El pasado sábado, temprano, con mis amigos tolosarras José Luis Casi y Rafa Guardiola, y los tafallicas Patxi Olite y Carlos Goñi, nos dimos cita en Guardetxe para dar un paseo por esta zona de Aralar, que estos últimos desconocían, con la intención de dirigirnos a Igaratza por Pago Mari y volver por Unako Putzua a Albi, donde habíamos dejado uno de los coches. Sobre la marcha, teníamos también intención de haber subido a Irumugarrieta, Beloki, o cualquiera otra de las cumbres que ibamos a dejar a ambos lados en el trayecto hacia Unako Putzua. La intensa niebla y la prudencia que nos va dando la edad, nos hizo cambiar de planes y el trayecto fue distinto. El amigo Patxi lo ha dejado reflejado en su blog en el siguiente enlace:
http://patxiolite.wordpress.com/mis-itinerarios/ruta-n%C2%BA-18-sierra-de-aralar-2/
Al finalizar el recorrido nuevamente en Guardetxe, y cuando nos disponíamos a tomar el tradicional caldo y pintxo de chorizo, nuestra sorpresa fue que estuviese cerrada sin saber el porqué. Una imagen tomada por José Luis a la vuelta. La explicación la he encontrado estos días en El Diario Vasco, cuando me he topado con varias referencias al hecho de que la familia Zufiarre deja la que hasta hoy ha sido su casa, después de tres generaciones habitándola, obligados por el mal estado del edificio.
Tolosarras de diversas generaciones guardaremos el recuerdo de Guardetxe, o La Casa del Guarda, como punto de partida de múltiples excursiones y aventuras por la Sierra de Aralar.
Somos muchos tolosarras y guipuzcoanos los que nos iniciamos en el esquí en Aralar, la mayoría en la modalidad de fondo, algunos en el de travesía y otros, como es mi caso, en el alpino. Aunque el esquí llevaba décadas practicándose en Aralar, los que nacimos en los años 60, recordamos los viajes en autobús organizados por Pepita Esnaola en la década de los 70, los domingos de invierno que había nieve (que eran muchos entonces). Más de una vez nos tocó empujar el autobús, como en esta foto obtenida de la página web del donostiarra Club Vasco de Camping.
Para todos nosotros Guardetxe era una referencia, aunque a diferencia de los esquiadores de fondo, nos quedásemos en Albi o continuásemos hasta San Miguel cuando no había tanta nieve, para esquís al hombro y con las botas de esquiar puestas, subir andando hasta el repetidor de Altxueta. Huelga decir que no había remontes ni máquinas pisa-pistas, trabajo que realizábamos con los esquís calzados los "sufridos" excursionistas. Luego, las bajadas, en "fuerte" cuña, y vuelta a subir. Poco a poco aprenderíamos la técnica que denominaban cristianía, hasta conseguir los más avezados el paralelo. Luego llegarían organizados por Pepita los primeros viajes a Formigal. Desgraciadamente no guardo fotos de aquellos primeros escarceos con el esquí.
Guardetxe fue del mismo modo en mi adolesecencia, el punto de partida para llegar andando al Refugio de Igaratza, donde todos los años al comenzar el verano, nos llevaba a pasar unos días el tío Paco (Francisco Tuduri), uno de los promotores de su construcción y de la fundación de Aralarko Adiskideak, desde donde comenzaríamos a conocer y apreciar aquellos parajes, a través de excursiones a Irumugarrieta e Intzako Torrea, Putxerri y su cueva, Txindoki, los dólmenes, cromlech y simas, ... Inolvidable el arroz con leche que preparaba con leche condensada. Una foto de aquellos días encima de un pony.
http://patxiolite.wordpress.com/mis-itinerarios/ruta-n%C2%BA-18-sierra-de-aralar-2/
Al finalizar el recorrido nuevamente en Guardetxe, y cuando nos disponíamos a tomar el tradicional caldo y pintxo de chorizo, nuestra sorpresa fue que estuviese cerrada sin saber el porqué. Una imagen tomada por José Luis a la vuelta. La explicación la he encontrado estos días en El Diario Vasco, cuando me he topado con varias referencias al hecho de que la familia Zufiarre deja la que hasta hoy ha sido su casa, después de tres generaciones habitándola, obligados por el mal estado del edificio.
Tolosarras de diversas generaciones guardaremos el recuerdo de Guardetxe, o La Casa del Guarda, como punto de partida de múltiples excursiones y aventuras por la Sierra de Aralar.
Somos muchos tolosarras y guipuzcoanos los que nos iniciamos en el esquí en Aralar, la mayoría en la modalidad de fondo, algunos en el de travesía y otros, como es mi caso, en el alpino. Aunque el esquí llevaba décadas practicándose en Aralar, los que nacimos en los años 60, recordamos los viajes en autobús organizados por Pepita Esnaola en la década de los 70, los domingos de invierno que había nieve (que eran muchos entonces). Más de una vez nos tocó empujar el autobús, como en esta foto obtenida de la página web del donostiarra Club Vasco de Camping.
Para todos nosotros Guardetxe era una referencia, aunque a diferencia de los esquiadores de fondo, nos quedásemos en Albi o continuásemos hasta San Miguel cuando no había tanta nieve, para esquís al hombro y con las botas de esquiar puestas, subir andando hasta el repetidor de Altxueta. Huelga decir que no había remontes ni máquinas pisa-pistas, trabajo que realizábamos con los esquís calzados los "sufridos" excursionistas. Luego, las bajadas, en "fuerte" cuña, y vuelta a subir. Poco a poco aprenderíamos la técnica que denominaban cristianía, hasta conseguir los más avezados el paralelo. Luego llegarían organizados por Pepita los primeros viajes a Formigal. Desgraciadamente no guardo fotos de aquellos primeros escarceos con el esquí.
Guardetxe fue del mismo modo en mi adolesecencia, el punto de partida para llegar andando al Refugio de Igaratza, donde todos los años al comenzar el verano, nos llevaba a pasar unos días el tío Paco (Francisco Tuduri), uno de los promotores de su construcción y de la fundación de Aralarko Adiskideak, desde donde comenzaríamos a conocer y apreciar aquellos parajes, a través de excursiones a Irumugarrieta e Intzako Torrea, Putxerri y su cueva, Txindoki, los dólmenes, cromlech y simas, ... Inolvidable el arroz con leche que preparaba con leche condensada. Una foto de aquellos días encima de un pony.
También aprendimos allí a reponer fuerzas a base de bocadillo y zato. Hoy vamos al monte con fruta, agua y bebidas energéticas. Alguno de los compañeros de ruta del otro día lo echaba en falta. La foto está tomada en Aralar el verano de 1973. Aunque alguno me tilde de nostálgico, estos recuerdos son los que van forjando la pequeña historia de una vida y plasmarlos por escrito no es un ejercicio de añoranza, sino un humilde homenaje a quienes los hicieron posibles.
Esperemos que el Gobierno de Navarra rehabilite el edificio de Guardetxe y le de algún uso público que aproveche las sinergias, como se dice ahora, de tan querido lugar.
Esperemos que el Gobierno de Navarra rehabilite el edificio de Guardetxe y le de algún uso público que aproveche las sinergias, como se dice ahora, de tan querido lugar.
Emilio, muchos de tus recuerdos son también los míos. Por muchos años amigo.
ResponderEliminar