Hace unas semanas, gracias al amigo Mikel Prieto, llegó a mis manos un documento encontrado entre los muchos rescatados por él del Archivo Municipal de Albiztur, que hacía referencia a una serie de normas dictadas por la administración superior francesa durante la ocupación de Gipuzkoa, con el encabezamiento "Libertad...Igualdad...Guerra a los tiranos...Paz a los Pueblos". La resolución está firmada con fecha 28 Germinal año 3º de la República Francesa, lo que equivaldría en el calendario gregoriano al 17 de abril de 1795 y restablece las funciones suspendidas a los municipios guipuzcoanos al comienzo de la ocupación.
La última década del Siglo XVIII en Europa, y por tanto en el centro del mundo de entonces, se vio salpicada por la Revolución Francesa, que sembró el pánico en los gobiernos de todos los países colindantes. Este temor se extendió a las ideas de la Ilustración, consideradas el germen y acicate del pueblo para rebelarse contra el poder establecido.
La situación fronteriza de Gipuzkoa con la Francia de la Revolución, marcará su devenir en los años finales del siglo y propiciará el desarrollo de las dos líneas de pensamiento político y social que, con diversos matices, han llegado hasta nuestros días.
El 17 de enero de 1793, la Convención francesa había consumado la ejecución en la guillotina del depuesto monarca francés Luis XVI, lo que propició que la España de Carlos IV se adhiriese a la Primera Coalición contra Francia, auspiciada por Gran Bretaña. Francia, que ya estaba en guerra con los Habsburgo, Prusia y Cerdeña-Piamonte, el 1 de febrero declara la guerra a Gran Bretaña y Holanda, y el 7 de marzo a su antiguo aliado español.
Los generales españoles plantean la defensa en tres frentes, correspondientes a otros tantos cuerpos del ejército: uno en Cataluña al mando del General Ricardos; otro, en Aragón, bajo las órdenes del Príncipe de Castellfranco; y un tercero en Gipuzkoa y Navarra, con Ventura Caro al frente, al mando de unos 30.000 efectivos.
El primer año transcurre en este frente sin acontecimientos reseñables, y no será hasta finales de julio de 1794, cuando los franceses desencadenen su ofensiva a través del Baztán y entren en Gipuzkoa sin demasiada oposición. El ejército español, ya entonces mandado por el conde de Colomera, quien al mismo tiempo era virrey de Navarra, se bate en retirada a partir del 1 de agosto y los tercios forales de la provincia se dispersan y retornan a sus domicilios.
El 3 de agosto, con el ejército regular replegado en Tolosa, tiene lugar la rendición de San Sebastián a las tropas francesas, comandadas por Moncey. Su alcalde, José Vicente Michelena, pedirá benignidad en el trato "ya que los franceses sois republicanos y amantes del Pueblo".
Por otra parte, el entonces Diputado General de Gipuzkoa, José Fernando de Echave Asu y Romero y el de distrito o partido, su cuñado, Joaquín María de Berroeta Zarauz y Aldamar, recientemente elegidos en las Juntas Generales celebradas en Getaria, inician conversaciones para pactar la paz con los franceses. Una comisión redacta un proyecto de convenio pidiendo respeto al libre culto religioso católico, a los Fueros, costumbres y propiedades, a la independencia secular de la provincia y a no verse obligados los ciudadanos de la misma a participar en la guerra, haciendo garantes de su cumplimiento a los franceses.
No toda la provincia estaba de acuerdo con los acuerdos de las Juntas Generales de Getaria y las 18 villas que no suscribieron el documento se reunieron en Mondragón el 1 de septiembre a iniciativa del notario de la villa, José María de Echaguíbel y Orbe, constituyéndose en Diputación a Guerra para oponerse al invasor francés.
Fermín Lasala y Collado, Duque de Mandas, en su conocida obra "La separación de Guipúzcoa y la Paz de Basilea" (1895) encuadra a Romero y Aldamar dentro del bando de los enciclopedistas y afrancesados, sin disimular su simpatía por sus oponentes políticos y las ideas que representan, además de su aversión a la Enciclopedia de Diderot y D'Alambert y a su difusión por el país.
Así, acusará al presbítero Diego de Lazcano, a quien ya dediqué una entrada en este blog, de ser el alma del proyecto de independencia guipuzcoana, "vicario de las monjas Brígidas de Lasarte, fuerista radical pero impregnado de enciclopedismo y admiración por la causa de la revolución francesa".
Volviendo al proyecto de convenio presentado por las Juntas Generales, es rechazado categóricamente por los representantes del Pueblo, Pinet y Cavaignac, quienes por otra parte, ya habían adoptado medidas drásticas como el cierre de las iglesias y arresto de curas, frailes y monjas y levantado la guillotina en la plaza pública. Opinan que "ante la audacia de un puñado de individuos que no tienen de recomendable más que su debilidad y que osan dictar leyes a la República Francesa les resulta incomprensible" y dan un plazo de 24 horas a las Juntas para decidir si se integran en la República u optan por ser tratados como país conquistado.
Éstas, intentando ganar tiempo, responden que tienen poderes para separarse de la Monarquía española, pero no para unirse a la República.
No satisfechos con la respuesta, los representantes del Pueblo, disponen que Gipuzkoa sea regida como país conquistado y el 24 de agosto prenden a los 40 junteros reunidos en Getaria, trasladándolos a Baiona. Echave, Romero y Zuaznabar son liberados a las pocas horas.
Pinet y Cavaignac, en escrito enviado a la Convención Nacional francesa, tratan de justificar sus medidas represivas con aseveraciones como "No hemos de ocultaros, ciudadanos colegas: vivimos aquí en medio de nuestros más encarnizados enemigos, un pueblo santurrón, supersticioso, fanático y esclavo, teniendo por amo un tirano, un tribunal de sangre y que debe odiar a una nación que ha sacudido igualmente el despotismo y todas las preocupaciones (...) pensamos ciudadanos que la provincia de Gipuzkoa debe pertenecer entera a la República francesa y puesto que ésta tiene la intención de conservar San Sebastián y el puerto de Pasajes, necesitan estas dos plazas o puertos, un distrito considerable. Por lo demás esta provincia es rica por sus minas de hierro, plomo, cobre, etc. y posee además otros puertos de mar, entre ellos el de Getaria, que dista tres leguas de San Sebastián, tan seguro y más hermoso que el de Pasajes, pudiendo contener buques de mayor tamaño".
La reciente caída de Robespierre y el moderantismo de los termidorianos que le sucedieron no casaban con la aplicación del Terror en tierra extranjera.
Moncey fue más hábil que Pinet y Cavaignac, presentando la situación como consecuencia del injusto trato dado por éstos a los guipuzcoanos. En sus consideraciones presentadas a los representantes del Comité de Salud Pública, presenta a los guipuzcoanos como "enemigos de cualquier poder tiránico y siempre independientes o dispuestos a sublevarse"; respecto a sus autoridades dice que "son nombradas por el pueblo y renovadas cada año, sin distinciones de casta ni privilegios de familia". Acusa a los representantes del Pueblo de no haber cumplido con los compromisos adquiridos con la provincia y recomienda que se restablezcan sus instituciones, se les observe el trato que se merecen y que se respeten las opiniones de sus habitantes.
En documento fechado el 29 Germinal año 3º republicano (18 de abril de 1795), la administración Superior de Gipuzkoa y en su nombre el Oficial Superior de Policía del partido de Tolosa, notifica a los ayuntamientos de su distrito el documento del día anterior al que nos referíamos al inicio de este artículo, restituyéndoles a la situación anterior al 24 de agosto del año anterior.
La administración Superior con sede en San Sebastián estará formada por tres miembros: dos representantes de la provincia de Gipuzkoa ( los antes citados Romero y Zuaznabar) y un tercero, el vascofrancés Larralde Duiztegui, por parte de la República francesa. También se les faculta para tomar dos secretarios, uno guipuzcoano y otro francés. Los Oficiales Superiores de cada uno de los seis distritos de Gipuzkoa serán los encargados de ejecutar y trasladar las órdenes de la Administración Superior a las Municipalidades.
Aunque como he apuntado anteriormente la división social y política se hizo evidente en Gipuzkoa con la llegada de la Convención, siendo el germen de una dicotomía de pensamiento que atravesará los dos siglos siguientes y que ha llegado hasta nuestrosdías con diversos matices, muchas familias guipuzcoanas celebraron su llegada a la provincia y vieron una oportunidad para sus ideas progresistas.
Entre ellas destacó en Tolosa la familia Carrese. Será con la llegada de las tropas de la Convención a Gipuzkoa en 1794 cuando Pablo Carrese, de ideas revolucionarias, tome relevancia. Él y su familia recibirán a las tropas francesas enarbolando la bandera tricolor.
Originario de Tardets, en Zuberoa, es Pablo Carrese Barrullet (1735-) quien llega a Tolosa a mediados del siglo XVIII y se establece en la villa como comerciante. El 15 de marzo de 1761 se casa en Santa María con la tolosarra Mª Magdalena Imaz Beloki (1737-1806) y tendrán 8 hijos, 3 varones y 5 mujeres.
Sabemos que hizo fortuna y fue cabeza visible de una saga de importantes comerciantes establecidos tanto en Tolosa como en San Sebastián.
También llegarán con él a nuestra villa desde Tardets, Domingo de Aguirre, futuro yerno suyo, y Juan de Ibar, de 13 años de edad como criado a su servicio, quien será el que en 1803 fundará la primera papelera de la comarca en Alegia, trasladándola a los dos años a Ibarra, tras comprar el molino Azaldegui.
También llegarán con él a nuestra villa desde Tardets, Domingo de Aguirre, futuro yerno suyo, y Juan de Ibar, de 13 años de edad como criado a su servicio, quien será el que en 1803 fundará la primera papelera de la comarca en Alegia, trasladándola a los dos años a Ibarra, tras comprar el molino Azaldegui.
Entre sus hijos, el más significado por sus ideas revolucionarias fue Juan Antonio Carrese Imaz (Tolosa 1768-). Al estallar la Revolución Francesa (1789), Baiona se convierte en punta de lanza para la introducción de las ideas revolucionarias en la península y allí coinciden una serie de españoles que habían sufrido el acoso de la Inquisición o del Estado y que se habían refugiado en aquella ciudad. Allí encontraremos al joven tolosarra.
Entre los españoles con los que mantiene contacto, José Marchena, Pablo Olavide, Leandro Fernández de Moratín o Teresa Cabarrús, primero amante y luego esposa de Jean-Lambert Tallien, importante personaje de la Revolución durante los periodos del Terror y Termidor.
Entre los españoles con los que mantiene contacto, José Marchena, Pablo Olavide, Leandro Fernández de Moratín o Teresa Cabarrús, primero amante y luego esposa de Jean-Lambert Tallien, importante personaje de la Revolución durante los periodos del Terror y Termidor.
En 1796, tras la restitución de la administración española, Juan Antonio Carrese, será procesado por retener libros prohibidos, no oír misa en día preceptivo, comer carne los días prohibidos, no confesarse voluntariamente, tener alguna pintura obscena y ser afecto a la causa francesa.
Pablo Carrese, su yerno Aguirre, y sus amigos de Tolosa, el cirujano Zubiburu, Urrutia y Danglada, también en 1796, por actos acaecidos un año antes durante la ocupación francesa. Se les acusó de haber participado el 23 de enero de 1795 en la Plaza Nueva de Tolosa en la celebración de la muerte de Luis XVI danzando con los franceses entre festivas canciones alrededor del árbol de la Libertad.
También fueron acusados ante la Inquisición por haber azotado un Cristo e intentado bautizar un gato. Otro proceso inquisitorial se desatará contra su yerno Aguirre, que será acusado de casarse con su cuñada tras la muerte de su esposa, contraviniendo las leyes de la Iglesia y acogiéndose a las de la República francesa.
Otro tolosano, Diego de Lazcano, a quien me he referido anteriormente, se defenderá en 1797 de la acusación de haber legitimado los matrimonios civiles que se habían celebrado en la población guipuzcoana durante el tiempo en que duró la ocupación francesa, arguyendo que debe separarse el matrimonio civil como mero contrato legal entre dos personas, del sacramento eclesiástico que bendice la unión, entendiendo éste como un asunto independiente de aquél y que corresponde a la intimidad litúrgica de la Iglesia y sus creyentes.
La Paz de Basilea el 22 de julio de 1795 pondrá fin a la guerra, pero no a la división creada por las diferentes actitudes de los guipuzcoanos ante la invasión de los Convencionalistas, que perdurará como una constante histórica en los siglos venideros.
Por otra parte, la postura de parte de la provincia, provocará una reacción antiforal, fomentada y apoyada por Godoy, que será una constante en los años siguientes con la promulgación de las diferentes Constituciones, y que desembocará en la Ley Paccionada de 1841 en el caso del régimen Foral navarro y el Concierto Económico de 1876 en el de las entonces denominadas provincias vascongadas.
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