Aunque sigo cogiendo hongos, esta semana me toca cambiar de registro. El viernes vi la nueva película de Alejandro Amenábar, "Ágora", y me gustó más de lo que esperaba, a pesar de lo que algunas críticas negativas auguraban. Ágora en griego significa mercado y era la plaza pública donde confluía la vida social de la polis, ciudad-estado griegas. Aunque rodada en Malta, está ambientada en Alejandría, la ciudad de los Ptolomeos, y la más importante en aquellos años del imperio romano oriental. A pesar de ser en algunos momentos excesivamente grandilocuente y épica para mi gusto, en su conjunto me ha parecido una muy buena película, aunque le falta algo para ser totalmente redonda. A mí particularmente me mantuvo atento durante las 2 horas que dura, pese a que acudí a la sesión de las 22,30 h., lo que siempre entraña cierto peligro.
El argumento, que trata sobre cuestiones que trascienden al momento histórico de la narración, se sitúa a caballo de los siglos IV y V d.c., y se centra en la figura de Hypathía (según la transcripción de la grafía griega original) o Hipatia, como se escribe en la actualidad , interpretada brillantemente por Rachel Weisz en la película.Hipatia forma parte de los personajes olvidados por la filosofía y la ciencia, como muchas otras mujeres, víctimas del olvido por su condición femenina. Pero también hay que reconocer que en parte está motivado por no haber llegado a nuestros días ninguno de sus escritos, perdidos con la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, sino sólamente referencias a través de algunos de sus discípulos. Formó parte de la denominada Escuela de Alejandría, que dirigió sucediendo a su padre, y que fue un centro de investigaciones en el campo de las ciencias especiales y de estudio de las obras de Platón y Aristóteles. Hipatia dio lecciones sobre estos filósofos, además de escribir sobre cuestiones matemáticas y astronómicas. Encuadrada dentro de la corriente neoplatónica, que en su versión alejandrina, se caracterizó por su relación con el cristianismo, perdiendo poco a poco su caracter pagano. Prueba de ello, será la relación de Hipatia con su discípulo Sinesio de Cirene, obispo de Ptolemaida y también retratado en la película.
Por otra parte, Amenábar nos presenta una Hipatia cercana al agnosticismo, alejada tanto del cristianismo como del paganismo que le correspondía por educación y tradición, lo que se aleja de la realidad pues una de las características de la escuela alejandrina fue el cultivo de la teurgia, que no es otra cosa que la creencia de que los dioses o demonios influyen sobre los fenómenos naturales, así como el conjunto de prácticas destinadas a que dicha influencia sea positiva para quien la requiera, lo que nos acercaría a la magia. Parece ser que Hipatia no fue ajena a estas prácticas.
Hipatia morirá a manos de los cristianos, que en cierto modo representan en la película el fundamentalismo religioso. Lo cierto es que se preconizaba la ignorancia como virtud y en el 415 d.c. fue lapidada por un grupo de fanáticos y parece ser que después incluso despedazada. Es posible que su muerte no fuera provocada por su paganismo o adscripción religiosa, sino por sospecharse (con razón o sin ella) que estaba conspirando en contra del arzobispo Cirilo, es decir, más por motivos políticos y de lucha de poder. Como se muestra en el filme, éste desconfiaba de la influencia de Hipatia sobre el prefecto Orestes, que también había sido discípulo suyo.
Hipatia morirá a manos de los cristianos, que en cierto modo representan en la película el fundamentalismo religioso. Lo cierto es que se preconizaba la ignorancia como virtud y en el 415 d.c. fue lapidada por un grupo de fanáticos y parece ser que después incluso despedazada. Es posible que su muerte no fuera provocada por su paganismo o adscripción religiosa, sino por sospecharse (con razón o sin ella) que estaba conspirando en contra del arzobispo Cirilo, es decir, más por motivos políticos y de lucha de poder. Como se muestra en el filme, éste desconfiaba de la influencia de Hipatia sobre el prefecto Orestes, que también había sido discípulo suyo.
Hipatia nos demuestra hasta dónde puede llegar el fanatismo y la ignorancia, y la fuerza de carácter en este caso de una mujer, fiel a sus ideas y amante de la sabiduría, a pesar de que los acontecimientos le van acorralando. Por otro lado, nos muestra cómo en la época romana, la situación de la mujer no era tan humillante como lo sería en los siglos posteriores. El Derecho Romano, reconocía a partir del siglo I d.C., una capacidad jurídica a la mujer que no igualaría hasta finales del siglo XIX, aunque se le exigía estar bajo tutela de un tutor masculino, que no obstante podían nombrar o destituir de motu propio.
Aunque sólo sea por rescatar del olvido a Hipatia, y por hacernos pensar un poco, merece la pena retrotraernos 16 siglos atrás en el tiempo y recuperar el interés por el estudio del mundo que nos rodea, más allá del pragmatismo y "mirar hacia otro lado" característicos de nuestro tiempo.
Aunque sólo sea por rescatar del olvido a Hipatia, y por hacernos pensar un poco, merece la pena retrotraernos 16 siglos atrás en el tiempo y recuperar el interés por el estudio del mundo que nos rodea, más allá del pragmatismo y "mirar hacia otro lado" característicos de nuestro tiempo.
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