy dudosos. ¿Qué pedís? ¿Por qué combatís? ¿Por quién? ¡Paz y fueros! Tal debe ser nuestro objeto. Si ambiciosos desean el trono, allá se las hayan. La Navarra, las provincias vascongadas, unidas por tantos vínculos de amistad, de sangre, de costumbres, de libertades, son desde ahora independientes. Desde hoy no somos ya los esclavos de esos miserables acostumbrados a mandar como señores y a enriquecerse a expensas de los pobres. ¡A las armas! ¡Viva la independencia! ¡Paz! ¡Libertad! ¡Obediencia a las nuevas autoridades!".

Al mismo tiempo enviaba una carta al pretendiente Don Carlos conminándole a abandonar el territorio vasco, acusándole de ser el causante de los males derivados de la guerra. El 19 de abril salía publicado en la Gaceta de Madrid, el BOE de la época. En este enlace, está el texto completo.

https://boe.es/datos/pdfs/BOE//1838/1263/A00004-00004.pdf

Ante estos hechos, el mando carlista reaccionó rápidamente enviando contra Muñagorri al brigadier Iturbe, quien dispersó prácticamente sin lucha la reducida tropa de partidarios del escribano, formada en su mayoría por operarios de las ferrerías que gestionaba. 

Esta inevitable facilidad con que los carlistas deshicieron la primera maniobra del escribano ferrero dio lugar a unos versos que se hicieron muy populares entre los txapel-gorris en los que se mofaban de su escaso espíritu guerrero y de luchar por dinero.

No menos conocidos se harían los Bertsok que Muñagorri imprimió en euskera para ser distribuidos entre la población

https://www.eusko-ikaskuntza.eus/PDFAnlt/riev/24/24412418.pdf

Se sucederán varios gobiernos hasta que el presidido por el Duque de Frías en Consejo de ministros del 16 de septiembre de 1838 eleva los fondos para auxilio de los fueristas, a 2 millones de reales, siempre que entraran en España y combatieran contra Don Carlos. En noviembre el Marques de la Alameda y Vidarte renuncian, quedando en la Junta sólo el Conde de Villafuertes y Wagon.

Muñagorri y sus hombres intentan por dos veces cruzar la frontera navarra, pero a pesar de su acuerdo con el gobierno de Madrid no cuentan con el apoyo incondicional de los mandos liberales, que recelan del proyecto por lo que supone de merma a sus propios recursos para dárselos a los fueristas. Tanto O´Donell como Espartero se opondrán a sus planes.

Por otra parte, firma un documento en el que se compromete a dejar en libertad a los prisioneros carlistas que caigan en su poder, debiendo éstos proceder del mismo modo con los hombres de su batallón. Cumple con su compromiso liberando a los carlistas que hace prisioneros en estas incursiones no sin antes arengarles con un discurso a favor de los fueros y en contra de la guerra.

Otra de las acciones en las que participa el grupo de Muñagorri es en el plan urdido para secuestrar al pretendiente carlista, que siguiendo al historiador Pirala se le había ocurrido a Aviraneta (el espía y conspirador sobre el que Pío Baroja escribiría su serie de novelas "Memorias de un hombre de acción"), quien se había percatado de la indolencia en materia de seguridad que rodeaba a Don Carlos.

Para dicha acción, parece ser que por recomendación del general Jauregui, "Artzaia", Aviraneta se entrevista con el entonces sargento de chapelgorris, Ramón de Elorrio, natural de Betelu y quien conocía a Muñagorri desde la infancia. 

El plan pretende que un grupo de jóvenes de Zumaia, Azpeitia y Azkoitia disfrazados de carlistas se presenten en Azkoitia por el monte sin ser vistos ni oídos y una vez hacerse con el pretendiente y su hijo, volver a Zumaia por la misma ruta para embarcarlos en un buque de guerra británico al mando del comodoro Lord Hay. El plan cae cuando éste pide la aprobación de su gobierno y le es denegado el permiso por parecerles poco caballeroso hacerse de esa manera con un príncipe de sangre.

Ramón Elorrio responsabilizará a Muñagorri del fracaso del plan, siendo ésta una de las posibles razones que le llevarían a la postre a acabar con la vida del escribano.

Tras el abrazo de Bergara el 31 de agosto de 1839, Muñagorri volvió a sus quehaceres tratando de rehacer sus maltrechos negocios, dedicando todos sus esfuerzos a la explotación de la ferrería de Zumarresta en Eratsun. 

Aparentemente alejado de la política y dedicado a sus negocios, vive desde la lejanía los acontecimientos políticos de la postguerra, como la regencia de Espartero y la fracasada sublevación de O´Donell en Pamplona el 2 de octubre de 1841.

Aunque seguramente que la coincidencia de ideas de su antiguo proyecto de Paz y Fueros con las promesas de restauración de los fueros y el apoyo de liberales moderados y antiguos carlistas a la propuesta de O´Donell le llevaría en su fuero interno a desear que el levantamiento prosperase.

Tras la entrada de Espartero en Vitoria el 7 de octubre acabando con el intento de O´Donell, Ramón Elorrio Soroeta, ya ascendido a teniente, con una partida de sus hombres se dirigirá a Zumarresta buscando a Muñagorri para saldar con él viejas cuentas. Lo encuentra y en presencia de su mujer, Joaquina Labayen, lo fusiló el día 14 del mismo mes en un paraje cercano a la ferrería, denominado Pilota-Soro, muy cercano también al punto donde se encuentra instalada la placa en su memoria que abre las imágenes de esta entrada.

Los pilotasoro eran lugares llanos en los que pastores y lugareños practicaban la antigua modalidad de pelota vasca conocida como bote luzea, en la que los contrincantes se colocaban unos frente a otros como en el tenis y normalmente se jugaba por equipos en campos rectangulares delimitados mediante surcos.

Desconocemos qué ocurrió en esos últimos instantes de la vida de Muñagorri. Es posible que estuviese presenciando o compartiendo un partido con sus hombres en algún receso del trabajo o bien que se encontrase trabajando en la ferrería y le condujesen a ese lugar más apartado. El caso es que fue ajusticiado en presencia de su mujer y un hijo de corta edad.

Transcurridos casi 200 años de estos acontecimientos, los vascos seguimos sin encontrar esa tercera vía que aglutine las dos visiones enfrentadas de la sociedad vasca, aunque cada vez ésta sea más plural y disfrutemos estos últimos años de un clima de paz que esperemos sea definitivo.


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