O Putxerri, que con ambas grafías se escribe. Como primera incursión en Aralar de esta temporada, elijo esta cumbre de la parte navarra de la sierra, un poco apartada de los itinerarios más tradicionales, pero que tiene una belleza especial, aunque desde lejos parezca un poco anodina.
Una vez franquedao el Puerto de Lizarrusti desde la parte guipuzcoana, dejamos atrás el Centro de Interpretación de Aralar, que visitaremos a la vuelta, y comenzamos el descenso hacia la vertiente navarra.En la primera curva, pasados los restos de la antigua Venta Isabel, destruida por un incendio en el año 89 y donde recuerdo que paraban los autobuses de La Estellesa, nos encontramos con las ruinas de una nueva edificación, donde dejamos el coche.
Por detrás de esta casa, sale un camino entre zarzales, que desemboca en la pista que sale de la carretera unos metros más adelante. Si no queremos hacernos ningún rasguño, podemos tomar esta segunda opción. Por una pista ancha y cómoda iniciamos la ascensión que poco a poco va haciendo la pendiente algo más dura. A nuestra derecha y al fondo, vemos las rocas de la cumbre hacia la que nos dirigimos.A los 35' nos encontramos con una langa que cierra el paso a un frondoso bosque de majestuosas hayas, que no abandonaremos hasta la cima. Obviamos el camino que sale a la izquierda y continuamos por el de la pendiente ascendente a la derecha, paralelos a la valla delimitadora del terreno.
Aproximadamente a 1 h. de la salida, encontramos un nuevo cruce. En un árbol, marcado con pintura roja, la flecha nos indica Igaratza hacia la izquierda y Putterri a la derecha. Escogemos el camino más corto de la derecha, aunque es más llevadero el de la izquierda, que utilizaremos a la vuelta, para pasar además por el denominado "ojo de Putteri".
Tras 15' más de fuerte ascensión a través del bosque, alcanzamos el collado, en un punto en el que clarea el bosque , y tomamos el camino que se dirige a la derecha hacia las rocas que coronan la cúspide. En 1/4 de hora desde este punto, habremos alcanzado la cumbre. (1.298 m.). En total, hemos invertido aproximadamente 1 h. 30' en llegar a la cima.Hacia el Norte, detrás del buzón en forma de cohete, divisamos entre otras, las cumbres más emblemáticas de Aralar: Txindoki, Ganbo e Hirumugarrieta.
Al Sur, Beriain o San Donato, al otro lado de la Barranca. Al Este, Altxueta con su antena y al Oeste Aizkorri.
En la vertiente meridional, se encuentra una de las cuevas que según la leyenda sirve de morada a quien es, siguiendo al etnógrafo José Mª Satrústegui, "el personaje mítico más relevante de las tradiciones vascas: Mari. Reside en el interior de la Tierra y emerge a la superficie en determinadas épocas a través de algunas cuevas y cavernas. Alterna, entonces, trasladándose de una montaña a otra ante la mirada atónita del hombre". La cueva de Marizulo, en Txindoki, Anboto o Aizkorri, son otras de sus moradas.
"Según dicen en Arbizu", sigue contándonos Satrústegui, "sigue haciendo su aparición la Dama de Aizkorri. Se traslada de la cueva de Putterri, en Aralar, hacia los montes de Zegama a lo largo de la ladera del monte" Dos atribuciones caracterizan principalmente a Mari y son comunes a las leyendas de los pastores de las diversas montañas en las que aparece: se presenta como un genio subterráneo y al mismo tiempo, su influencia es decisiva en la meteorología, provocando tempestades, vientos huracanados, lluvia o pertinaces sequías, como le gustaba calificarlas a aquel gobernante usurpador de infausta memoria.
En cuanto a la cueva en sí, recuerdo haberla visitado en mi adolescencia, y la primera cabidad era bastante amplia con un lago interior y por un estrecho túnel se accedía a otra segunda más pequeña que la anterior.
Tras reponer fuerzas y admirar las vistas que se abren a nuestro alrededor por encima de las copas de los árboles, iniciamos el descenso, desandando el camino empleado en la subida, hasta situarnos nuevamente en el collado.
En lugar de dirigirnos a la izquierda para volver por el mismo camino del bosque, buscamos a mano derecha una pequeña cabidad entre la piedra, que atravesamos para salir al otro lado, a un nuevo collado más bajo que el anterior, donde tomamos el camino a la izquierda que unos metros más adelante se unirá al empleado para subir en el punto donde indicaban las flechas la bifurcación entre el itinerario a Igaratza o a Putterri. En la foto, vemos "el ojo" desde la parte de abajo. Arriba, el perro, que no se atrevía a entrar, de miedo a que no tuviese salida. Luego no encontraba la entrada y tuve que volver a buscarlo.
Desde aquí continuamos el mismo camino hasta llegar al punto donde dejamos el coche.
El bosque, este año de crudo y duro invierno de nevadas, viene un poco tarde y en las hayas a duras penas empiezan a brotar las nuevas hojas, a pesar de que la primavera ya hace prácticamente un mes, según el calendario, que comenzó.Entre la subida y bajada, contando el descanso cimero, habrán pasado unas 3 horas desde que iniciamos la excursión. Dado que todavía la hora es prudente para almorzar, paramos en el Centro de Interpretación para dar buena cuenta de un merecido y muy recomendable pintxo de txorizo cocido, como muestra la oportuna fotografía.Como no sólo de comer vive el hombre, visitamos la sala contigua al bar, donde se expone, entre otros atractivos, una preciosa maqueta de la Sierra de Aralar.
Una vez franquedao el Puerto de Lizarrusti desde la parte guipuzcoana, dejamos atrás el Centro de Interpretación de Aralar, que visitaremos a la vuelta, y comenzamos el descenso hacia la vertiente navarra.En la primera curva, pasados los restos de la antigua Venta Isabel, destruida por un incendio en el año 89 y donde recuerdo que paraban los autobuses de La Estellesa, nos encontramos con las ruinas de una nueva edificación, donde dejamos el coche.
Por detrás de esta casa, sale un camino entre zarzales, que desemboca en la pista que sale de la carretera unos metros más adelante. Si no queremos hacernos ningún rasguño, podemos tomar esta segunda opción. Por una pista ancha y cómoda iniciamos la ascensión que poco a poco va haciendo la pendiente algo más dura. A nuestra derecha y al fondo, vemos las rocas de la cumbre hacia la que nos dirigimos.A los 35' nos encontramos con una langa que cierra el paso a un frondoso bosque de majestuosas hayas, que no abandonaremos hasta la cima. Obviamos el camino que sale a la izquierda y continuamos por el de la pendiente ascendente a la derecha, paralelos a la valla delimitadora del terreno.
Aproximadamente a 1 h. de la salida, encontramos un nuevo cruce. En un árbol, marcado con pintura roja, la flecha nos indica Igaratza hacia la izquierda y Putterri a la derecha. Escogemos el camino más corto de la derecha, aunque es más llevadero el de la izquierda, que utilizaremos a la vuelta, para pasar además por el denominado "ojo de Putteri".
Tras 15' más de fuerte ascensión a través del bosque, alcanzamos el collado, en un punto en el que clarea el bosque , y tomamos el camino que se dirige a la derecha hacia las rocas que coronan la cúspide. En 1/4 de hora desde este punto, habremos alcanzado la cumbre. (1.298 m.). En total, hemos invertido aproximadamente 1 h. 30' en llegar a la cima.Hacia el Norte, detrás del buzón en forma de cohete, divisamos entre otras, las cumbres más emblemáticas de Aralar: Txindoki, Ganbo e Hirumugarrieta.
Al Sur, Beriain o San Donato, al otro lado de la Barranca. Al Este, Altxueta con su antena y al Oeste Aizkorri.
En la vertiente meridional, se encuentra una de las cuevas que según la leyenda sirve de morada a quien es, siguiendo al etnógrafo José Mª Satrústegui, "el personaje mítico más relevante de las tradiciones vascas: Mari. Reside en el interior de la Tierra y emerge a la superficie en determinadas épocas a través de algunas cuevas y cavernas. Alterna, entonces, trasladándose de una montaña a otra ante la mirada atónita del hombre". La cueva de Marizulo, en Txindoki, Anboto o Aizkorri, son otras de sus moradas.
"Según dicen en Arbizu", sigue contándonos Satrústegui, "sigue haciendo su aparición la Dama de Aizkorri. Se traslada de la cueva de Putterri, en Aralar, hacia los montes de Zegama a lo largo de la ladera del monte" Dos atribuciones caracterizan principalmente a Mari y son comunes a las leyendas de los pastores de las diversas montañas en las que aparece: se presenta como un genio subterráneo y al mismo tiempo, su influencia es decisiva en la meteorología, provocando tempestades, vientos huracanados, lluvia o pertinaces sequías, como le gustaba calificarlas a aquel gobernante usurpador de infausta memoria.
En cuanto a la cueva en sí, recuerdo haberla visitado en mi adolescencia, y la primera cabidad era bastante amplia con un lago interior y por un estrecho túnel se accedía a otra segunda más pequeña que la anterior.
Tras reponer fuerzas y admirar las vistas que se abren a nuestro alrededor por encima de las copas de los árboles, iniciamos el descenso, desandando el camino empleado en la subida, hasta situarnos nuevamente en el collado.
En lugar de dirigirnos a la izquierda para volver por el mismo camino del bosque, buscamos a mano derecha una pequeña cabidad entre la piedra, que atravesamos para salir al otro lado, a un nuevo collado más bajo que el anterior, donde tomamos el camino a la izquierda que unos metros más adelante se unirá al empleado para subir en el punto donde indicaban las flechas la bifurcación entre el itinerario a Igaratza o a Putterri. En la foto, vemos "el ojo" desde la parte de abajo. Arriba, el perro, que no se atrevía a entrar, de miedo a que no tuviese salida. Luego no encontraba la entrada y tuve que volver a buscarlo.
Desde aquí continuamos el mismo camino hasta llegar al punto donde dejamos el coche.
El bosque, este año de crudo y duro invierno de nevadas, viene un poco tarde y en las hayas a duras penas empiezan a brotar las nuevas hojas, a pesar de que la primavera ya hace prácticamente un mes, según el calendario, que comenzó.Entre la subida y bajada, contando el descanso cimero, habrán pasado unas 3 horas desde que iniciamos la excursión. Dado que todavía la hora es prudente para almorzar, paramos en el Centro de Interpretación para dar buena cuenta de un merecido y muy recomendable pintxo de txorizo cocido, como muestra la oportuna fotografía.Como no sólo de comer vive el hombre, visitamos la sala contigua al bar, donde se expone, entre otros atractivos, una preciosa maqueta de la Sierra de Aralar.
No sé si serás tu el Emilio del instituto Santamarca y la facultad de filosofía en Madrid, yo soy Aurora, me recuerdas?
ResponderEliminarQué gracia encontrar a alguien después de tanto tiempo y ver en que se convirtió el chico de 20 años...
¡Vaya sorpresa, Aurora! Te dejo mi correo: elatorrezubiri@gmail.com
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