Es lo obtenido como consecuencia de la paciencia, constancia y perseverancia, virtudes que deben acompañar a todo aquel que tenga intención de recolectar setas en el monte.
Este puente el Pilar por fin han hecho su aparación los hongos en nuestros montes. No es que lo hayan hecho en grandes cantidades, pero suficiente para quienes nos adentramos en los bosques sin ánimo lucrativo, sin más afán que la recompensa en términos de satisfacción que supone una expedición fructuosa entre los árboles.
El mal tiempo, si por ello entendemos días lluviosos y grises, ha campado a sus anchas estos días, lo que no me ha impedido calzarme las botas el sábado y hoy martes.
A pesar de ello, los montes siguen bastante secos, más allá del agua caída estos días y que apenas cubre su superficie.Torrenteras como ésta de la imagen, bajan prácticamente sin agua, cuando deberían tener un caudal considerable a estas alturas del otoño.
Si el primero de los días no fue muy fructífero, me sirvió para constatar que los hongos empezaban a salir, y para acompañar los huevos en forma de revuelto a la hora de cenar.
Hoy he vuelto a uno de mis parajes preferidos, Leitzalarrea, donde he conseguido recoger los primeros Ontto Beltza de la temporada, redondos y gorditos como este hermoso ejemplar.Aunque el lugar donde he dejado el coche denotaba que la competencia iba a ser mucha durante la jornada matinal, la realidad es que luego sólo me he cruzado con dos personas, aunque he divisado otras tantas en la lejanía.
La experiencia y los múltiples paseos nos van enseñando las zonas donde incrementar nuestra atención, los distintos tonos de verde, los lugares que acumulan más humedad, y las laderas menos expuestas a los vientos del norte, que facilitan la eclosión micológica.
Hongos de pequeño tamaño, aunque muy sanos y frescos, han ido alegrando mi cesta, como este otro Ontto zuri.El nombre científico por el que conocemos a las setas se compone normalmente de dos palabras, la primera de las cuales se refiere al género y la segunda nos designa la especie, haciendo referencia habitualmente a alguna característica que la identifica y diferencia de las otras especies de su género.
En el caso de los dos hongos que hemos fotografiado, son el Boletus aereus y Boletus edulis, respectivamente. El nombre del género que identifica a los hongos, Boletus, en latín significa seta, mientras aereus hace referencia a su color bronceado, más oscuro que el del edulis, cuyo significado es simplemente comestible.
Las lluvias de estos días han propiciado también la aparición de diversas especies de amanita, como este precioso ejemplar de Amanita Muscaria, espectacular en todo su esplendor.
Siguiendo con el significado de su nombre latino, muscaria viene del latín musca, que significa mosca y se refiere a su uso como insecticida matamoscas.Como ya dije en algún otro lugar de este blog, está considerada como la más hermosa de las setas, quizá por su atractivo color rojo, quizá por su largo historial como seta alucinógena, creyendo muchos antropólogos que se trata del psicoactivo más antiguo empleado por la humanidad.
En muchas zonas de Asia y Europa Central, hay evidencias de su empleo chamánico cerca de 4000 años a.C., como en la Siberia Central, Kazakhstan o Laponia.
También pueblos indígenas asentados entre los actuales EEUU y Canadá la siguen utilizando en sus rituales.
Nosotros, para bien o para mal, utilizamos las setas para otro ritual menos ligado a las experiencias semireligiosas y más a los placeres gástricos.
Retomando el espíritu inicial de mi blog, una nueva receta, Pimientos rellenos de hongos.Pochamos cebolla cortada en juliana. Troceamos los hongos, y los hacemos a fuego lento en la cebolla ya caramelizada. Los sacamos a un plato y freimos un poco de harina en el aceite donde hemos hecho los hongos, añadiendo un poco de leche de forma que nos quede una bechamel espesita, a la que agregamos los hongos ya hechos. Con la mezcla, rellenamos con cuidado los pimientos del piquillo para que no se nos rompan.
Los pasamos ligeramente por harina y los freimos un poco con cuidado de que no se nos salga el contenido, añadiéndolos a la salsa que habremos preparado previamente.
Para ésta, hacemos un poco de salsa de tomate, a la que añadimos la carne de unos pimientos choriceros y leche, hasta lograr la textura y tono a gusto de cada cual.
Probarlo y ya me diréis si os ha resultado. A ver si alguno se anima a experimentarlo en la sociedad, que ya tengo ganas de ir alguna vez a mesa puesta.
Este puente el Pilar por fin han hecho su aparación los hongos en nuestros montes. No es que lo hayan hecho en grandes cantidades, pero suficiente para quienes nos adentramos en los bosques sin ánimo lucrativo, sin más afán que la recompensa en términos de satisfacción que supone una expedición fructuosa entre los árboles.
El mal tiempo, si por ello entendemos días lluviosos y grises, ha campado a sus anchas estos días, lo que no me ha impedido calzarme las botas el sábado y hoy martes.
A pesar de ello, los montes siguen bastante secos, más allá del agua caída estos días y que apenas cubre su superficie.Torrenteras como ésta de la imagen, bajan prácticamente sin agua, cuando deberían tener un caudal considerable a estas alturas del otoño.
Si el primero de los días no fue muy fructífero, me sirvió para constatar que los hongos empezaban a salir, y para acompañar los huevos en forma de revuelto a la hora de cenar.
Hoy he vuelto a uno de mis parajes preferidos, Leitzalarrea, donde he conseguido recoger los primeros Ontto Beltza de la temporada, redondos y gorditos como este hermoso ejemplar.Aunque el lugar donde he dejado el coche denotaba que la competencia iba a ser mucha durante la jornada matinal, la realidad es que luego sólo me he cruzado con dos personas, aunque he divisado otras tantas en la lejanía.
La experiencia y los múltiples paseos nos van enseñando las zonas donde incrementar nuestra atención, los distintos tonos de verde, los lugares que acumulan más humedad, y las laderas menos expuestas a los vientos del norte, que facilitan la eclosión micológica.
Hongos de pequeño tamaño, aunque muy sanos y frescos, han ido alegrando mi cesta, como este otro Ontto zuri.El nombre científico por el que conocemos a las setas se compone normalmente de dos palabras, la primera de las cuales se refiere al género y la segunda nos designa la especie, haciendo referencia habitualmente a alguna característica que la identifica y diferencia de las otras especies de su género.
En el caso de los dos hongos que hemos fotografiado, son el Boletus aereus y Boletus edulis, respectivamente. El nombre del género que identifica a los hongos, Boletus, en latín significa seta, mientras aereus hace referencia a su color bronceado, más oscuro que el del edulis, cuyo significado es simplemente comestible.
Las lluvias de estos días han propiciado también la aparición de diversas especies de amanita, como este precioso ejemplar de Amanita Muscaria, espectacular en todo su esplendor.
Siguiendo con el significado de su nombre latino, muscaria viene del latín musca, que significa mosca y se refiere a su uso como insecticida matamoscas.Como ya dije en algún otro lugar de este blog, está considerada como la más hermosa de las setas, quizá por su atractivo color rojo, quizá por su largo historial como seta alucinógena, creyendo muchos antropólogos que se trata del psicoactivo más antiguo empleado por la humanidad.
En muchas zonas de Asia y Europa Central, hay evidencias de su empleo chamánico cerca de 4000 años a.C., como en la Siberia Central, Kazakhstan o Laponia.
También pueblos indígenas asentados entre los actuales EEUU y Canadá la siguen utilizando en sus rituales.
Nosotros, para bien o para mal, utilizamos las setas para otro ritual menos ligado a las experiencias semireligiosas y más a los placeres gástricos.
Retomando el espíritu inicial de mi blog, una nueva receta, Pimientos rellenos de hongos.Pochamos cebolla cortada en juliana. Troceamos los hongos, y los hacemos a fuego lento en la cebolla ya caramelizada. Los sacamos a un plato y freimos un poco de harina en el aceite donde hemos hecho los hongos, añadiendo un poco de leche de forma que nos quede una bechamel espesita, a la que agregamos los hongos ya hechos. Con la mezcla, rellenamos con cuidado los pimientos del piquillo para que no se nos rompan.
Los pasamos ligeramente por harina y los freimos un poco con cuidado de que no se nos salga el contenido, añadiéndolos a la salsa que habremos preparado previamente.
Para ésta, hacemos un poco de salsa de tomate, a la que añadimos la carne de unos pimientos choriceros y leche, hasta lograr la textura y tono a gusto de cada cual.
Probarlo y ya me diréis si os ha resultado. A ver si alguno se anima a experimentarlo en la sociedad, que ya tengo ganas de ir alguna vez a mesa puesta.
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