Este fin de semana hemos celebrado una nueva reunión de primos Latorre.
Esta vez escogimos las vecinas localidades zaragozanas de Fabara (Favara de Matarranya, en catalán) y Nonaspe (Nonasp), por ser la primera de ellas cuna de nuestros comunes ancestros.Por cuestión de intendencia, el grueso del grupo estuvo alojado en la segunda.Ambas localidades, que están separadas por una distancia de 10 km., se encuentran situadas entre los ríos Matarraña (Matarranya) y Algars, encuadradas en la comarca aragonesa de Caspe-Bajo Aragón, en la región conocida como La Franja, caracterizada por ser su lengua materna el catalán, en este caso en las variedades dialectales locales (favarol o nonaspí), aunque por razones políticas y de la misma forma que ocurre con el valenciano, esto último no es aceptado por la totalidad de la población.
Como curiosidad geográfica, en un radio de muy pocos kilómetros podemos pisar las provincias de Zaragoza, Teruel, Lérida, Huesca, Tarragona y Castellón.
En cuanto a la actividad de sus habitantes, se dedican mayoritariamente a la agricultura, y es tierra de buenos melocotones (para mi gusto, los mejores siguen siendo los amarillos) y excelente aceite, fruto de la aceituna negra de la variedad empeltre, característica del Bajo Aragón, y de la que se obtiene un producto de aspecto limpio, color amarillo oro y sabor suave algo afrutado.
Fuimos recibidos el viernes en Nonaspe con una suculenta cena preparada por Maria Teresa, a quien debemos agradecer junto a Angelines y Conchita la perfecta organización del evento.
Esta última y su hija Teresa habían confeccionado un mural con el árbol genealógico, para que cada uno y sobre todo los más jóvenes, se situasen y pudiesen identificar el parentesco con los presentes. Magnífico trabajo.
En lo alto del mismo, al inicio del tronco común, D. Ramón Latorre Vallespí (1860-1929), en mi caso, bisabuelo, quien fuese alcalde de Fabara y diputado provincial por la circunscripción de Caspe. Encuadrado en las filas del liberalismo de Sagasta, Canalejas y Romanones, fue íntimo amigo del también político y fundador del Heraldo de Aragón, D. Luis Montestruc.
También fue administrador local de los bienes de la Princesa de Belmonte, perteneciente a la influyente familia aragonesa de los Pignatelli, originarios de Nápoles, donde residía, y propietarios de grandes extensiones de tierra e inmuebles en la comarca.
Para los interesados, dejo el enlace del documento de poder entregado por los Príncipes de Belmonte a D. José Valls, vecino de Fabara a través de su apoderado en Barcelona para ceder el agua sobrante de sus molinos, previo pago, claro está, al Sr. D. Enrique Vallespí para el uso exclusivo en su molino de aceite.
https://drive.google.com/file/d/0Bx_XbLTg71VFMG5nMFJJT2VZemM/view?usp=sharing
A finales del siglo XIX, el pueblo fabarol reclamó la propiedad de las tierras y posesiones, lo que obligó a la familia terrateniente a ir desprendiéndose de ellas mediante la venta a los habitantes locales.
Actualmente (desde 1986), el Ayuntamiento se ubica en parte de lo que fueron las dependencias del palacio de los nobles, construcción que data del último cuarto del siglo XVI y que era utilizada en el siglo XIX como granero (de ahí que en el habla local lo llamen Lo Graner).Nuestro bisabuelo, como administrador y alcalde, está claro que participió activamente en la enajenación de los bienes de la noble familia.
El sábado, la cita en Fabara nos llevó a visitar su sepultura en el Cementerio local.
Antes, en las afueras de la localidad, el Mausoleo romano mayor y mejor conservado de la península, erigido en el siglo II d.C. en memoria de Lucio Emilio Lupo, noble romano que al parecer falleció y fue enterrado en el lugar.
Por alguna extraña razón, el edificio es conocido por los lugareños como Casa de los Moros, quizá porque durante años se atribuía al dominio musulmán cualquier edificio que tuviera visos de antigüedad (Casi 8 siglos de presencia musulmana daban para mucho) Posteriormente, de nuevo magnífico ágape (gracias a Maria Teresa, Angelines, y sus amigas) en una finca de Nonaspe: tortillas, coca (la pizza catalana, prima hermana de la napolitana), butifarra, chorizo, aceitunas de la variedad empeltre, el imprescindible pa amb tumaca y otras exquisiteces locales dulces y saladas.
Para bajar la comida, pequeña excursión a pie hasta la coqueta ermita de la Virgen de las Dos Aguas.
A continuación, en la Iglesia de Fabara, misa opcional en recuerdo de los familiares fallecidos.
El templo fabarol ubicado sobre un promontorio en la parte alta de la población, tiene un aspecto defensivo y estaba integrado en el conjunto fortificado medieval que defendía el lugar.
Se trata de una iglesia con una nave rectangular de una pieza, sin columnas internas. La decoración arquitectónica es escasa y se encuadra en el gótico tardío.
Exteriormente, presenta un aspecto macizo y sus remates almenados le confieren su carácter de fortaleza.
Durante la Guerra Civil (1936-1939) fue saqueada y quemada, destruyéndose el retablo y altares laterales, así como desmontada la torre, cuentan que con intención de hacer una fábrica de aceite con sus bloques, que no llegó a construirse. Finalizada la contienda, las piedras fueron restituidas a su lugar original.Su cercanía al Frente del Ebro y al escenario de la batalla del mismo nombre, la más cruenta de la Guerra Civil, le hizo sufrir especialmente el embate de la contienda.
También durante las guerras carlistas, la zona fue escenario de múltiples escaramuzas, sobre todo durante la primera de ellas, en la que el Bajo Aragón estuvo dominado por las tropas de Cabrera, el Tigre del Maestrazgo.
La correspondiente cena en familia, también excelente, en el Restaurante El Farolet de Fabara, consistente en cogollos con anchoas, ternasco (en Aragón llaman así al cordero asado) y helado, regado con vino tinto de la localidad y blanco catalán.
El domingo, visita al Museo Etnográfico de Nonaspe, previo pantagruélico desayuno (más bien almuerzo) en el Bar del Sindicato, auténtico centro de reunión de la localidad, visitado reiteradamente durante el fin de semana.
El tiempo también se ha portado, soleado y fresco, con algo de cierzo el sábado, habitual en todo el valle del Ebro.
No deben de ser muy extraños los días ventosos en Fabara, cuando hay hasta una calle dedicada al viento, donde me imagino que por su situación soplará con mayor virulencia si cabe.En definitiva, todos quedamos plenamente satisfechos de la reunión (trobada en el idioma local) y emplazados a una nueva celebración el año que viene en algún lugar todavía sin determinar.
Esta vez escogimos las vecinas localidades zaragozanas de Fabara (Favara de Matarranya, en catalán) y Nonaspe (Nonasp), por ser la primera de ellas cuna de nuestros comunes ancestros.Por cuestión de intendencia, el grueso del grupo estuvo alojado en la segunda.Ambas localidades, que están separadas por una distancia de 10 km., se encuentran situadas entre los ríos Matarraña (Matarranya) y Algars, encuadradas en la comarca aragonesa de Caspe-Bajo Aragón, en la región conocida como La Franja, caracterizada por ser su lengua materna el catalán, en este caso en las variedades dialectales locales (favarol o nonaspí), aunque por razones políticas y de la misma forma que ocurre con el valenciano, esto último no es aceptado por la totalidad de la población.
Como curiosidad geográfica, en un radio de muy pocos kilómetros podemos pisar las provincias de Zaragoza, Teruel, Lérida, Huesca, Tarragona y Castellón.
En cuanto a la actividad de sus habitantes, se dedican mayoritariamente a la agricultura, y es tierra de buenos melocotones (para mi gusto, los mejores siguen siendo los amarillos) y excelente aceite, fruto de la aceituna negra de la variedad empeltre, característica del Bajo Aragón, y de la que se obtiene un producto de aspecto limpio, color amarillo oro y sabor suave algo afrutado.
Fuimos recibidos el viernes en Nonaspe con una suculenta cena preparada por Maria Teresa, a quien debemos agradecer junto a Angelines y Conchita la perfecta organización del evento.
Esta última y su hija Teresa habían confeccionado un mural con el árbol genealógico, para que cada uno y sobre todo los más jóvenes, se situasen y pudiesen identificar el parentesco con los presentes. Magnífico trabajo.
En lo alto del mismo, al inicio del tronco común, D. Ramón Latorre Vallespí (1860-1929), en mi caso, bisabuelo, quien fuese alcalde de Fabara y diputado provincial por la circunscripción de Caspe. Encuadrado en las filas del liberalismo de Sagasta, Canalejas y Romanones, fue íntimo amigo del también político y fundador del Heraldo de Aragón, D. Luis Montestruc.
También fue administrador local de los bienes de la Princesa de Belmonte, perteneciente a la influyente familia aragonesa de los Pignatelli, originarios de Nápoles, donde residía, y propietarios de grandes extensiones de tierra e inmuebles en la comarca.
Para los interesados, dejo el enlace del documento de poder entregado por los Príncipes de Belmonte a D. José Valls, vecino de Fabara a través de su apoderado en Barcelona para ceder el agua sobrante de sus molinos, previo pago, claro está, al Sr. D. Enrique Vallespí para el uso exclusivo en su molino de aceite.
https://drive.google.com/file/d/0Bx_XbLTg71VFMG5nMFJJT2VZemM/view?usp=sharing
A finales del siglo XIX, el pueblo fabarol reclamó la propiedad de las tierras y posesiones, lo que obligó a la familia terrateniente a ir desprendiéndose de ellas mediante la venta a los habitantes locales.
Actualmente (desde 1986), el Ayuntamiento se ubica en parte de lo que fueron las dependencias del palacio de los nobles, construcción que data del último cuarto del siglo XVI y que era utilizada en el siglo XIX como granero (de ahí que en el habla local lo llamen Lo Graner).Nuestro bisabuelo, como administrador y alcalde, está claro que participió activamente en la enajenación de los bienes de la noble familia.
El sábado, la cita en Fabara nos llevó a visitar su sepultura en el Cementerio local.
Antes, en las afueras de la localidad, el Mausoleo romano mayor y mejor conservado de la península, erigido en el siglo II d.C. en memoria de Lucio Emilio Lupo, noble romano que al parecer falleció y fue enterrado en el lugar.
Por alguna extraña razón, el edificio es conocido por los lugareños como Casa de los Moros, quizá porque durante años se atribuía al dominio musulmán cualquier edificio que tuviera visos de antigüedad (Casi 8 siglos de presencia musulmana daban para mucho) Posteriormente, de nuevo magnífico ágape (gracias a Maria Teresa, Angelines, y sus amigas) en una finca de Nonaspe: tortillas, coca (la pizza catalana, prima hermana de la napolitana), butifarra, chorizo, aceitunas de la variedad empeltre, el imprescindible pa amb tumaca y otras exquisiteces locales dulces y saladas.
Para bajar la comida, pequeña excursión a pie hasta la coqueta ermita de la Virgen de las Dos Aguas.
A continuación, en la Iglesia de Fabara, misa opcional en recuerdo de los familiares fallecidos.
El templo fabarol ubicado sobre un promontorio en la parte alta de la población, tiene un aspecto defensivo y estaba integrado en el conjunto fortificado medieval que defendía el lugar.
Se trata de una iglesia con una nave rectangular de una pieza, sin columnas internas. La decoración arquitectónica es escasa y se encuadra en el gótico tardío.
Exteriormente, presenta un aspecto macizo y sus remates almenados le confieren su carácter de fortaleza.
Durante la Guerra Civil (1936-1939) fue saqueada y quemada, destruyéndose el retablo y altares laterales, así como desmontada la torre, cuentan que con intención de hacer una fábrica de aceite con sus bloques, que no llegó a construirse. Finalizada la contienda, las piedras fueron restituidas a su lugar original.Su cercanía al Frente del Ebro y al escenario de la batalla del mismo nombre, la más cruenta de la Guerra Civil, le hizo sufrir especialmente el embate de la contienda.
También durante las guerras carlistas, la zona fue escenario de múltiples escaramuzas, sobre todo durante la primera de ellas, en la que el Bajo Aragón estuvo dominado por las tropas de Cabrera, el Tigre del Maestrazgo.
La correspondiente cena en familia, también excelente, en el Restaurante El Farolet de Fabara, consistente en cogollos con anchoas, ternasco (en Aragón llaman así al cordero asado) y helado, regado con vino tinto de la localidad y blanco catalán.
El domingo, visita al Museo Etnográfico de Nonaspe, previo pantagruélico desayuno (más bien almuerzo) en el Bar del Sindicato, auténtico centro de reunión de la localidad, visitado reiteradamente durante el fin de semana.
El tiempo también se ha portado, soleado y fresco, con algo de cierzo el sábado, habitual en todo el valle del Ebro.
No deben de ser muy extraños los días ventosos en Fabara, cuando hay hasta una calle dedicada al viento, donde me imagino que por su situación soplará con mayor virulencia si cabe.En definitiva, todos quedamos plenamente satisfechos de la reunión (trobada en el idioma local) y emplazados a una nueva celebración el año que viene en algún lugar todavía sin determinar.
ya que nadie te ha puesto ningún comentario, yo seré el primero. Nosotros también lo pasamos muy bien. Nos gustó mucho el viaje y sobr etodo la compañía. Tres Hurras por las organizadoras.
ResponderEliminarhasta el año que viene. Juanjo Garrido Carceller Simón Latorre (¡¡¡ ya de 4º !!!)
Emilio, muchas gracias por tus palabras y tu escrito, es un excelente resumen y muy emotivo de los días que pasamos juntos en Nonasp y en Favara. Cuando Conchita nos sugirió la idea de la 'trobada' en el pueblo de nuestros bisabuelos, fue una gran alegría para nosotros, para que nos conociéramos todos y fuéramos plenamente conscientes de dónde están nuestros orígenes. Angelines y yo hemos estado encantadas de ser anfitrionas de todos vosotros y ha sido un placer enorme conoceros y poder compartir unos ratos con vosotros.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para todos y hasta el próximo encuentro!
Maria Teresa Altés Navarro Latorre Ráfales (e hijas y nietos)
¡Gracias, Maria Teresa! Desde luego nosotros nos hemos ido encantados. Corrijo lo de "trobada", la verdad es que no lo consulté y me guié del "trouver" francés. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMe uno virtualmente a los escursionistas y descendientes de esa entrañable tierra que recordaré siempre donde viva. un abrazo a todos desde Brasil.
ResponderEliminarVaya, vaya, ahora que se acaba de editar un libro sobre los Latorre de Caspe. Se agradece el documento, en el libro de Víctor Cervera aparece uno posterior. Y un abrazo a Angelines, compañera de internado en las Escolapias de Zaragoza.
ResponderEliminarLola Bielsa (Fabara)