En pleno ciclón, y entre las grandes olas que golpeaban la costa del Cantábrico, ayer me acerqué a ver "La ola", una película que hacía tiempo tenía ganas de ver y que iba dejando por otras.
Me gustó mucho, tanto por su guión y música como cinematográficamente hablando, sobre todo el ritmo que se mantiene durante toda la película. En síntesis, el argumento se centra en un Instituto de una ciudad alemana indeterminada. Un profesor, durante lo que denominan "Semana de proyectos" (el sistema educativo alemán es bastante diferente al que conocemos) y para explicar a sus alumnos en qué consiste una autarquía, decide llevarlo a la práctica en un grupo reducido como es la clase. Comienza como un juego (disciplina, identidad,...) pero poco a poco los chavales y el propio profesor van entrando e identificándose con ello, cada uno con su personalidad, adquiriendo conciencia de grupo, diferencia frente a los otros, simbología,... en definitiva, una identidad colectiva. !Qué peligro! Te das cuenta de lo manipulables que somos las personas (y "personos" como diría nuestro lehendakari), no sólo los adolescentes. Aquí son cuatro ideas bien lanzadas y estructuradas, allí los colores de un equipo de fútbol (un ejemplo muy bueno) , allá el circo romano o una manifestación.
Es fácil explicarse así como el pueblo más culto (en el sentido más humanista del término) y desarrollado del planeta pudo caer en el horror del "nazismo". Una vez puesta en marcha la maquinaria y creado el "monstruo" es muy díficil pararlo, como en la película.
Durante tiempo tuve un concepto del pueblo alemán muy diferente al que tengo ahora, un poco por desconocimiento y guiado por los tópicos. Hoy por hoy, después de múltiples lecturas (filosofía, literatura,..) sucesivas visitas de trabajo o de ocio a diferentes puntos de Alemania, en su conjunto es uno de los países de Europa que más me gusta, si no el que más y los alemanes a pesar de la fama que han tenido de ordenados, cuadrados, ... son gente muy culta, divertidos y les gusta tanto la fiesta como a nosotros, al menos en su gran mayoría.
Todavía tienen cierto sentimiento de culpa por lo que pasó con el nazismo, aunque las nuevas generaciones se van liberando del estigma de sus abuelos.
A partir del siglo XVIII sobre todo, los alemanes se pusieron a leer, descubrieron la Grecia clásica y en pocos años pasaron de ser un pueblo irrelevante culturalmente a ser modelo para todo Europa.
El ideal de Bildung (Educación como búsqueda del conocimiento, entendido como superación personal, sin un objetivo puramente mercantilista) ha perdurado desde los pioneros Goethe, Schiller, Herder o Humboldt hasta nuestros días (incluso el nazismo lo fomentó, aunque pueda parecer una contradicción) y deberíamos aprender mucho de ellos en ese sentido. En Alemania puedes encontrar a un técnico o gerente de una gran empresa leyendo en sus horas libres un libro que nada tiene ver con su trabajo o formación y eso les hace grandes y les da un bagaje del que carecemos en el resto de Europa.
El mismo Goethe, además de ser el escritor más influyente de la literatura alemana, cultivó una vertiente científica, escribiendo una "Teoría de los colores" que intentaba refutar la "Óptica" de Newton. Y hablando de Goethe, os animo a que leáis "Las afinidades electivas", una obra publicada en 1809 pero que podría estar escrita en 2009, donde reflexiona en torno a las relaciones personales y las dificultades para conciliar nuestra moral con nuestras pasiones.
Todo ello, entre otras cosas, me llevó hace unos años a estudiar el alemán, y aunque ahora lo tengo un poco aparcado después de cuatro años de esfuerzo, no renuncio a poder leer a Kant en su idioma original o ver "Die Welle" en lugar de "La ola". También para entender Alemania, las películas "El cielo sobre Berlín" de Wenders (ya un clásico del cine), antes de la caída del muro, o "Good bye, Lenin" de Becker, divertidísimo film sobre la nueva Alemania reunificada. En el blog de Manolo, por otra parte, hay unas preciosas fotos de Baviera.
Me gustó mucho, tanto por su guión y música como cinematográficamente hablando, sobre todo el ritmo que se mantiene durante toda la película. En síntesis, el argumento se centra en un Instituto de una ciudad alemana indeterminada. Un profesor, durante lo que denominan "Semana de proyectos" (el sistema educativo alemán es bastante diferente al que conocemos) y para explicar a sus alumnos en qué consiste una autarquía, decide llevarlo a la práctica en un grupo reducido como es la clase. Comienza como un juego (disciplina, identidad,...) pero poco a poco los chavales y el propio profesor van entrando e identificándose con ello, cada uno con su personalidad, adquiriendo conciencia de grupo, diferencia frente a los otros, simbología,... en definitiva, una identidad colectiva. !Qué peligro! Te das cuenta de lo manipulables que somos las personas (y "personos" como diría nuestro lehendakari), no sólo los adolescentes. Aquí son cuatro ideas bien lanzadas y estructuradas, allí los colores de un equipo de fútbol (un ejemplo muy bueno) , allá el circo romano o una manifestación.
Es fácil explicarse así como el pueblo más culto (en el sentido más humanista del término) y desarrollado del planeta pudo caer en el horror del "nazismo". Una vez puesta en marcha la maquinaria y creado el "monstruo" es muy díficil pararlo, como en la película.
Durante tiempo tuve un concepto del pueblo alemán muy diferente al que tengo ahora, un poco por desconocimiento y guiado por los tópicos. Hoy por hoy, después de múltiples lecturas (filosofía, literatura,..) sucesivas visitas de trabajo o de ocio a diferentes puntos de Alemania, en su conjunto es uno de los países de Europa que más me gusta, si no el que más y los alemanes a pesar de la fama que han tenido de ordenados, cuadrados, ... son gente muy culta, divertidos y les gusta tanto la fiesta como a nosotros, al menos en su gran mayoría.
Todavía tienen cierto sentimiento de culpa por lo que pasó con el nazismo, aunque las nuevas generaciones se van liberando del estigma de sus abuelos.
A partir del siglo XVIII sobre todo, los alemanes se pusieron a leer, descubrieron la Grecia clásica y en pocos años pasaron de ser un pueblo irrelevante culturalmente a ser modelo para todo Europa.
El ideal de Bildung (Educación como búsqueda del conocimiento, entendido como superación personal, sin un objetivo puramente mercantilista) ha perdurado desde los pioneros Goethe, Schiller, Herder o Humboldt hasta nuestros días (incluso el nazismo lo fomentó, aunque pueda parecer una contradicción) y deberíamos aprender mucho de ellos en ese sentido. En Alemania puedes encontrar a un técnico o gerente de una gran empresa leyendo en sus horas libres un libro que nada tiene ver con su trabajo o formación y eso les hace grandes y les da un bagaje del que carecemos en el resto de Europa.
El mismo Goethe, además de ser el escritor más influyente de la literatura alemana, cultivó una vertiente científica, escribiendo una "Teoría de los colores" que intentaba refutar la "Óptica" de Newton. Y hablando de Goethe, os animo a que leáis "Las afinidades electivas", una obra publicada en 1809 pero que podría estar escrita en 2009, donde reflexiona en torno a las relaciones personales y las dificultades para conciliar nuestra moral con nuestras pasiones.
Todo ello, entre otras cosas, me llevó hace unos años a estudiar el alemán, y aunque ahora lo tengo un poco aparcado después de cuatro años de esfuerzo, no renuncio a poder leer a Kant en su idioma original o ver "Die Welle" en lugar de "La ola". También para entender Alemania, las películas "El cielo sobre Berlín" de Wenders (ya un clásico del cine), antes de la caída del muro, o "Good bye, Lenin" de Becker, divertidísimo film sobre la nueva Alemania reunificada. En el blog de Manolo, por otra parte, hay unas preciosas fotos de Baviera.
Muy buena película. De las dos que han estrenado recientemente, ésta y "La clase", me quedo con ésta.
ResponderEliminar