Aunque de hecho las setas y hongos no dejan de salir prácticamente a lo largo de todo el año, es obvio y conocido que la temporada alta de recolección de los apreciados manjares del bosque se centra entre el final del verano y la entrada de las primeras nevadas y heladas invernales, periodo durante el cual su eclosión es más generalizada.Este año, las lluvias del mes de julio y de las primeras semanas de agosto auguraban una madrugadora temporada de hongos (boletus), el rey de las setas.
Efectivamente, hacia mediados de mes ha habido un primer brote en nuestros montes, que aunque no en gran cantidad, nos ha permitido disfrutar de los primeros revueltos de hongos de la temporada.
Éste tiene el honor de ser el primero de mi temporada.También las diferentes especies de russula, como las apreciadas gibelurdina y urretxa han hecho ya su aparición de forma aislada.
En más cantidad, la humedad ha propiciado el brote de bastantes corros de ziza hori.
Los calores y el viento sur de las dos últimas semanas, han hecho desaparecer de nuestros bosques los preciados frutos hasta cantidades residuales, aunque aún pude recolectar algunas setas este fin de semana.Para muchos, el viento sur es el gran enemigo de las setas, al menos en nuestra zona, aunque en este mundo de la micología hay opiniones para todos los gustos, y también he oído decir a algún conocido setero que propicia la salida de hongos (boletus).
También los ciclos lunares tienen su influencia. Para algunos, es la luna llena la que marca el periodo de crecimiento, mientras otros opinan que es con la luna nueva cuando se animan a salir de la tierra.Aunque llevo tiempo detrás de intentar llegar a un consenso sobre este dilema, he escuchado opiniones divergentes que no acaban de convencerme en un sentido u otro.
También he escuchado decir que los boletus salen en cuarto menguante y las russulas en creciente, con lo que podemos concluir que cada uno vaya anotando sus experiencias y a lo largo de los años establezca una conclusión.
Mi limitada experiencia me inclina más al periodo de creciente, pero tampoco lo tengo muy claro, y como digo, aquellos expertos a quienes he consultado no me han hecho ver la luz al respecto.
Esta urretxa (Russula Cyanoxantha), con inquilino, desde luego salió en creciente.En cuanto a la regulación de la recogida, lo cierto es que he ido modificando mi opinión con el transcurso del tiempo.
Mi espíritu algo ácrata me posiciona siempre en un primer momento en contra de todo aquello que suponga una limitación de mi libertad, aunque entiendo que el mal uso que algunos hacen de su libertad como individuos, conlleve que sea necesaria una regulación.
De entrada, surge un conflicto de derecho sobre el disfrute de los frutos en terrenos de propiedad privada. Nos guste o no, vivimos en un mundo en el que la propiedad privada es el fundamento del sistema económico y aplicando a rajatabla nuestro Código Civil los frutos silvestres son del propietario del terreno.
Una cosa es la servidumbre de paso y otra muy distinta campar a nuestras anchas en un terreno privado.
En el caso de Nafarroa o Araba, la titularidad de los terrenos es pública en su gran mayoría, por lo que atañería a las instituciones correspondientes la regulación.
En Gipuzkoa, donde también la Diputación Foral tiene previsto dictar una norma que acote la cantidad recogida por día, el problema es que la titularidad pública no va más alla del 20% del territorio por lo que quedaría limitada su efectividad, ya que no puede impedir que el propietario de un terreno recoja la cantidad que desee.
Pero, ¿qué ocurre con los no propietarios que entran (entramos) en ese terreno privado a recolectar?
Con la ley en la mano podrían echarnos de sus terrenos. Existe jurisprudencia sobre el tema.
Lo cierto es que a nadie se le ocurre ir con una cesta a por manzanas o lechugas a un terreno privado, aunque sí hay una cultura de recolección de frutos silvestres ya sean moras, arañones, flores como la manzanilla o las propias setas.
En cuanto a los terrenos de titularidad pública, ya sean comunales de un Ayuntamiento o de una instancia superior, la solución más razonable parece ser la de las cuotas por kilos siempre que la cantidad no sea insuficiente como los dos kilos establecidos como límite diario en Araba.
Entiendo que el mantenimiento de los bosques comunales tiene un costo para los vecinos de la zona y sobre todo en Navarra se nota la limpieza de los mismos.
Establecer cotos cerrados con pago previo al paseo micófago como hacen en Ultzama no me parece una buena medida.
En cierto modo, estamos mercantilizando el monte y convirtiéndolo en un parque temático. Como sigan con la escasez de las dos últimas temporadas, tendrán que poner gnomos con sus casetas con forma de amanita muskaria para rentabilizar el dinero pagado por los usuarios.Para algunos, la prohibicion de la comercialización de las setas no cultivadas sería una solución, pero ya sólo nos faltaba trapichear con setas para acabar de arreglar el problema.
Esperemos que el año sea bueno y haya hongos y setas para todos.
De cualquier forma, el monte se llena las dos o tres semanas de mayor brote micológico. Antes y después, somos muy pocos los que salimos con la cesta.
Efectivamente, hacia mediados de mes ha habido un primer brote en nuestros montes, que aunque no en gran cantidad, nos ha permitido disfrutar de los primeros revueltos de hongos de la temporada.
Éste tiene el honor de ser el primero de mi temporada.También las diferentes especies de russula, como las apreciadas gibelurdina y urretxa han hecho ya su aparición de forma aislada.
En más cantidad, la humedad ha propiciado el brote de bastantes corros de ziza hori.
Los calores y el viento sur de las dos últimas semanas, han hecho desaparecer de nuestros bosques los preciados frutos hasta cantidades residuales, aunque aún pude recolectar algunas setas este fin de semana.Para muchos, el viento sur es el gran enemigo de las setas, al menos en nuestra zona, aunque en este mundo de la micología hay opiniones para todos los gustos, y también he oído decir a algún conocido setero que propicia la salida de hongos (boletus).
También los ciclos lunares tienen su influencia. Para algunos, es la luna llena la que marca el periodo de crecimiento, mientras otros opinan que es con la luna nueva cuando se animan a salir de la tierra.Aunque llevo tiempo detrás de intentar llegar a un consenso sobre este dilema, he escuchado opiniones divergentes que no acaban de convencerme en un sentido u otro.
También he escuchado decir que los boletus salen en cuarto menguante y las russulas en creciente, con lo que podemos concluir que cada uno vaya anotando sus experiencias y a lo largo de los años establezca una conclusión.
Mi limitada experiencia me inclina más al periodo de creciente, pero tampoco lo tengo muy claro, y como digo, aquellos expertos a quienes he consultado no me han hecho ver la luz al respecto.
Esta urretxa (Russula Cyanoxantha), con inquilino, desde luego salió en creciente.En cuanto a la regulación de la recogida, lo cierto es que he ido modificando mi opinión con el transcurso del tiempo.
Mi espíritu algo ácrata me posiciona siempre en un primer momento en contra de todo aquello que suponga una limitación de mi libertad, aunque entiendo que el mal uso que algunos hacen de su libertad como individuos, conlleve que sea necesaria una regulación.
De entrada, surge un conflicto de derecho sobre el disfrute de los frutos en terrenos de propiedad privada. Nos guste o no, vivimos en un mundo en el que la propiedad privada es el fundamento del sistema económico y aplicando a rajatabla nuestro Código Civil los frutos silvestres son del propietario del terreno.
Una cosa es la servidumbre de paso y otra muy distinta campar a nuestras anchas en un terreno privado.
En el caso de Nafarroa o Araba, la titularidad de los terrenos es pública en su gran mayoría, por lo que atañería a las instituciones correspondientes la regulación.
En Gipuzkoa, donde también la Diputación Foral tiene previsto dictar una norma que acote la cantidad recogida por día, el problema es que la titularidad pública no va más alla del 20% del territorio por lo que quedaría limitada su efectividad, ya que no puede impedir que el propietario de un terreno recoja la cantidad que desee.
Pero, ¿qué ocurre con los no propietarios que entran (entramos) en ese terreno privado a recolectar?
Con la ley en la mano podrían echarnos de sus terrenos. Existe jurisprudencia sobre el tema.
Lo cierto es que a nadie se le ocurre ir con una cesta a por manzanas o lechugas a un terreno privado, aunque sí hay una cultura de recolección de frutos silvestres ya sean moras, arañones, flores como la manzanilla o las propias setas.
En cuanto a los terrenos de titularidad pública, ya sean comunales de un Ayuntamiento o de una instancia superior, la solución más razonable parece ser la de las cuotas por kilos siempre que la cantidad no sea insuficiente como los dos kilos establecidos como límite diario en Araba.
Entiendo que el mantenimiento de los bosques comunales tiene un costo para los vecinos de la zona y sobre todo en Navarra se nota la limpieza de los mismos.
Establecer cotos cerrados con pago previo al paseo micófago como hacen en Ultzama no me parece una buena medida.
En cierto modo, estamos mercantilizando el monte y convirtiéndolo en un parque temático. Como sigan con la escasez de las dos últimas temporadas, tendrán que poner gnomos con sus casetas con forma de amanita muskaria para rentabilizar el dinero pagado por los usuarios.Para algunos, la prohibicion de la comercialización de las setas no cultivadas sería una solución, pero ya sólo nos faltaba trapichear con setas para acabar de arreglar el problema.
Esperemos que el año sea bueno y haya hongos y setas para todos.
De cualquier forma, el monte se llena las dos o tres semanas de mayor brote micológico. Antes y después, somos muy pocos los que salimos con la cesta.
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