Esta semana he visto la última magna obra de Paolo Sorrentino y me ha impresionado. Imágenes y música te envuelven en un trepidante ambiente en la siempre eterna Roma , con sus fuentes y monumentos, mezcla de esplendor y decadencia que nos recuerdan que no hay tanta distancia en el tiempo ni en el espacio con aquellos ciudadanos romanos de los últimos años del Imperio . Las primeras escenas en la discoteca no son tan diferentes de aquellas orgías romanas que hemos visto recreadas en tantas películas. El filme, queriéndolo o no, es un homenaje al Fellini de "La dolce vita" y "Ocho y medio" . Como en aquélla, la visión del cineasta descansa en un periodista descreído y cargado de ironía, vestido de Armani , de nombre Jep Gambardella , encarnado por un excelso Toni Servillo , que nos recuerda al gran Marcello Mastroniani, aunque con unos años más. Una cita de Céline , el escritor francés partidario de mostrarnos la realidad en toda su crudeza, sin máscaras,
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