El final del verano y la vuelta al trabajo nos ha traído noticias como la próxima publicación del nuevo libro del científico inglés Stephen Hawking, "The grand design".
El revuelo que ha levantado en los medios de comunicación ha sido impresionante. Su editor, que algo tendrá que ver en ello, estará frotándose las manos.
Todos los medios se han apresurado a publicar que el sabio de Oxford afirma haber probado que Dios no existe.
Aunque no he leído el libro, sí que he seguido a Hawking. Ya hace tiempo que mantiene que ha dejado de ser indispensable un sabio creador del mundo al estilo de lo que entienden las religiones.
Su afirmación se basa en la existencia de otros sitemas similares al solar en el Universo, lo que refutaría la creencia de Newton en que no podía haber surgido del caos.
En algunos de los artículos que he leído al hilo de la polémica que ha surgido con la publicación de esta nueva obra, contraponen su posición a la expresada en "Breve historia del tiempo", que sí leí con interés hace años. Pero no es totalmente cierto que en esta última dejase la puerta abierta a la existencia de Dios. Más bien, desde mi punto de vista, cuando decía "si descubrimos una teoría del todo, comprenderemos la mente de Dios", habla metafóricamente, y estaría más en la línea del pensamiento del primer Fichte, interesante filósofo que ha quedado algo eclipsado en la Historia de la Filosofía por Kant, a quien en cierto modo completó, y Hegel, que no se puede entender sin él.Para Fichte, Dios no existe como una sustancia especial separada del mundo, de forma autónoma. Podemos explicar la experiencia desde dos sistemas excluyentes entre sí: desde la inteligencia (idealismo) o desde la cosa en sí (dogmatismo).
O la conciencia determina las cosas, o éstas determinan a aquélla. El dogmatismo sacrifica la libertad del espíritu a las cosas.
Lo cierto, es que a la ciencia moderna nunca le ha interesado demostrar la existencia o no existencia de un Dios. Hoy por hoy, es un problema que escapa a sus capacidades y metodología.
Las cuestiones de fe, son eso, de fe. Se creen sin necesidad de ser probadas.
El científico, y en general quienes creen (creemos) en la Razón con mayúsculas, no pueden aceptar dogmas de fe, lo cual no quiere decir que se crean infalibles o estén en posesión de la verdad absoluta.
En cuanto a las posiciones personales de los científicos sobre el tema, son eso, opiniones individuales, que nos interesan desde la autoridad que su propia capacidad intelectual y conocimientos científicos les da.
Muchos de ellos se puden encuadrar en el panteísmo (Dios y Naturaleza son conceptos equivalentes), corriente con gran influencia en la Historia del Pensamiento, sobre todo a partir de Spinoza, pasando por el propio Fichte, aunque con raíces en la tradición griega (Heráclito o el estoicismo).
Las religiones orientales (taoísmo, budismo e incluso el hinduísmo) estarían en cierto modo en esta línea.De ahí la atracción que tuvieron y tienen estas tradiciones en muchas mentes occidentales liberadas del yugo dogmático de siglos de imposición religiosa.
También a Einstein (considerado por muchos panteísta) en su día se le inquirió sobre el asunto, y se han escrito ríos de tinta acerca de su famosa frase "Dios no juega a los dados".
Como a él, a muchos científicos les costó asumir el Principio de Incertidumbre que se ha desarrollado con la mecánica cuántica, y que acaba con el determinismo en la Ciencia (fenómenos pasados no presuponen que el Universo vaya a seguir comportándose de la misma manera)
La evolución del Universo no es totalmente predecible, aunque se pueden calcular las probabilidades de que un fenómeno ocurra.
La Ciencia evoluciona desde la experiencia.
Precisamente, ahí radica la diferencia. Las teorías científicas por su propia metodología siempre son cuestionables y provisionales. Una nueva teoría va desmontando o confirmando en parte la anterior y así sucesivamente.La fe es dogma y éste irreversible e irrefutable, excepto, claro está, para los próceres de las diferentes creencias, tras arduas, lentas y sesudas discusiones.
Las dimensiones del espacio-tiempo nos ponen en un punto insignificante ante la inmensidad del Universo y cada uno se bandea a su manera y busca las explicaciones que no encuentra en la Ciencia donde buenamente puede.Aunque si nos atenemos a la Razón, no hay explicación posible de momento, para esas y otras cuestiones.
Y como moraleja, vivamos el presente, que el futuro es incierto e impredecible.
Este fin de semana que viene, Feria de la Cerveza.
El revuelo que ha levantado en los medios de comunicación ha sido impresionante. Su editor, que algo tendrá que ver en ello, estará frotándose las manos.
Todos los medios se han apresurado a publicar que el sabio de Oxford afirma haber probado que Dios no existe.
Aunque no he leído el libro, sí que he seguido a Hawking. Ya hace tiempo que mantiene que ha dejado de ser indispensable un sabio creador del mundo al estilo de lo que entienden las religiones.
Su afirmación se basa en la existencia de otros sitemas similares al solar en el Universo, lo que refutaría la creencia de Newton en que no podía haber surgido del caos.
En algunos de los artículos que he leído al hilo de la polémica que ha surgido con la publicación de esta nueva obra, contraponen su posición a la expresada en "Breve historia del tiempo", que sí leí con interés hace años. Pero no es totalmente cierto que en esta última dejase la puerta abierta a la existencia de Dios. Más bien, desde mi punto de vista, cuando decía "si descubrimos una teoría del todo, comprenderemos la mente de Dios", habla metafóricamente, y estaría más en la línea del pensamiento del primer Fichte, interesante filósofo que ha quedado algo eclipsado en la Historia de la Filosofía por Kant, a quien en cierto modo completó, y Hegel, que no se puede entender sin él.Para Fichte, Dios no existe como una sustancia especial separada del mundo, de forma autónoma. Podemos explicar la experiencia desde dos sistemas excluyentes entre sí: desde la inteligencia (idealismo) o desde la cosa en sí (dogmatismo).
O la conciencia determina las cosas, o éstas determinan a aquélla. El dogmatismo sacrifica la libertad del espíritu a las cosas.
Lo cierto, es que a la ciencia moderna nunca le ha interesado demostrar la existencia o no existencia de un Dios. Hoy por hoy, es un problema que escapa a sus capacidades y metodología.
Las cuestiones de fe, son eso, de fe. Se creen sin necesidad de ser probadas.
El científico, y en general quienes creen (creemos) en la Razón con mayúsculas, no pueden aceptar dogmas de fe, lo cual no quiere decir que se crean infalibles o estén en posesión de la verdad absoluta.
En cuanto a las posiciones personales de los científicos sobre el tema, son eso, opiniones individuales, que nos interesan desde la autoridad que su propia capacidad intelectual y conocimientos científicos les da.
Muchos de ellos se puden encuadrar en el panteísmo (Dios y Naturaleza son conceptos equivalentes), corriente con gran influencia en la Historia del Pensamiento, sobre todo a partir de Spinoza, pasando por el propio Fichte, aunque con raíces en la tradición griega (Heráclito o el estoicismo).
Las religiones orientales (taoísmo, budismo e incluso el hinduísmo) estarían en cierto modo en esta línea.De ahí la atracción que tuvieron y tienen estas tradiciones en muchas mentes occidentales liberadas del yugo dogmático de siglos de imposición religiosa.
También a Einstein (considerado por muchos panteísta) en su día se le inquirió sobre el asunto, y se han escrito ríos de tinta acerca de su famosa frase "Dios no juega a los dados".
Como a él, a muchos científicos les costó asumir el Principio de Incertidumbre que se ha desarrollado con la mecánica cuántica, y que acaba con el determinismo en la Ciencia (fenómenos pasados no presuponen que el Universo vaya a seguir comportándose de la misma manera)
La evolución del Universo no es totalmente predecible, aunque se pueden calcular las probabilidades de que un fenómeno ocurra.
La Ciencia evoluciona desde la experiencia.
Precisamente, ahí radica la diferencia. Las teorías científicas por su propia metodología siempre son cuestionables y provisionales. Una nueva teoría va desmontando o confirmando en parte la anterior y así sucesivamente.La fe es dogma y éste irreversible e irrefutable, excepto, claro está, para los próceres de las diferentes creencias, tras arduas, lentas y sesudas discusiones.
Las dimensiones del espacio-tiempo nos ponen en un punto insignificante ante la inmensidad del Universo y cada uno se bandea a su manera y busca las explicaciones que no encuentra en la Ciencia donde buenamente puede.Aunque si nos atenemos a la Razón, no hay explicación posible de momento, para esas y otras cuestiones.
Y como moraleja, vivamos el presente, que el futuro es incierto e impredecible.
Este fin de semana que viene, Feria de la Cerveza.
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