Seguimos con la magnífica idea de los bonos de cine. Ayer, nueva sesión de Cine-club y una gratísima sorpresa.
Película impactante, Concursante, ópera prima de Rodrigo Cortés, ¡atención, estrenada en 2007!, antes de la CRISIS, y con una visión premonitoria de la que se nos venía encima.
Reconozco que cuando se estrenó no oí hablar de ella y que ayer iba un poco "a verlas venir", sin mucha idea de lo que me iban a deparar los 88 minutos que dura el filme.
Además, llegué tarde y me perdí la charla inicial, con lo cual me senté con la mente abierta, presta a recoger los estímulos que me lanzase el autor a través de su cinta, sin ninguna idea preconcebida, más allá del bagaje que uno va acumulando a sus espaldas.
Enseguida me dí cuenta de que me iba a agradar.
El inicio me encantó, y trasladaba a la pantalla pensamientos que a uno le han acompañado a lo largo de su periplo por esta vida y que ya he expresado en algún otro lugar de este blog: lo limitado de nuestro conocimiento en relación a la inmensidad del Universo.
El azar y la propia limitación de nuestros sentidos condicionan la capacidad de nuestro conocimiento. Los acontecimientos van fluyendo en nuestra vida sin que el aparente dominio que tenemos sobre ellos no sea más que eso, apariencia.
La película es como montar en una montaña rusa vertiginosa, con una puesta en escena espectacular e innovadora, con recursos de videoclip que para nada quedan fuera de lugar, y con un ritmo y unos movimientos de cámara trepidantes y tremendamente efectistas.
Como complemento del tema, no hay que perderse tampoco el cortometraje del mismo autor, "15 días", en cierto modo preludio de esta película.
También vimos la semana pasada otro buen filme que abunda en el mismo tema, "Wall Street:el dinero nunca duerme" de Oliver Stone.
Reconozco que cuando se estrenó no oí hablar de ella y que ayer iba un poco "a verlas venir", sin mucha idea de lo que me iban a deparar los 88 minutos que dura el filme.
Además, llegué tarde y me perdí la charla inicial, con lo cual me senté con la mente abierta, presta a recoger los estímulos que me lanzase el autor a través de su cinta, sin ninguna idea preconcebida, más allá del bagaje que uno va acumulando a sus espaldas.
Enseguida me dí cuenta de que me iba a agradar.
El inicio me encantó, y trasladaba a la pantalla pensamientos que a uno le han acompañado a lo largo de su periplo por esta vida y que ya he expresado en algún otro lugar de este blog: lo limitado de nuestro conocimiento en relación a la inmensidad del Universo.
El azar y la propia limitación de nuestros sentidos condicionan la capacidad de nuestro conocimiento. Los acontecimientos van fluyendo en nuestra vida sin que el aparente dominio que tenemos sobre ellos no sea más que eso, apariencia.
La película es como montar en una montaña rusa vertiginosa, con una puesta en escena espectacular e innovadora, con recursos de videoclip que para nada quedan fuera de lugar, y con un ritmo y unos movimientos de cámara trepidantes y tremendamente efectistas.
La excelente música de la BSO ayuda a acrecentar la sensación de caos infernal que acompaña toda la narración.
Toda la estructura formal de la película es en sí misma innovadora y un soplo de aire fresco y diferente de todo lo que he visto hasta ahora en nuestro cine. Rodrigo Cortés será sin duda uno de los directores de las próximas décadas.
Y qué decir de un inmenso Leonardo Sbaraglia, al que hasta su meloso acento argentino le ayuda a darle credibilidad y ternura al personaje.
La trama se apoya en un profesor de Historia de la Economía que gana en un concurso televisivo el mayor premio jamás entregado en la historia de la TV, 3 millones de euros repartidos en diferentes propiedades: coches, una magnífica casa, un barco, una avioneta,...
Y qué decir de un inmenso Leonardo Sbaraglia, al que hasta su meloso acento argentino le ayuda a darle credibilidad y ternura al personaje.
La trama se apoya en un profesor de Historia de la Economía que gana en un concurso televisivo el mayor premio jamás entregado en la historia de la TV, 3 millones de euros repartidos en diferentes propiedades: coches, una magnífica casa, un barco, una avioneta,...
El golpe de suerte se convertirá en una auténtica pesadilla, que sumergirá al protagonista en una sucesión interminable de problemas sin solución.
El sinsentido del capitalismo se muestra en lo más crudo de su expresión. La fragilidad del sistema financiero, como luego se vio con la crisis, está magníficamente reflejada y nos enseña cómo el libre mercado no es tal, sino que estamos atrapados en una especie de casino en el que siempre perdemos.
El sinsentido del capitalismo se muestra en lo más crudo de su expresión. La fragilidad del sistema financiero, como luego se vio con la crisis, está magníficamente reflejada y nos enseña cómo el libre mercado no es tal, sino que estamos atrapados en una especie de casino en el que siempre perdemos.
Todo el sistema está basado en la deuda y sólo el 10% del dinero existe; el resto son, como vemos en la película, papelitos que se van traspasando de unos a otros.
Tampoco se libra de la ácida crítica del filme, la Hacienda Pública, que se abalanza sobre todo aquello que se pone a su alcance con el fin de dar de comer a la inmensa estructura creada con la magnífica excusa del "estado del bienestar".
Una pléyade de políticos y asesores varios hambrientos, cada día hinchan más su panza y piden y piden más en una espiral sinfín que acabará fagotizándonos.
Pero, mientras tanto, hay que alargar la edad de jubilación, reducir plantillas, ajustar salarios,... al tiempo que a nadie se le ocurre eliminar una inútil cámara como el Senado, o reducir el número de representantes en el Congreso ya que en realidad podrían funcionar con algo más de media docena de diputados compromisarios , uno por partido representado, cada uno de ellos en posesión del número de votos de su organización, teniendo en cuenta que la disciplina de partido no se rompe nunca. Son sólo un par de ejemplos de los múltiples posibles. Pero esa es otra historia.
Tampoco se libra de la ácida crítica del filme, la Hacienda Pública, que se abalanza sobre todo aquello que se pone a su alcance con el fin de dar de comer a la inmensa estructura creada con la magnífica excusa del "estado del bienestar".
Una pléyade de políticos y asesores varios hambrientos, cada día hinchan más su panza y piden y piden más en una espiral sinfín que acabará fagotizándonos.
Pero, mientras tanto, hay que alargar la edad de jubilación, reducir plantillas, ajustar salarios,... al tiempo que a nadie se le ocurre eliminar una inútil cámara como el Senado, o reducir el número de representantes en el Congreso ya que en realidad podrían funcionar con algo más de media docena de diputados compromisarios , uno por partido representado, cada uno de ellos en posesión del número de votos de su organización, teniendo en cuenta que la disciplina de partido no se rompe nunca. Son sólo un par de ejemplos de los múltiples posibles. Pero esa es otra historia.
Un vídeo de la promoción de la película, que también fue, digamos, diferente.
La cinta, no obstante, tampoco escapa a las contradicciones del mundo en el que vivimos y si nos quedamos hasta los créditos finales, costumbre que suelo repetir, al final de los mismos figura "Película financiada por BBVA y Banco do Espiritu Santo".
Ataduras del sistema de las que no se libra ni el más crítico.Como complemento del tema, no hay que perderse tampoco el cortometraje del mismo autor, "15 días", en cierto modo preludio de esta película.
También vimos la semana pasada otro buen filme que abunda en el mismo tema, "Wall Street:el dinero nunca duerme" de Oliver Stone.
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