Aunque el tiempo es peor del anunciado para este sábado, y el día amanece con sirimiri, confiamos en la mejora y decidimos mantener la ruta prevista.
Nos dirigimos a la villa de Amezketa, que se encuentra situada en la comarca guipuzcoana de Tolosaldea, a los pies del Txindoki y uno de los puntos más habituales para adentrarse en la Sierra de Aralar desde la vertiente norte de la misma. Hoy me acompaña mi amigo Martín, herrikoseme de la citada localidad.
Gran parte del trayecto coincide con el utilizado en la ascensión a Ganbo, por lo que dejo el enlace de la entrada que dediqué a esta emblemática cumbre de la sierra.
Una vez más utilizo para ilustrar este punto el excelente archivo de fotografías de la Diputación Foral de Gipuzkoa, custodiadas en Tolosa y recogidas en la red al alcance del público en general en Gure Gipuzkoa para ilustrar este punto.
En este caso se trata de una fotografía de Indalecio Ojanguren, fechada en 1954, con Txindoki nevado al fondo.
A la derecha de la iglesia de San Bartolomé, por cierto con un precioso atrio de madera por el que merece la pena detenerse, nos dirigimos hacia el cementerio, donde se inicia el camino que asciende hacia Beratzeaga (Beatza) donde tomaremos el camino hacia el barranco de Arritzaga.
Si queremos acortar un poco la ascensión, parte de este trayecto puede hacerse en coche por las pistas que ascienden a los caseríos, siguiendo los indicadores que marcan "Aralar".
Podemos dejar nuestro vehículo en el punto donde la pista deja de estar asfaltada. Desde aquí caminamos un cuarto de hora por la pista hasta alcanzar el paraje conocido popularmente como Beatza, donde encontramos el puente de madera que salva la regata que baja por el barranco de Arritzaga.
Aquí comienza propiamente la ascensión junto a la corriente de agua y entre los pedregales. Atravesamos una pedrera bajo la mole de piedra de Anduitz, conocida también como Peña Saltarri, denominación que comparte con otros puntos de nuestra geografía y cuyo nombre tiene connotaciones suicidas (piedra para saltar).
Un cartel nos recuerda la prohibición de escalar esta peña y unos metros más adelante nos encontraremos con la borda del mismo nombre (35 minutos). En este punto cuentan que hubo un enfrentamiento con el maquis en el año 1946 en el que perdieron la vida dos de ellos.
Sobre la presencia del maquis en la parte guipuzcoana de Aralar, el escritor que fuera militante de la CNT y combatiente en la Guerra Civil del 36, Eduard Pons Prades, en su libro Guerrillas españolas (1936-1960) nos cuenta el testimonio recogido a un maqui apodado Bakunin, situando el relato en octubre de 1944:
Lo cierto es que sí parece que hubo actividad maqui en Aralar por esos años, aunque está muy poco estudiada y documentada.
Siguiendo con nuestra ruta, y tras varios zigzag, el camino va haciéndose más escarpado. A nuestra derecha, admiramos la espectacular cascada de Ondarre o Bizutsako Saltoa, que estos días a pesar de encontrarnos en verano cae con abundante caudal de agua.
Superado este desnivel tras las revueltas, el camino se abre ofreciéndonos a la vista varias de las pozas que se forman en escalera en el riachuelo de Arritzaga y donde mi perro Blai, haciendo honor a su nombre (mojado, empapado, calado, en euskera), y aunque en esta ocasión lo he dejado en casa (la edad tampoco perdona en el mundo animal), se ha refrescado y dado un chapuzón en cada ocasión que me ha acompañado por estos parajes.
Habremos llegado hasta la valla que señala que hemos alcanzado el portillo de Aitzelo, (1h.10') desde donde ya avistamos los vestigios de las minas de cobre que dan nombre a este itinerario. Para conocer la historia de su explotación, obligatorio consultar la publicación que les dedicó el tolosarra Jesús Elósegui Irazusta.
Aunque el camino más marcado nos dirige hacia la izquierda hacia la ruta de Balerdi, seguimos de frente por la senda que en principio desciende ligeramente para conducirnos al pie de lo que constituyó la boca principal de la explotación minera, en el valle de Burutzuzin.
Ascendemos por detrás de la polea que movía las vagonetas de mineral, pasamos por un pequeño puente de madera que nos sirve para salvar la regata a la otra orilla, aunque un nuevo puente nos conducirá de nuevo a la izquierda del riachuelo para alcanzar la majada de Arritzaga.(1h.30')
Cruzamos nuevamente al otro lado de la regata y por la troncha que se abre paso en la ladera derecha según subimos continuaremos nuestra ascensión, ya más llevadera y suave que la subida inicial hasta Arritzaga.
Enseguida, veremos el abrevadero que a su izquierda, un poco más elevada, nos sitúa en la fuente de Pardeluts (1h.45') Una inscripción nos recuerda que nos encontramos ya a 1060 m. de altitud.
Desde aquí, y tras reponer de agua nuestra cantimplora, continuamos ganando altura siguiendo las marcas del GR.
La niebla se hace espesa y nos impide ver la piedra que protege la hornacina con la virgen, que sí que apreciaremos en el camino de vuelta.
Tras superar una parte de trazado más angosto entre rocas, el camino vuelve a abrirse ya alcanzados los afamados pastos de Aralar que alimentan al numeroso ganado que puebla sus laderas y valles.
Ante nuestros ojos, un poste indicador erigido por los Amigos de Aralar nos ayuda a situarnos y orientarnos en la sierra.
Nos encontramos en el lugar conocido como Perileku, que nos recuerda que nos encontramos en la amplia llanada utilizada hasta 1940 para la celebración de una feria de ganado que los pastores organizaban la antevíspera de San Juan. Recurro de nuevo al Archivo fotográfico de las Diputación, antes citado y tomo otra imagen de Indalecio Ojanguren, esta vez fechada en 1925, que retrata una reunión de pastores en Perileku.
En esta feria compraban y vendían ovejas, intercambiaban carneros para la mejora de los rebaños y entregaban una limosna a los monjes de Arantzazu, consistente en un cordero y algunos quesos por parte de cada pastor, costumbre que mantuvieron aún unos años después de haberse dejado de celebrar la feria, hasta que se percataron de que los frailes convertían la limosna en especie, en dinero contante y sonante tras la venta de los productos pastoriles.
Tomamos la dirección Oeste hacia nuestra derecha para dirigirnos en unos pocos minutos hacia el collado de Beaskin, desde donde avistamos los refugios de Errenaga o Igaratza. (2h.30'), construidos por Aralarko Adiskideak como ya conté en la entrada Guardetxe-Errenaga-Txindoki.
Antes habremos admirado los dólmenes y cromlech que jalonan el recorrido, convenientemente señalados por pequeños mojones indicadores con sus respectivas denominaciones, como éste Dolmen (Trikuharri en euskera) de Igaratza III, aprovechando el respiro que nos da la persistente niebla.
Tras la preceptiva reposición de fuerzas, retomamos la excursión para desandar nuestros pasos hasta la fuente de Pardeluts, no sin antes, esta vez sí detenernos en el monolito que acoge la Amabirjiña, en el punto en que según la leyenda la virgen dejó marcada su huella en la piedra.
Lo cierto es que no sé si por miedo a que alguien se la lleve, pero la talla no tiene mucho valor, de hecho me recuerda a las botellitas de agua de Lourdes con la forma de esta virgen, dicho sea con el mayor de los respetos y sin ánimo de ofender a nadie.
En Pardeluts, y con el fin de no volver por el mismo camino utilizado a la ida, máxima que quienes visitan mis rutas, sabrán que sigo siempre que puedo, dirigimos nuestros pasos por la ladera de la izquierda intentando no perder altura y dejando a nuestra izquierda el camino que asciende hacia la borda del mismo nombre, teniendo como referencia la cercana majada de Ondarre. (3h.40')
Aquí el camino no se intuye fácilmente, aunque si seguimos la misma dirección y bajamos algo de altura, encontraremos la troncha que nos servirá para salvar el cortado existente entre estas bordas y la majada de Ariñate, bastante embarrada por el continuo paso de ganado. Desde este punto la vista invita a detenerse y admirar los paisajes que nos conducen hasta el mar.
Alcanzado este punto, nos encontramos con gran actividad en estas fechas. Ante nuestro desconocimiento del tema pastoril, e inquiridos algunos de los pastores que allí se afanaban con las ovejas, nos indican que estaban lavándolas para proceder aun posterior tratamiento de desparasitado.
En la borda Elordi, el pastor nos invita a pasar y tomar un trago de vino con un trozo de queso y pan, que todo hay que decirlo, nos viene de maravilla, ya que se nos ha hecho un poco tarde y nuestro estómago empieza a reclamar el ser debidamente saciado.
Aunque nos habría gustado comprarle algún queso, no le queda ninguno a la venta.
Por la cómoda pista que zigzaguea para salvar las fuertes pendientes descendemos hasta Beatza y alcanzamos el punto donde habíamos dejado nuestro vehículo.
Merece la pena este recorrido por sus impresionantes vistas. Desde aquí apreciamos enfrente la dureza de la subida a Arritzaga por el camino utilizado a la ida.
Contando las paradas, han pasado más de 5 horas desde nuestra partida.
Nos dirigimos a la villa de Amezketa, que se encuentra situada en la comarca guipuzcoana de Tolosaldea, a los pies del Txindoki y uno de los puntos más habituales para adentrarse en la Sierra de Aralar desde la vertiente norte de la misma. Hoy me acompaña mi amigo Martín, herrikoseme de la citada localidad.
Gran parte del trayecto coincide con el utilizado en la ascensión a Ganbo, por lo que dejo el enlace de la entrada que dediqué a esta emblemática cumbre de la sierra.
Una vez más utilizo para ilustrar este punto el excelente archivo de fotografías de la Diputación Foral de Gipuzkoa, custodiadas en Tolosa y recogidas en la red al alcance del público en general en Gure Gipuzkoa para ilustrar este punto.
En este caso se trata de una fotografía de Indalecio Ojanguren, fechada en 1954, con Txindoki nevado al fondo.
A la derecha de la iglesia de San Bartolomé, por cierto con un precioso atrio de madera por el que merece la pena detenerse, nos dirigimos hacia el cementerio, donde se inicia el camino que asciende hacia Beratzeaga (Beatza) donde tomaremos el camino hacia el barranco de Arritzaga.
Si queremos acortar un poco la ascensión, parte de este trayecto puede hacerse en coche por las pistas que ascienden a los caseríos, siguiendo los indicadores que marcan "Aralar".
Podemos dejar nuestro vehículo en el punto donde la pista deja de estar asfaltada. Desde aquí caminamos un cuarto de hora por la pista hasta alcanzar el paraje conocido popularmente como Beatza, donde encontramos el puente de madera que salva la regata que baja por el barranco de Arritzaga.
Aquí comienza propiamente la ascensión junto a la corriente de agua y entre los pedregales. Atravesamos una pedrera bajo la mole de piedra de Anduitz, conocida también como Peña Saltarri, denominación que comparte con otros puntos de nuestra geografía y cuyo nombre tiene connotaciones suicidas (piedra para saltar).
Un cartel nos recuerda la prohibición de escalar esta peña y unos metros más adelante nos encontraremos con la borda del mismo nombre (35 minutos). En este punto cuentan que hubo un enfrentamiento con el maquis en el año 1946 en el que perdieron la vida dos de ellos.
Sobre la presencia del maquis en la parte guipuzcoana de Aralar, el escritor que fuera militante de la CNT y combatiente en la Guerra Civil del 36, Eduard Pons Prades, en su libro Guerrillas españolas (1936-1960) nos cuenta el testimonio recogido a un maqui apodado Bakunin, situando el relato en octubre de 1944:
"Nos dirigíamos hacia la sierra de Aralar, donde debíamos establecer contacto con grupos armados que tenían sus bases allí desde hacía mucho tiempo. Pero no nos quedó más remedio que disgregarnos aún más y dispersarnos. Cuando llegamos a Lekunberri (Navarra) para conectar con guías vascos, nuestros efectivos se habían fundido. La columna no llegaba a cien hombres (...) Nos presentamos en la sierra de Aralar (Gipuzkoa) dos días después de lo previsto y allí encontramos un fuerte destacamento -un centenar de guerrilleros- mandados por un tal Elustondo, que tenía de ayudantes a un andaluz, Rodríguez, y a un paisano suyo, Saldarriaga. Allí había enlaces para dar y vender, pero los dos que a mí me parecieron más finos - en los ocho meses que estuve con ellos- eran dos muchachas, una de ellas compañera de Elustondo, Carmen y Miren. No te garantizo la autenticidad de los nombres. Al final, en aquel campamento sólo se quedaron los que eran del terruño."No hay datos que confirmen la verosimilitud de este relato, pero parece exagerado pensar, como dice el tetimonio recogido por Pons Prades, en un grupo de 100 combatientes.
Lo cierto es que sí parece que hubo actividad maqui en Aralar por esos años, aunque está muy poco estudiada y documentada.
Siguiendo con nuestra ruta, y tras varios zigzag, el camino va haciéndose más escarpado. A nuestra derecha, admiramos la espectacular cascada de Ondarre o Bizutsako Saltoa, que estos días a pesar de encontrarnos en verano cae con abundante caudal de agua.
Superado este desnivel tras las revueltas, el camino se abre ofreciéndonos a la vista varias de las pozas que se forman en escalera en el riachuelo de Arritzaga y donde mi perro Blai, haciendo honor a su nombre (mojado, empapado, calado, en euskera), y aunque en esta ocasión lo he dejado en casa (la edad tampoco perdona en el mundo animal), se ha refrescado y dado un chapuzón en cada ocasión que me ha acompañado por estos parajes.
Habremos llegado hasta la valla que señala que hemos alcanzado el portillo de Aitzelo, (1h.10') desde donde ya avistamos los vestigios de las minas de cobre que dan nombre a este itinerario. Para conocer la historia de su explotación, obligatorio consultar la publicación que les dedicó el tolosarra Jesús Elósegui Irazusta.
Aunque el camino más marcado nos dirige hacia la izquierda hacia la ruta de Balerdi, seguimos de frente por la senda que en principio desciende ligeramente para conducirnos al pie de lo que constituyó la boca principal de la explotación minera, en el valle de Burutzuzin.
Ascendemos por detrás de la polea que movía las vagonetas de mineral, pasamos por un pequeño puente de madera que nos sirve para salvar la regata a la otra orilla, aunque un nuevo puente nos conducirá de nuevo a la izquierda del riachuelo para alcanzar la majada de Arritzaga.(1h.30')
Cruzamos nuevamente al otro lado de la regata y por la troncha que se abre paso en la ladera derecha según subimos continuaremos nuestra ascensión, ya más llevadera y suave que la subida inicial hasta Arritzaga.
Enseguida, veremos el abrevadero que a su izquierda, un poco más elevada, nos sitúa en la fuente de Pardeluts (1h.45') Una inscripción nos recuerda que nos encontramos ya a 1060 m. de altitud.
Desde aquí, y tras reponer de agua nuestra cantimplora, continuamos ganando altura siguiendo las marcas del GR.
La niebla se hace espesa y nos impide ver la piedra que protege la hornacina con la virgen, que sí que apreciaremos en el camino de vuelta.
Tras superar una parte de trazado más angosto entre rocas, el camino vuelve a abrirse ya alcanzados los afamados pastos de Aralar que alimentan al numeroso ganado que puebla sus laderas y valles.
Ante nuestros ojos, un poste indicador erigido por los Amigos de Aralar nos ayuda a situarnos y orientarnos en la sierra.
Nos encontramos en el lugar conocido como Perileku, que nos recuerda que nos encontramos en la amplia llanada utilizada hasta 1940 para la celebración de una feria de ganado que los pastores organizaban la antevíspera de San Juan. Recurro de nuevo al Archivo fotográfico de las Diputación, antes citado y tomo otra imagen de Indalecio Ojanguren, esta vez fechada en 1925, que retrata una reunión de pastores en Perileku.
En esta feria compraban y vendían ovejas, intercambiaban carneros para la mejora de los rebaños y entregaban una limosna a los monjes de Arantzazu, consistente en un cordero y algunos quesos por parte de cada pastor, costumbre que mantuvieron aún unos años después de haberse dejado de celebrar la feria, hasta que se percataron de que los frailes convertían la limosna en especie, en dinero contante y sonante tras la venta de los productos pastoriles.
Tomamos la dirección Oeste hacia nuestra derecha para dirigirnos en unos pocos minutos hacia el collado de Beaskin, desde donde avistamos los refugios de Errenaga o Igaratza. (2h.30'), construidos por Aralarko Adiskideak como ya conté en la entrada Guardetxe-Errenaga-Txindoki.
Antes habremos admirado los dólmenes y cromlech que jalonan el recorrido, convenientemente señalados por pequeños mojones indicadores con sus respectivas denominaciones, como éste Dolmen (Trikuharri en euskera) de Igaratza III, aprovechando el respiro que nos da la persistente niebla.
Tras la preceptiva reposición de fuerzas, retomamos la excursión para desandar nuestros pasos hasta la fuente de Pardeluts, no sin antes, esta vez sí detenernos en el monolito que acoge la Amabirjiña, en el punto en que según la leyenda la virgen dejó marcada su huella en la piedra.
Lo cierto es que no sé si por miedo a que alguien se la lleve, pero la talla no tiene mucho valor, de hecho me recuerda a las botellitas de agua de Lourdes con la forma de esta virgen, dicho sea con el mayor de los respetos y sin ánimo de ofender a nadie.
En Pardeluts, y con el fin de no volver por el mismo camino utilizado a la ida, máxima que quienes visitan mis rutas, sabrán que sigo siempre que puedo, dirigimos nuestros pasos por la ladera de la izquierda intentando no perder altura y dejando a nuestra izquierda el camino que asciende hacia la borda del mismo nombre, teniendo como referencia la cercana majada de Ondarre. (3h.40')
Aquí el camino no se intuye fácilmente, aunque si seguimos la misma dirección y bajamos algo de altura, encontraremos la troncha que nos servirá para salvar el cortado existente entre estas bordas y la majada de Ariñate, bastante embarrada por el continuo paso de ganado. Desde este punto la vista invita a detenerse y admirar los paisajes que nos conducen hasta el mar.
Alcanzado este punto, nos encontramos con gran actividad en estas fechas. Ante nuestro desconocimiento del tema pastoril, e inquiridos algunos de los pastores que allí se afanaban con las ovejas, nos indican que estaban lavándolas para proceder aun posterior tratamiento de desparasitado.
En la borda Elordi, el pastor nos invita a pasar y tomar un trago de vino con un trozo de queso y pan, que todo hay que decirlo, nos viene de maravilla, ya que se nos ha hecho un poco tarde y nuestro estómago empieza a reclamar el ser debidamente saciado.
Aunque nos habría gustado comprarle algún queso, no le queda ninguno a la venta.
Por la cómoda pista que zigzaguea para salvar las fuertes pendientes descendemos hasta Beatza y alcanzamos el punto donde habíamos dejado nuestro vehículo.
Merece la pena este recorrido por sus impresionantes vistas. Desde aquí apreciamos enfrente la dureza de la subida a Arritzaga por el camino utilizado a la ida.
Contando las paradas, han pasado más de 5 horas desde nuestra partida.
precioso lugar ,para perderse una mañana y dejarse llevar por la tranquilidad del silencio
ResponderEliminareste sábado he estado por primera vez y volver
es muy duro el final cuando estas de vuelta ,pero merece la pena
Maravilloso testimonio!! Hermosa nota! Te invito a visitar mi blog donde refiero a mi visita a Amezketa y Abaltcisketa buscando el lugar de nacimiento de mis abuelos maternos.
ResponderEliminarHttp://Cambalache21.blogspot.com
Gracias y Saludos!!
Lili
Gracias. Me alegro de que te haya gustado. He leído el enlace que me recomendabas a tu blog. Muy emotivo y emocionante.
EliminarUn pueblo fantástico. Para que estos pueblos sigan luciendo como nuevos, es importante contratar los servicios de empresas especializadas en el mobiliario urbano y en el rescate de la iluminación pública clásica. Tenemos empresas capaces de reconstruir el mobiliario urbano de un pueblo sin afectar a la temporalidad.
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