La Asamblea General de las Naciones Unidas, a propuesta de la UNESCO, proclamó oficialmente este año 2019 que finaliza como el Año de la Tabla Periódica de los Elementos Qímicos con motivo del 150 aniversario de su creación por el químico ruso Dimitri Mendeleev, quien en 1869 ordenó los elementos conocidos según las características de sus átomos en su obra "Principios de la Química".
La idea de que la diversidad química se podía explicar sistemáticamente se asocia a Mendeleev y Lotar Meyer fundamentalmente, aunque la historia de esta conquista se remonta mucho más atrás en el tiempo.
Los filósofos clásicos griegos reconocían 4 principios básicos constituyentes de la materia; tierra, aire, agua y fuego, conceptos abstractos que se correspondían con los diferentes estados físicos en que se presentaba la materia.
Aristóteles, Boyle, Lavoisier, John Dalton o John Newlands añadieron diferentes desarrollos y descubrimientos hasta llegar a Mendeleev.
Otros químicos irán desarrollando la clasificación hasta llegar a la Tabla como la conocemos hoy día, tal y como adelantó el propio Mendeleev, quien no sólo fue capaz de predecir las propiedades de cinco elementos y sus componentes, sino que también previó que en el futuro se descubrirían más, dejando los espacios en su tabla donde deberían ser colocados.
A mediados del siglo XIX ya se conocían 63 elementos, aunque los químicos no se ponían de acuerdo en cómo denominarlos y ordenarlos. Hasta ahora, se han descubierto y confirmado 118 elementos químicos y grandes laboratorios de Japón, Rusia, EEUU y Alemania compiten por encontrar el 119 y el 120.
En el siglo XVIII uno de esos grandes laboratorios lo teníamos muy cerca. Se trata del Laboratorium del Real Seminario de Bergara, auspiciado por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.
El Real Seminario Patriótico Bascongado de Bergara lo funda en 1776 el Conde de Peñaflorida, director perpetuo de la Sociedad para dar enseñanza de las lenguas castellana, latina, francesa e inglesa, las Matemáticas y las Ciencias Naturales, con el fin de "cultivar el gusto de la nación vascongada hacia las Ciencias, Bellas Letras y Artes, corregir y pulir las costumbres, desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas consecuencias".
En 1779 contaba con 54 alumnos, llegando a un máximo de 132 en 1787. En la Casa-torre de Zabala se instaló el Laboratorium Chemicum y la residencia de algunos de los profesores. En este Seminario se realizaron estudios y prácticas que lo colocaban entre los primeros de su época, Y es aquí donde los hermanos Joseph y Fausto de Elhuyar, nacidos en Logroño de ascendencia vasco-francesa, aíslan el wolframio al analizar la wolframita, reconociendo que aquel cuerpo era un elemento químico desconocido hasta la época, tal y como expusieron ante la Asamblea General de la RSBAP y anunciaron a la comunidad científica mediante su publicación en Vitoria en 1783, donde se presentan como miembros de la Real Sociedad Bascongada y de la Academia de Ciencias, Inscripciones y Bellas Letras de Tolosa (no se trata de nuestra villa, sino de la Toulouse occitana)
El Real Seminario perdurará tras diversas vicisitudes hasta 1892, ya en San Sebastián, cuando desaparece al ser convertido en colegio de segunda enseñanza a cargo de los PP. Dominicos.
Hasta la fundación del Real Seminario, el estado de la educación en Gipuzkoa era bastante precario. En 1721 las Juntas Generales de Gipuzkoa determinaron poner en todos los pueblos sin excepción un maestro de niños, aunque la distribución diseminada de la población y el escaso interés de muchos padres hace que muy poca parte de la población llegase a estar instruida.
Desde finales del XVI son los jesuitas los que en buena medida tratan de mitigar esta carencia fundando colegios en Orduña, Bergara, Azkoitia, Loyola, Oñati, San Sebastián y Bilbao. En Tolosa, son los franciscanos los que ejercen esta labor.
No obstante las familias pudientes envían a sus hijos a la vecina Francia a obtener una formación humanística, muchos de ellos a la cercana Baiona, como Felix María de Samaniego que permanece en la villa labortana entre 1758 y 1764.
Para aquellos que querían profundizar en los conocimientos científicos, la meta era París. El propio Conde Peñaflorida enviará allí a su hijo Ramón María, donde coincidirá con los hermanos Elhuyar.
En cuanto a las mujeres, el número de las que eran enviadas a Francia era todavía mucho más reducido, aunque algunas como Manuela de Salcedo, luego esposa de Samaniego, una hermana suya o la hija del Marqués de Narros estudiaron en Baiona.
Estos jóvenes formados en Francia, miembros de la Bascongada serán quienes se ocupen de la enseñanza en los primeros años del Real Seminario.
Entre los libros utilizados para impartir las clases tendrá especial relevancia la Enciclopedia de Diderot,
En lo referente a Tolosa, la Sociedad Bascongada fundará en 1807 una Academia de Dibujo en la Casa de Toriles de la Plaza Nueva, a imagen de las que ya existían en Vitoria, Bilbao y Bergara, y que con el tiempo se convertiría sucesivamente en Escuela de Artes y Oficios , Escuela de Trabajo, Escuela de Maestría Industrial e Instituto de Formación Profesional, del que por otra parte serían profesores durante años mis padres, Emilio Latorre Tuduri y Ana María Zubiri Arza, Licenciada en Ciencias Químicas precisamente.
En el mismo edificio de Toriles, funcionaría entre 1840 y 1854 el Colegio de Humanidades de los hermanos Fano, dependiente del Real Seminario de Bergara, impartiendo estudios de educación secundaria.
El camino hasta conseguir una educación pública y universal no ha sido fácil. Hoy lo vemos, como muchos otros avances sociales, como algo que nos viene dado de por sí, pero fue un importante logro para muchos de nuestros antepasados.
No olvidemos que la educación es la base de una sociedad formada por personas con un espíritu crítico y autónomo y que no debemos dejarla en manos de quienes anhelan hacer de nosotros un rebaño dócil y moldeable a su arbitrio.
La idea de que la diversidad química se podía explicar sistemáticamente se asocia a Mendeleev y Lotar Meyer fundamentalmente, aunque la historia de esta conquista se remonta mucho más atrás en el tiempo.
Los filósofos clásicos griegos reconocían 4 principios básicos constituyentes de la materia; tierra, aire, agua y fuego, conceptos abstractos que se correspondían con los diferentes estados físicos en que se presentaba la materia.
Aristóteles, Boyle, Lavoisier, John Dalton o John Newlands añadieron diferentes desarrollos y descubrimientos hasta llegar a Mendeleev.
Otros químicos irán desarrollando la clasificación hasta llegar a la Tabla como la conocemos hoy día, tal y como adelantó el propio Mendeleev, quien no sólo fue capaz de predecir las propiedades de cinco elementos y sus componentes, sino que también previó que en el futuro se descubrirían más, dejando los espacios en su tabla donde deberían ser colocados.
A mediados del siglo XIX ya se conocían 63 elementos, aunque los químicos no se ponían de acuerdo en cómo denominarlos y ordenarlos. Hasta ahora, se han descubierto y confirmado 118 elementos químicos y grandes laboratorios de Japón, Rusia, EEUU y Alemania compiten por encontrar el 119 y el 120.
En el siglo XVIII uno de esos grandes laboratorios lo teníamos muy cerca. Se trata del Laboratorium del Real Seminario de Bergara, auspiciado por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.
El Real Seminario Patriótico Bascongado de Bergara lo funda en 1776 el Conde de Peñaflorida, director perpetuo de la Sociedad para dar enseñanza de las lenguas castellana, latina, francesa e inglesa, las Matemáticas y las Ciencias Naturales, con el fin de "cultivar el gusto de la nación vascongada hacia las Ciencias, Bellas Letras y Artes, corregir y pulir las costumbres, desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas consecuencias".
En 1779 contaba con 54 alumnos, llegando a un máximo de 132 en 1787. En la Casa-torre de Zabala se instaló el Laboratorium Chemicum y la residencia de algunos de los profesores. En este Seminario se realizaron estudios y prácticas que lo colocaban entre los primeros de su época, Y es aquí donde los hermanos Joseph y Fausto de Elhuyar, nacidos en Logroño de ascendencia vasco-francesa, aíslan el wolframio al analizar la wolframita, reconociendo que aquel cuerpo era un elemento químico desconocido hasta la época, tal y como expusieron ante la Asamblea General de la RSBAP y anunciaron a la comunidad científica mediante su publicación en Vitoria en 1783, donde se presentan como miembros de la Real Sociedad Bascongada y de la Academia de Ciencias, Inscripciones y Bellas Letras de Tolosa (no se trata de nuestra villa, sino de la Toulouse occitana)
El Real Seminario perdurará tras diversas vicisitudes hasta 1892, ya en San Sebastián, cuando desaparece al ser convertido en colegio de segunda enseñanza a cargo de los PP. Dominicos.
Hasta la fundación del Real Seminario, el estado de la educación en Gipuzkoa era bastante precario. En 1721 las Juntas Generales de Gipuzkoa determinaron poner en todos los pueblos sin excepción un maestro de niños, aunque la distribución diseminada de la población y el escaso interés de muchos padres hace que muy poca parte de la población llegase a estar instruida.
Desde finales del XVI son los jesuitas los que en buena medida tratan de mitigar esta carencia fundando colegios en Orduña, Bergara, Azkoitia, Loyola, Oñati, San Sebastián y Bilbao. En Tolosa, son los franciscanos los que ejercen esta labor.
No obstante las familias pudientes envían a sus hijos a la vecina Francia a obtener una formación humanística, muchos de ellos a la cercana Baiona, como Felix María de Samaniego que permanece en la villa labortana entre 1758 y 1764.
Para aquellos que querían profundizar en los conocimientos científicos, la meta era París. El propio Conde Peñaflorida enviará allí a su hijo Ramón María, donde coincidirá con los hermanos Elhuyar.
En cuanto a las mujeres, el número de las que eran enviadas a Francia era todavía mucho más reducido, aunque algunas como Manuela de Salcedo, luego esposa de Samaniego, una hermana suya o la hija del Marqués de Narros estudiaron en Baiona.
Estos jóvenes formados en Francia, miembros de la Bascongada serán quienes se ocupen de la enseñanza en los primeros años del Real Seminario.
Entre los libros utilizados para impartir las clases tendrá especial relevancia la Enciclopedia de Diderot,
En lo referente a Tolosa, la Sociedad Bascongada fundará en 1807 una Academia de Dibujo en la Casa de Toriles de la Plaza Nueva, a imagen de las que ya existían en Vitoria, Bilbao y Bergara, y que con el tiempo se convertiría sucesivamente en Escuela de Artes y Oficios , Escuela de Trabajo, Escuela de Maestría Industrial e Instituto de Formación Profesional, del que por otra parte serían profesores durante años mis padres, Emilio Latorre Tuduri y Ana María Zubiri Arza, Licenciada en Ciencias Químicas precisamente.
En el mismo edificio de Toriles, funcionaría entre 1840 y 1854 el Colegio de Humanidades de los hermanos Fano, dependiente del Real Seminario de Bergara, impartiendo estudios de educación secundaria.
El camino hasta conseguir una educación pública y universal no ha sido fácil. Hoy lo vemos, como muchos otros avances sociales, como algo que nos viene dado de por sí, pero fue un importante logro para muchos de nuestros antepasados.
No olvidemos que la educación es la base de una sociedad formada por personas con un espíritu crítico y autónomo y que no debemos dejarla en manos de quienes anhelan hacer de nosotros un rebaño dócil y moldeable a su arbitrio.
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