Estas pasadas Navidades se estrenó una película titulada así que en cuanto supe quien era el autor del guión quise verla. El caso es que no se distribuyó por toda la península y he estado esperando unas semanas a ver si llegaba a los cines guipuzcoanos, sin éxito. Al final, me decidí a verla en internet, con las renuncias que ello conlleva, en cuanto a calidad y tamaño de la imagen, continuas interrupciones por recargas del buffer, ...
Es una comedia muy dignamente rodada, con muy bajo presupuesto y en muy poco tiempo, en un formato casi teatral.
Como digo, lo que atrajo mi curiosidad hacia la película, fue el nombre del guionista, Rodrigo Muñoz Avia, joven autor de una novela que se publicó hace unos pocos años y a la que llegué seducido por su título: "Psiquiatras, psicologos y otros enfermos". (En la película comparte la autoría del guión con su hermano Nicolás, quien además es el director de la misma). Un título sugerente y que coincidía plenamente con alguna de mis convicciones muchas veces expresada públicamente.La trama de la novela, en un tono muy respetuoso con los profesionales citados, nos presenta al protagonista como un hombre que vive feliz, con un buen trabajo, su familia, su casa, su gato, sus aficiones, fines de semana ..., que ve cómo su mundo se va desmoronando sin remedio a partir de acudir a la consulta de un psiquiatra, lo que sucesivamente le va llevando por diferentes consultas de psiquiatras, psicólogos, dietistas, curanderos,... que van tejiendo en su interior un problema que aparentemente no existía. La novela comienza así:
"Hola. Me llamo Rodrigo. Rodrigo Montalvo Letellier. Antes de ir al psiquiatra yo era una persona feliz. Ahora soy disléxico, obsesivo, depresivo y tengo miedo a la muerte, o sea, miedo. En el psiquiatra he aprendido que la palabra felicidad es una convención que carece de sentido. He aprendido que el hecho de volver a ser feliz algún día no sólo es imposible, sino completamente imposible. Ahora me pregunto más cosas de las que me gustaría: sobre la muerte y la vida."
El debate a partir de aquí es amplio y podemos reconducirlo por diversos caminos: ¿Cuál es la barrera entre la felicidad y la infelicidad? ¿La ignorancia o la sabiduría? ¿Un psiquiatra? ¿Cómo podemos abrir nuestra mente a "profesionales de la mente humana" que también disponen de una mente con sus recovecos, problemas, sombras y luces, similares a los de los pacientes que quieren ayudar? Ahí lo dejo y al que le interese que lea la novela y saque sus propias conclusiones. Al menos, pasará unos ratos agradables durante su lectura.
Volviendo a la película, el tema de la misma no es menos interesante que el de la novela: las reuniones familiares y sus disputas.
Con motivo del 65 cumpleaños del padre de familia, sus tres hijos y dos yernos acuden a una cena en el domicilio familiar. Las diferentes personalidades de cada uno de los miembros de la familia, van haciendo surgir las obsesiones, frustaciones y reproches que cada uno de ellos lleva dentro, aunque al final se intuya el cariño que en el fondo se tienen unos a otros. No es más que un ejemplo más de las dificultades que entrañan las relaciones humanas y una reflexión sobre el concepto de familia, grupo social sobre el que hemos construido todo el entramado relacional en las sociedades occidentales, sobre todo en aquellas imbuidas por el poso de la tradición judeo-cristiana. No es la primera ni la última película que aborda el tema, pero sí que lo hace de una forma diferente a otras comedias españolas, apoyada en un muy buen reparto. El tema coincide con el de otra película que vi en el pasado Festival de Cine de San Sebastián, el Zinemaldia, "Tres días con la familia", ópera prima de la catalana Mar Coll, y que trata el mismo tema desde otra perspectiva.
En este caso, la excusa que busca el argumento de la película es la muerte del padre de familia, que congrega a los hermanos en el tanatorio primero y en la casa familiar después, donde surgirán los conflictos y se pondrá en evidencia la falta de comunicación entre sus diferentes integrantes. En resumen, la familia como vemos, da mucho juego en el cine y éste no hace más que reflejar las inquietudes y preocupaciones de la sociedad de la que se nutre.
Es una comedia muy dignamente rodada, con muy bajo presupuesto y en muy poco tiempo, en un formato casi teatral.
Como digo, lo que atrajo mi curiosidad hacia la película, fue el nombre del guionista, Rodrigo Muñoz Avia, joven autor de una novela que se publicó hace unos pocos años y a la que llegué seducido por su título: "Psiquiatras, psicologos y otros enfermos". (En la película comparte la autoría del guión con su hermano Nicolás, quien además es el director de la misma). Un título sugerente y que coincidía plenamente con alguna de mis convicciones muchas veces expresada públicamente.La trama de la novela, en un tono muy respetuoso con los profesionales citados, nos presenta al protagonista como un hombre que vive feliz, con un buen trabajo, su familia, su casa, su gato, sus aficiones, fines de semana ..., que ve cómo su mundo se va desmoronando sin remedio a partir de acudir a la consulta de un psiquiatra, lo que sucesivamente le va llevando por diferentes consultas de psiquiatras, psicólogos, dietistas, curanderos,... que van tejiendo en su interior un problema que aparentemente no existía. La novela comienza así:
"Hola. Me llamo Rodrigo. Rodrigo Montalvo Letellier. Antes de ir al psiquiatra yo era una persona feliz. Ahora soy disléxico, obsesivo, depresivo y tengo miedo a la muerte, o sea, miedo. En el psiquiatra he aprendido que la palabra felicidad es una convención que carece de sentido. He aprendido que el hecho de volver a ser feliz algún día no sólo es imposible, sino completamente imposible. Ahora me pregunto más cosas de las que me gustaría: sobre la muerte y la vida."
El debate a partir de aquí es amplio y podemos reconducirlo por diversos caminos: ¿Cuál es la barrera entre la felicidad y la infelicidad? ¿La ignorancia o la sabiduría? ¿Un psiquiatra? ¿Cómo podemos abrir nuestra mente a "profesionales de la mente humana" que también disponen de una mente con sus recovecos, problemas, sombras y luces, similares a los de los pacientes que quieren ayudar? Ahí lo dejo y al que le interese que lea la novela y saque sus propias conclusiones. Al menos, pasará unos ratos agradables durante su lectura.
Volviendo a la película, el tema de la misma no es menos interesante que el de la novela: las reuniones familiares y sus disputas.
Con motivo del 65 cumpleaños del padre de familia, sus tres hijos y dos yernos acuden a una cena en el domicilio familiar. Las diferentes personalidades de cada uno de los miembros de la familia, van haciendo surgir las obsesiones, frustaciones y reproches que cada uno de ellos lleva dentro, aunque al final se intuya el cariño que en el fondo se tienen unos a otros. No es más que un ejemplo más de las dificultades que entrañan las relaciones humanas y una reflexión sobre el concepto de familia, grupo social sobre el que hemos construido todo el entramado relacional en las sociedades occidentales, sobre todo en aquellas imbuidas por el poso de la tradición judeo-cristiana. No es la primera ni la última película que aborda el tema, pero sí que lo hace de una forma diferente a otras comedias españolas, apoyada en un muy buen reparto. El tema coincide con el de otra película que vi en el pasado Festival de Cine de San Sebastián, el Zinemaldia, "Tres días con la familia", ópera prima de la catalana Mar Coll, y que trata el mismo tema desde otra perspectiva.
En este caso, la excusa que busca el argumento de la película es la muerte del padre de familia, que congrega a los hermanos en el tanatorio primero y en la casa familiar después, donde surgirán los conflictos y se pondrá en evidencia la falta de comunicación entre sus diferentes integrantes. En resumen, la familia como vemos, da mucho juego en el cine y éste no hace más que reflejar las inquietudes y preocupaciones de la sociedad de la que se nutre.
Hola Emilio, como siempre te sigo con interés, admiración y algo de envidia sana por tu capacidad de elegir los temas, tu documentación y la amenidad de tus relatos.
ResponderEliminarSobre el tema en cuestión, vaya por delante que no he leído el libro pero lo haré, me parece que se recurre a los tópicos. Como sabés algo se de este tema. La reflexión es si hay gente que va al psiquiatra o psicólogo cuando en realidad debería ir a la sidrería a tomarse una buena txuleta. Una de las razones por las que muchas personas se retraen para ir a estos especialistas en trastornos mentales es el miedo a que les anulen la personalidad, en definitiva un proceso de alienación.
Para bien o para mal es un tema recurrente en la literatura y en el cine y sí, es cierto, que un profesional, pero también cualquier persona con capacidad, pueden alienar a individuos susceptibles e incluso a sociedades enteras. Sin embargo en el caso profesional es una mala praxis e incluso denunciable. Dicho de otra forma; auna persona susceptible es más fácil que la aliene su propia vecina que el psiquiatra o psicólogo.