En varias entradas de este blog he presentado distintas zonas de la estación de esquí de Formigal, pero todavía no lo he hecho del valle que la alberga, que es uno de los más bellos del Pirineo. La Bal de Tena, en aragonés, o Valle de Tena, se sitúa en el Alto Aragón, entre los valles del río Aragón al Oeste y el de Broto al Este. Aquí comienzan las grandes alturas pirenaicas con el Balaitus o Pico Moros (3.151 m). En la imagen, tomada desde la llegada de la silla de Anayet en Formigal, es el pico de la izquierda. A la derecha los Picos del Infierno, que continúan la lista de tresmiles hacia el Este.No obstante, hoy no voy a hablar de sus picos, ibones y montes, sino de sus pueblos. A la entrada del valle, pasado Biescas, sobre una foz en el curso del río Gállego nos encontramos con la ermita de Santa Elena, de la que ya hablé en la entrada "¡Frío, frío, frío!" del pasado mes de diciembre, así como de la fortificación cercana, aunque no me referí al dolmen que también encontramos junto a ella.
El primer pueblo que nos topamos en el valle según ascendemos por la carretera es Búbal, reconstruido como centro vacacional tras la despoblación del núcleo original con la construcción del pantano del mismo nombre en los años 70 del pasado siglo. Cogiendo a la derecha el desvío que nos lleva por encima de la presa, tomamos la dirección de Hoz de Jaca. En los últimos años ha cambiado bastante. Situado a pie de la sierra de Tendenera, a 1.272 m. de altitud, conserva unas cuantas casas de gran valor, restauradas recientemente como la de la imagen con el curioso escudo que adorna su fachada. A la salida del pueblo en dirección a El Pueyo de Jaca, un mirador sobre el valle que merece la pena visitar, aunque no recomendable para personas con vértigo. Esta vía no está abierta en invierno, aunque con cuidado se puede bajar pasando sobre las placas de hielo con mucho tiento. Entrando en El Pueyo, nos llama la atención el decimonónico palacete de la Viñaza.Construido como residencia veraniega de un conde, y en el que según cuenta la leyenda, todavía se oyen en las noches de tormenta los pasos de Celina, la institutriz de los hijos del noble, quienes murieron ahogados en el cercano río Caldarés, en un descuido de ésta, suicidándose posteriormente y condenada según la leyenda a vagar por la casa eternamente. A la salida de El Pueyo, este búnker de cemento, vestigio de la lucha fatricida del 36. Por la zona se pueden ver varios similares. Las escaramuzas y ataques entre las compañías de esquiadores de ambos bandos se sucedieron durante el año 37. Los nacionales tenían su base en el Balneario de Panticosa, y los republicanos en el vecino valle de Ara, en Bujaruelo. Antes de subir hacia Panticosa, volvemos a la carretera general y descendemos hacia el punto de partida, para a la derecha subir a Piedrafita, dominado por la imponente Peña Telera, y en cuya base podemos apreciar en verano el fácilmente accesible ibón con el mismo nombre que el pueblo. Quizá sea el núcleo que ha conservado mejor la arquitectura popular de la zona. Volvemos a la general y a nuestra derecha vemos Saqués, otro pueblo expropiado para la construcción del pantano y que actualmente también se está reconstruyendo. Algo más adelante, tenemos a la izquierda el desvío a Tramacastilla de Tena y Sandiniés, ambos núcleos urbanos también con interesantes construcciones y el primero de ellos, muy visitado por sus afamados restaurantes. Doy fe, pues somos asiduos visitantes de Casa Blasco, a la entrada del pueblo a la izquierda. Volvemos a la general y de nuevo al cruce que dejamos al salir de El Pueyo para dirigirnos a Panticosa, primero al pueblo, donde no olvidamos visitar la iglesia parroquial de la Asunción, del siglo XVII, construida sobre un antiguo templo románico. Del mismo pueblo parte un moderno teleférico de 8 plazas que da acceso a la otra estación de esquí del valle, Panticosa-Los lagos. Ocho kilómetros más arriba y por una estrecha carretera, accedemos al Balneario de Panticosa, estación termal cuyas aguas vienen siendo apreciadas desde hace más de dos mil años, aunque no es hasta finales del siglo XVII cuando se construirá la primera Casa de Baños, y todo el complejo tal y como lo conocemos en la actualidad data de principios del siglo XIX. Una reproducción de la portada y contraportada del catálogo comercial que conservo entre mis papeles y que se utilizaba en el año 1950. Si leemos el prospecto atentamente veremos que todavía se podían cazar los escurridizos sarrios, otro de los atractivos del valle. También llama la atención la foto del flamante frontón.
Volvemos sobre nuestros pasos de nuevo hasta la carretera principal que atraviesa el valle y hacia la derecha pasaremos el pueblo de Escarrilla, que a pesar de su aparente poco atractivo, también guarda alguna interesante construcción. Tras el túnel, construido en los años 70 a la salida del núcleo urbano, nos encontramos con la pared de la presa del otro pantano del valle, el de Lanuza, que recibe el nombre del pueblo desalojado para su construcción en la orilla opuesta y rehabilitado en los últimos años de nuevo. Al borde del pantano, a la izquierda de los edificios, el escenario que sirve de base para las actuaciones de los Festivales Internacionales de la Cultura, Pirineos Sur, que se celebran en verano desde hace veinte años. Como vemos en la imagen, el lago tdavía resiste helado a pesar de las altas temperaturas de este fin de semana, y la nieve se acumula sobre el mismo.Desde este punto, a mano derecha avistamos la principal población del valle, Sallent de Gállego, a 1.305 m. de altitud, bajo la sombra de la imponente Peña Foratata y en cuyo término municipal están ubicadas la urbanización y la estación de esquí de Formigal. A destacar, además de su iglesia, el puente medieval sobre el río que tiene el sugerente nombre de Aguas Limpias. Este año se ha inaugurado un Spa aguas arriba del pueblo, con el mismo nombre. En cuanto al curioso nombre de la estacion de esquí, en aragonés significa hormiguero. Y hablando del aragonés, en el valle de Tena, sobre todo en Panticosa, queda uno de los reductos de esta lengua románica, nacida al mismo tiempo que el catalán, el castellano, el portugués y el gallego, y prácticamente desparecida en la actualidad. Como todas las lenguas en regresión, se encuentra muy dialectalizada, y la hablada en el Bal de Tena, como la de las vecinas comarcas del Sobrarbe o el Serrablo, se encuadra dentro de la variedad "aragonés central". Para cerrar la visita a los núcleos poblacionales del valle y siguiendo hacia Francia, nos encontraremos con la urbanización de Formigal, en la que destacamos la ermita románica trasladada desde la desparecida localidad del Sobrepuerto, Basarán. Ya en la frontera de El Portalet, y antes de pasar ésta, algunas feas construcciones con locales comerciales en sus bajos, dedicados a la venta de licores y recuerdos para el turista francés. Este verano me gustaría volver a hacer alguna de las cimas o paseos montañeros por la zona. Os lo contaré.
El primer pueblo que nos topamos en el valle según ascendemos por la carretera es Búbal, reconstruido como centro vacacional tras la despoblación del núcleo original con la construcción del pantano del mismo nombre en los años 70 del pasado siglo. Cogiendo a la derecha el desvío que nos lleva por encima de la presa, tomamos la dirección de Hoz de Jaca. En los últimos años ha cambiado bastante. Situado a pie de la sierra de Tendenera, a 1.272 m. de altitud, conserva unas cuantas casas de gran valor, restauradas recientemente como la de la imagen con el curioso escudo que adorna su fachada. A la salida del pueblo en dirección a El Pueyo de Jaca, un mirador sobre el valle que merece la pena visitar, aunque no recomendable para personas con vértigo. Esta vía no está abierta en invierno, aunque con cuidado se puede bajar pasando sobre las placas de hielo con mucho tiento. Entrando en El Pueyo, nos llama la atención el decimonónico palacete de la Viñaza.Construido como residencia veraniega de un conde, y en el que según cuenta la leyenda, todavía se oyen en las noches de tormenta los pasos de Celina, la institutriz de los hijos del noble, quienes murieron ahogados en el cercano río Caldarés, en un descuido de ésta, suicidándose posteriormente y condenada según la leyenda a vagar por la casa eternamente. A la salida de El Pueyo, este búnker de cemento, vestigio de la lucha fatricida del 36. Por la zona se pueden ver varios similares. Las escaramuzas y ataques entre las compañías de esquiadores de ambos bandos se sucedieron durante el año 37. Los nacionales tenían su base en el Balneario de Panticosa, y los republicanos en el vecino valle de Ara, en Bujaruelo. Antes de subir hacia Panticosa, volvemos a la carretera general y descendemos hacia el punto de partida, para a la derecha subir a Piedrafita, dominado por la imponente Peña Telera, y en cuya base podemos apreciar en verano el fácilmente accesible ibón con el mismo nombre que el pueblo. Quizá sea el núcleo que ha conservado mejor la arquitectura popular de la zona. Volvemos a la general y a nuestra derecha vemos Saqués, otro pueblo expropiado para la construcción del pantano y que actualmente también se está reconstruyendo. Algo más adelante, tenemos a la izquierda el desvío a Tramacastilla de Tena y Sandiniés, ambos núcleos urbanos también con interesantes construcciones y el primero de ellos, muy visitado por sus afamados restaurantes. Doy fe, pues somos asiduos visitantes de Casa Blasco, a la entrada del pueblo a la izquierda. Volvemos a la general y de nuevo al cruce que dejamos al salir de El Pueyo para dirigirnos a Panticosa, primero al pueblo, donde no olvidamos visitar la iglesia parroquial de la Asunción, del siglo XVII, construida sobre un antiguo templo románico. Del mismo pueblo parte un moderno teleférico de 8 plazas que da acceso a la otra estación de esquí del valle, Panticosa-Los lagos. Ocho kilómetros más arriba y por una estrecha carretera, accedemos al Balneario de Panticosa, estación termal cuyas aguas vienen siendo apreciadas desde hace más de dos mil años, aunque no es hasta finales del siglo XVII cuando se construirá la primera Casa de Baños, y todo el complejo tal y como lo conocemos en la actualidad data de principios del siglo XIX. Una reproducción de la portada y contraportada del catálogo comercial que conservo entre mis papeles y que se utilizaba en el año 1950. Si leemos el prospecto atentamente veremos que todavía se podían cazar los escurridizos sarrios, otro de los atractivos del valle. También llama la atención la foto del flamante frontón.
Volvemos sobre nuestros pasos de nuevo hasta la carretera principal que atraviesa el valle y hacia la derecha pasaremos el pueblo de Escarrilla, que a pesar de su aparente poco atractivo, también guarda alguna interesante construcción. Tras el túnel, construido en los años 70 a la salida del núcleo urbano, nos encontramos con la pared de la presa del otro pantano del valle, el de Lanuza, que recibe el nombre del pueblo desalojado para su construcción en la orilla opuesta y rehabilitado en los últimos años de nuevo. Al borde del pantano, a la izquierda de los edificios, el escenario que sirve de base para las actuaciones de los Festivales Internacionales de la Cultura, Pirineos Sur, que se celebran en verano desde hace veinte años. Como vemos en la imagen, el lago tdavía resiste helado a pesar de las altas temperaturas de este fin de semana, y la nieve se acumula sobre el mismo.Desde este punto, a mano derecha avistamos la principal población del valle, Sallent de Gállego, a 1.305 m. de altitud, bajo la sombra de la imponente Peña Foratata y en cuyo término municipal están ubicadas la urbanización y la estación de esquí de Formigal. A destacar, además de su iglesia, el puente medieval sobre el río que tiene el sugerente nombre de Aguas Limpias. Este año se ha inaugurado un Spa aguas arriba del pueblo, con el mismo nombre. En cuanto al curioso nombre de la estacion de esquí, en aragonés significa hormiguero. Y hablando del aragonés, en el valle de Tena, sobre todo en Panticosa, queda uno de los reductos de esta lengua románica, nacida al mismo tiempo que el catalán, el castellano, el portugués y el gallego, y prácticamente desparecida en la actualidad. Como todas las lenguas en regresión, se encuentra muy dialectalizada, y la hablada en el Bal de Tena, como la de las vecinas comarcas del Sobrarbe o el Serrablo, se encuadra dentro de la variedad "aragonés central". Para cerrar la visita a los núcleos poblacionales del valle y siguiendo hacia Francia, nos encontraremos con la urbanización de Formigal, en la que destacamos la ermita románica trasladada desde la desparecida localidad del Sobrepuerto, Basarán. Ya en la frontera de El Portalet, y antes de pasar ésta, algunas feas construcciones con locales comerciales en sus bajos, dedicados a la venta de licores y recuerdos para el turista francés. Este verano me gustaría volver a hacer alguna de las cimas o paseos montañeros por la zona. Os lo contaré.
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