El viernes el espectáculo estrella del malecón de la playa de Zarautz no fueron ni los surfistas que ya entrenan para el próximo San Miguel Pro Surf (del 1 al 6 de septiembre), ni los grupos de música que amenizan las terrazas de los chiringuitos, ni los cuerpos serranos que se tuestan al sol de agosto.
En esta ocasión, la gran atracción la constituyó el cachalote que varó en la playa hacia las 7 y media de la mañana y no fue retirado hasta pasadas las 11 de la noche.
No habrá veraneante zarauztarra que no haya posado ese día con el cetáceo que vino a morir junto a la arena.
Según cuentan las crónicas (no soy ningún especialista ni mucho menos en biología marina), se trataba de un ejemplar joven de cachalote.
El nombre genérico ballena engloba a los cetáceos de gran tamaño y se subdivide en Odontocetos (ballenas con dientes) y Misticetos (ballenas con barbas)
Dentro del primer grupo se encuentra el cachalote (Physeter catodon).
En cuanto al ejemplar que nos ocupa, medía unos 12 metros y pesaba más de 20 Tns., lo que da una idea de su envergadura.
La labor de retirada de la playa ocupó amén de dos grandes grúas, dos camiones para arrastrar, otro para el traslado del mamífero, una excavadora y un amplio grupo de personas que trataron en todo momento que el cuerpo fuese retirado íntegro y sin desperfectos para posteriormente enterrarlo y en unos años recuperar el esqueleto para el Aquarium donostiarra, quizá para hacer compañía a los huesos de la ballena que durante años y hasta la ampliación del museo oceanográfico del muelle, constituyó la mayor atracción del recinto.
La ballena estuvo muy ligada al mundo vasco durante siglos. Muestra de ello es su presencia en muchos de los escudos de localidades costeras como los de las guipuzcoanas Zarautz, Getaria, Hondarribia o Mutriku, las vizcainas Ondarroa, Bermeo o Lekeitio y las labortanas Biarritz, Hendaia o Getaria-Guétary a la que pertenece éste de la imagen.
Aunque existen documentos que remontan la actividad de la caza de la ballena por los marineros vascos al siglo VIII, la franja de mayor actividad se corresponde con el periodo comprendido entre los siglos XI y XVIII.
En el siglo XV la escasez de ballenas en el Golfo de Vizcaya obliga a los balleneros vascos a abrir nuevas rutas, llegando a las costas de Irlanda, Islandia, Terranova y la península del Labrador, habiéndose documentado que en el siglo XVI, el de mayor esplendor, ocupaban en temporada a más de 200 balleneros sólo en Bizkaia y Gipuzkoa. En San Juan de Luz en 1600 están censadas 60 embarcaciones balleneras que dan ocupación a cerca de 3000 pescadores. No sólo para cazar ballenas, sino que también fue muy importante la pesca del bacalao.
Más tarde deberán aún subir más al norte hasta las costas de Groenlandia en busca del preciado mamífero. En este enlace podemos ampliar información acerca de la actividad ballenera vasca.
La última ballena cazada por los vascos de la que se tiene constancia fue capturada en Orio en 1901 y desde hace unos años se celebra anualmente la efemérides con una fiesta popular.
En aguas de Zarautz se capturó la última en 1878.
Vestigio de la actividad ballenera y comercial de los marineros vascos en las costas del Atlántico Norte son diversos topónimos y las dos variedades de pidgin que llegaron a hablar los habitantes de Terranova y Labrador (el pidgin algonquino-vasco) y de Islandia (pidgin vasco-islandés). Del primero de ellos dejó constancia el cronista guipuzcoano Esteban de Garibay (1533-1599) en su Compendio.
También Lope Martínez de Isasti (1565-1626) escribirá en su Compendio Historial de Guipúzcoa acerca de la actividad ballenera en la costa cantábrica:
Aunque han pasado ya más de cien años desde que se capturase la última ballena en nuestras costas, todavía los cetáceos forman parte del imaginario colectivo vasco y suscitan la expectación que hemos podido observar estos días pasados.
En esta ocasión, la gran atracción la constituyó el cachalote que varó en la playa hacia las 7 y media de la mañana y no fue retirado hasta pasadas las 11 de la noche.
No habrá veraneante zarauztarra que no haya posado ese día con el cetáceo que vino a morir junto a la arena.
Según cuentan las crónicas (no soy ningún especialista ni mucho menos en biología marina), se trataba de un ejemplar joven de cachalote.
El nombre genérico ballena engloba a los cetáceos de gran tamaño y se subdivide en Odontocetos (ballenas con dientes) y Misticetos (ballenas con barbas)
Dentro del primer grupo se encuentra el cachalote (Physeter catodon).
En cuanto al ejemplar que nos ocupa, medía unos 12 metros y pesaba más de 20 Tns., lo que da una idea de su envergadura.
La labor de retirada de la playa ocupó amén de dos grandes grúas, dos camiones para arrastrar, otro para el traslado del mamífero, una excavadora y un amplio grupo de personas que trataron en todo momento que el cuerpo fuese retirado íntegro y sin desperfectos para posteriormente enterrarlo y en unos años recuperar el esqueleto para el Aquarium donostiarra, quizá para hacer compañía a los huesos de la ballena que durante años y hasta la ampliación del museo oceanográfico del muelle, constituyó la mayor atracción del recinto.
La ballena estuvo muy ligada al mundo vasco durante siglos. Muestra de ello es su presencia en muchos de los escudos de localidades costeras como los de las guipuzcoanas Zarautz, Getaria, Hondarribia o Mutriku, las vizcainas Ondarroa, Bermeo o Lekeitio y las labortanas Biarritz, Hendaia o Getaria-Guétary a la que pertenece éste de la imagen.
Aunque existen documentos que remontan la actividad de la caza de la ballena por los marineros vascos al siglo VIII, la franja de mayor actividad se corresponde con el periodo comprendido entre los siglos XI y XVIII.
En el siglo XV la escasez de ballenas en el Golfo de Vizcaya obliga a los balleneros vascos a abrir nuevas rutas, llegando a las costas de Irlanda, Islandia, Terranova y la península del Labrador, habiéndose documentado que en el siglo XVI, el de mayor esplendor, ocupaban en temporada a más de 200 balleneros sólo en Bizkaia y Gipuzkoa. En San Juan de Luz en 1600 están censadas 60 embarcaciones balleneras que dan ocupación a cerca de 3000 pescadores. No sólo para cazar ballenas, sino que también fue muy importante la pesca del bacalao.
Más tarde deberán aún subir más al norte hasta las costas de Groenlandia en busca del preciado mamífero. En este enlace podemos ampliar información acerca de la actividad ballenera vasca.
La última ballena cazada por los vascos de la que se tiene constancia fue capturada en Orio en 1901 y desde hace unos años se celebra anualmente la efemérides con una fiesta popular.
En aguas de Zarautz se capturó la última en 1878.
Vestigio de la actividad ballenera y comercial de los marineros vascos en las costas del Atlántico Norte son diversos topónimos y las dos variedades de pidgin que llegaron a hablar los habitantes de Terranova y Labrador (el pidgin algonquino-vasco) y de Islandia (pidgin vasco-islandés). Del primero de ellos dejó constancia el cronista guipuzcoano Esteban de Garibay (1533-1599) en su Compendio.
También Lope Martínez de Isasti (1565-1626) escribirá en su Compendio Historial de Guipúzcoa acerca de la actividad ballenera en la costa cantábrica:
"Algunos marineros de Guipúzcoa, de las villas de Orio, Zarauz, Guetaria, Deva y Motrico por no ir en tan larga navegación y de tanto riesgo a Terranova, acostumbran ir cada año por el mes de octubre, a la costa de Vizcaya y Asturias a esperar a las ballenas que pasan en el invierno a luengo de costa; y viéndolas van luego con sus esquifes y instrumentos, con mucha presteza, y las matan y traídas a puerto les sacan la grasa e hinchan muchas barricas y vuelven a sus casas por marzo bien aprovechados."Vemos que no sólo navegaban hasta los lejanos mares del norte, sino que la buscaban por toda la costa cantábrica donde arrendaban puertos asturianos o gallegos para su descarga durante los meses del invierno.
Aunque han pasado ya más de cien años desde que se capturase la última ballena en nuestras costas, todavía los cetáceos forman parte del imaginario colectivo vasco y suscitan la expectación que hemos podido observar estos días pasados.
Están muy bien las historias y la épica de la conocida en todo el mundo como ballena vasca, la ballena franca occidental, Eubalaena glacialis: invernaban y se reproducían cerca de la costa, nadaban lentamente, era relativamente sencillo cazarlas con los medios de la época, cuando las mataban además FLOTABAN, y su carne, aceite y barbas eran de excelente calidad. Todo ello llevó a que efectivamente a mediados del XVI ya escaseara.... en el XIX sólo se pescaron 4 ejemplares, y en el S.XX, el último de Orio. Es decir, no es políticamente correcto decirlo, pero los Vascos, tenemos aparte de la épica, el dudoso "honor" de ser el actor principal en la EXTINCIÓN de la ballena franca occidental. Durante muchos años se dio por extinguida, aunque ha habido algunos avistamientos sin confirmar. La variedad oriental de las costas americanas cuenta en la actualidad con cerca de un millar de ejemplares. Agur bero bat.
ResponderEliminarTienes toda la razón, Alberto. Éramos a la ballena lo que en el siglo XX han sido los japoneses.
ResponderEliminarNo obstante, todos sabemos que las cosas del comer es muy difícil pararlas. No vemos más allá de nuestras narices y así nos va.
si se respeta la moratoria las especies pueden recuperarse.antes abundaban y no hacia falta irse a terranova.
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