Ayer sábado decidí dirigir mis pasos hacia una ruta que hacía muchos años que no realizaba. Subir a Aitzgorri o Aizkorri, su nombre oficial y recomendado por Euskaltzaindia, sierra donde se suceden las cumbres más altas de Gipuzkoa y de la CAV. Mi objetivo, la cima más emblemática y que da nombre a todo el conjunto, aunque no sea la de mayor altura. En el alto de Otzaurte, según venimos de Etxegarate, cogemos la pista que sale a la izquierda y una vez pasado el refugio de Beunda continuamos hasta una curva cerrada junto a Ubiergo erreka, donde dejaremos el coche. Una vista del macizo desde Otzaurte. Pasamos una langa y dirigimos nuestros pasos hacia arriba. Nos encontramos enseguida con un cruce en el que tomamos el camino que asciende de frente. Algo incómodo por lo embarrado y empinado. En 15' llegaremos a un lugar que me subyuga: el Túnel de San Adrián (1.008 m.), hoquedad natural abierta en sus dos extremos.Testigo del paso de múltiples viajeros, fue desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, paso obligado de la verdadera "N-I" de su tiempo, conexión entre Castilla y Europa, hasta su sustitución paulatina por el Camino Real que atravesaba el puerto de Arlabán.
Constituía un auténtico "Restop" de la época, y en su interior y alrededores hubo varios edificios: un pequeño castillo, que cerraba los dos accesos al túnel, una ermita, en un principio ubicada fuera del túnel, hospedería, para acoger a los viajeros y Casa de miqueletes, encargada de vigilar el lugar y cobrar los arbitrios. Son innumerables los testimonios de viajeros que pasaron por el lugar, que también forma parte de la ruta guipuzcoana del Camino de Santiago. Un peregrino francés, en 1726, Guillaume Manier, relata su camino de peregrinación a Compostela, acompañado por tres amigos, y atraviesa San Adrián, que le parece una de las montañas "más grandes del mundo". Otra compatriota suya, la condesa d'Aulnoy, unos años antes, en 1679, relata así su paso por la zona: "Largo y penoso esfuerzo habrá sido necesario para horadar en forma de bóveda la inmensa mole de piedra; por su interior avanzamos cuatrocientos o quinientos pasos, sin recibir otra claridad que la que se percibe por las aperturas de entrada y salida, que se cierran con puertas enormes. Encontramos luego un mesón, que las nieves y los fríos obligan a cerrar en invierno; una capilla donde se venera a San Adrián y muchas cuevas, ordinario albergue de forajidos que hacen peligroso el tránsito a los que no viajan con medios bastantes para defenderse" Tras pasar el túnel, hay más de 2 km. de calzada bastante bien conservada.
Aunque durante algún tiempo se creyó que era de origen romano, es medieval, con diversas modificaciones en los siglos posteriores. En la curva que hace la calzada, vemos un túmulo prehistórico debidamente señalizado (25') Dejamos la calzada que en unos metros nos conduciría a la fuente de Ezkaratza, para seguir de frente por la senda que se adentra en un bosque de hayas, y subir la denominada "Cuesta del Calvario", que hace honor a su nombre en cuanto a su pendiente y longitud, aunque éste se refiere a su vertiente religiosa, camino de la ermita que se ubica unos pocos metros antes de la cima. Salimos del bosque (1 h.5') y empezamos a ver las piedras del cresterío de Aitzgorri o Aizkorri.
Continuamos la subida, siguiendo las marcas amarillas, y pasamos el refugio y la ermita del Santo Cristo, ya casi en la cima, que alcanzamos entre una intensa niebla (1h.30') (1.528 m.). Ésta nos impide apreciar las vistas de buena parte de Gipuzkoa y Araba. El hacha roja del buzón nos remite al nombre de la cumbre.
Iniciamos el descenso por el camino contrario al que traíamos y sin pasar de nuevo por la ermita, cogemos a la derecha en dirección a Urbia. La niebla nos impide apreciar la belleza del entorno. También con mejor tiempo, podíamos ascender sin mucho esfuerzo las cumbres de Aketegi (1.548 m.) y Aitxuri (1.551 m.), ésta sí, techo de Gipuzkoa y de la CAV. Por el camino, y pasados los desvíos hacia estas cumbres, encontramos esta bonita veleta con motivo cazador, aunque rota, por lo que no marca el verdadero viento norte del día.
Un poco más abajo, por fin salimos de la niebla y comenzamos a tener a nuestro alcance visual las campas y majadas de Urbia
Atravesamos literalmente la majada de Arbelar (2h.30'), en esta época del año plena de actividad y entramos de lleno en las pistas de Urbia, buscando la que enfrente nuestro asciende hacia el collado. Llegaremos al cruce con ésta (2h.40') dejando de lado la fonda y ermita de la arboleda (hoy tampoco hay tiempo para almorzar)
En lo alto, la majada de Ollantzu(2h.50'), y un poco más adelante una langa que franqueamos, y a la izquierda, entre las rocas, este bonito redil.
A nuestra izquierda, la "txapela" que todavía no se ha quitado el macizo de Aizkorri y eso que ya hace tiempo que hemos pasado del mediodía.
Una bien conservada y cuidada txabola solitaria, algo más alejada de la majada.
Unos metros más adelante, pasamos por el refugio de Peru Saroi. Estamos en una zona de cuevas y simas, alguna de las cuales encontramos al borde del camino, debidamente valladas. Seguimos por la cómoda pista marcada como GR, que asciende ligeramente hacia el collado de Askiola. Abandonamos la pista a la izquierda (3h.25') siguiendo las marcas del GR y atravesamos un hayedo, para volver a salir a la pista en Askiolagain, desde donde a nuestra derecha vemos la Llanada alavesa (3h. 35')
Aquí tenemos que andar "al loro" porque si nos despitamos nos pasaríamos el desvío, que no está muy bien marcado y acabaríamos en la localidad alavesa de Araia, hacia la que nos conduce la pista. Donde ésta comienza a bajar, a mano izquierda, se inicia un sendero que atraviesa una campa en medio de la cual tenemos el buzón de la loma de Askiola (1.204 m.), perteneciente a la sierra de Urkilla (4h.5'), con motivo pelotazale
A la izquierda, al fondo, intuímos la senda que aquí sí que está marcada con las características franjas roja y blanca del GR. Atravesamos un frondoso hayedo por el que vamos descendiendo siempre con cuidado de no perder las indicaciones del GR hasta encontranos con un cruce con un poste indicador (4h.20') y enseguida con la calzada que nos conducirá de nuevo hasta el túnel de San Adrián, pasando de nuevo por la fuente de Eskaratza y el bonito paraje de Lizarrate. Una foto del acceso al túnel desde este lado. (4h.35')
Lo atravesamos nuevamente y por el mismo camino que a la ida, llegamos al punto donde habíamos dejado el coche, completando la ruta (4h.45'). Otra anécdota del túnel. Entre los reyes que lo atravesaron se encuentra Carlos I, del que se decía que fue la única vez que tuvo que agachar la cabeza. Está claro que no sería la única, pero valga como curioso chascarrillo para finalizar. Voy a tener que dejar las rutas y empezar de nuevo con los hongos porque me cuentan que empiezan a abundar.
Constituía un auténtico "Restop" de la época, y en su interior y alrededores hubo varios edificios: un pequeño castillo, que cerraba los dos accesos al túnel, una ermita, en un principio ubicada fuera del túnel, hospedería, para acoger a los viajeros y Casa de miqueletes, encargada de vigilar el lugar y cobrar los arbitrios. Son innumerables los testimonios de viajeros que pasaron por el lugar, que también forma parte de la ruta guipuzcoana del Camino de Santiago. Un peregrino francés, en 1726, Guillaume Manier, relata su camino de peregrinación a Compostela, acompañado por tres amigos, y atraviesa San Adrián, que le parece una de las montañas "más grandes del mundo". Otra compatriota suya, la condesa d'Aulnoy, unos años antes, en 1679, relata así su paso por la zona: "Largo y penoso esfuerzo habrá sido necesario para horadar en forma de bóveda la inmensa mole de piedra; por su interior avanzamos cuatrocientos o quinientos pasos, sin recibir otra claridad que la que se percibe por las aperturas de entrada y salida, que se cierran con puertas enormes. Encontramos luego un mesón, que las nieves y los fríos obligan a cerrar en invierno; una capilla donde se venera a San Adrián y muchas cuevas, ordinario albergue de forajidos que hacen peligroso el tránsito a los que no viajan con medios bastantes para defenderse" Tras pasar el túnel, hay más de 2 km. de calzada bastante bien conservada.
Aunque durante algún tiempo se creyó que era de origen romano, es medieval, con diversas modificaciones en los siglos posteriores. En la curva que hace la calzada, vemos un túmulo prehistórico debidamente señalizado (25') Dejamos la calzada que en unos metros nos conduciría a la fuente de Ezkaratza, para seguir de frente por la senda que se adentra en un bosque de hayas, y subir la denominada "Cuesta del Calvario", que hace honor a su nombre en cuanto a su pendiente y longitud, aunque éste se refiere a su vertiente religiosa, camino de la ermita que se ubica unos pocos metros antes de la cima. Salimos del bosque (1 h.5') y empezamos a ver las piedras del cresterío de Aitzgorri o Aizkorri.
Continuamos la subida, siguiendo las marcas amarillas, y pasamos el refugio y la ermita del Santo Cristo, ya casi en la cima, que alcanzamos entre una intensa niebla (1h.30') (1.528 m.). Ésta nos impide apreciar las vistas de buena parte de Gipuzkoa y Araba. El hacha roja del buzón nos remite al nombre de la cumbre.
Iniciamos el descenso por el camino contrario al que traíamos y sin pasar de nuevo por la ermita, cogemos a la derecha en dirección a Urbia. La niebla nos impide apreciar la belleza del entorno. También con mejor tiempo, podíamos ascender sin mucho esfuerzo las cumbres de Aketegi (1.548 m.) y Aitxuri (1.551 m.), ésta sí, techo de Gipuzkoa y de la CAV. Por el camino, y pasados los desvíos hacia estas cumbres, encontramos esta bonita veleta con motivo cazador, aunque rota, por lo que no marca el verdadero viento norte del día.
Un poco más abajo, por fin salimos de la niebla y comenzamos a tener a nuestro alcance visual las campas y majadas de Urbia
Atravesamos literalmente la majada de Arbelar (2h.30'), en esta época del año plena de actividad y entramos de lleno en las pistas de Urbia, buscando la que enfrente nuestro asciende hacia el collado. Llegaremos al cruce con ésta (2h.40') dejando de lado la fonda y ermita de la arboleda (hoy tampoco hay tiempo para almorzar)
En lo alto, la majada de Ollantzu(2h.50'), y un poco más adelante una langa que franqueamos, y a la izquierda, entre las rocas, este bonito redil.
A nuestra izquierda, la "txapela" que todavía no se ha quitado el macizo de Aizkorri y eso que ya hace tiempo que hemos pasado del mediodía.
Una bien conservada y cuidada txabola solitaria, algo más alejada de la majada.
Unos metros más adelante, pasamos por el refugio de Peru Saroi. Estamos en una zona de cuevas y simas, alguna de las cuales encontramos al borde del camino, debidamente valladas. Seguimos por la cómoda pista marcada como GR, que asciende ligeramente hacia el collado de Askiola. Abandonamos la pista a la izquierda (3h.25') siguiendo las marcas del GR y atravesamos un hayedo, para volver a salir a la pista en Askiolagain, desde donde a nuestra derecha vemos la Llanada alavesa (3h. 35')
Aquí tenemos que andar "al loro" porque si nos despitamos nos pasaríamos el desvío, que no está muy bien marcado y acabaríamos en la localidad alavesa de Araia, hacia la que nos conduce la pista. Donde ésta comienza a bajar, a mano izquierda, se inicia un sendero que atraviesa una campa en medio de la cual tenemos el buzón de la loma de Askiola (1.204 m.), perteneciente a la sierra de Urkilla (4h.5'), con motivo pelotazale
A la izquierda, al fondo, intuímos la senda que aquí sí que está marcada con las características franjas roja y blanca del GR. Atravesamos un frondoso hayedo por el que vamos descendiendo siempre con cuidado de no perder las indicaciones del GR hasta encontranos con un cruce con un poste indicador (4h.20') y enseguida con la calzada que nos conducirá de nuevo hasta el túnel de San Adrián, pasando de nuevo por la fuente de Eskaratza y el bonito paraje de Lizarrate. Una foto del acceso al túnel desde este lado. (4h.35')
Lo atravesamos nuevamente y por el mismo camino que a la ida, llegamos al punto donde habíamos dejado el coche, completando la ruta (4h.45'). Otra anécdota del túnel. Entre los reyes que lo atravesaron se encuentra Carlos I, del que se decía que fue la única vez que tuvo que agachar la cabeza. Está claro que no sería la única, pero valga como curioso chascarrillo para finalizar. Voy a tener que dejar las rutas y empezar de nuevo con los hongos porque me cuentan que empiezan a abundar.
Comentarios
Publicar un comentario