El doble interés por la montañas y la historia de nuestro entorno más inmediato, me atrae hacia esta cumbre del Aralar guipuzcoano, en cuya cima quedan restos de la fortaleza circular que la coronaba.
Partimos desde las campas de Larraitz, en Abaltzisketa, donde dejamos el coche.
Quizá sea éste el paraje natural más concurrido de Tolosaldea, al que la gente acude en masa los fines de semana, visitando alguno de sus restaurantes, disfrutando al aire libre, para ascender al Txindoki, a cuyos pies se asienta, o como punto de partida de excursiones por la sierra de Aralar, como es mi caso en el día de hoy.
A su derecha, adelantado, aunque fuera de la imagen, queda Ausa Gaztelu, como un peón flanqueándolo en un tablero de ajedrez que se conformara con la sierra de Aralar.
Detrás del aparcamiento, franqueamos la langa que da acceso al camino que se dirige hacia Txindoki.
A los 5 minutos y tras dejar a la izquierda una fuente, obviamos el cartel que a nuestra izquierda nos indica el camino hacia Txindoki y seguimos por la pista, hasta la primera bifurcación que encontramos tras una curva, donde cogemos el camino de la derecha.
A partir de aquí, iremos subiendo suavemente por el camino que en algunos tramos empedrados nos recuerda la antigua calzada que comunicaba con Navarra a través de Aralar, atravesando bosques de hayas y algún que otro pinar.
La calzada es atravesada en varios puntos por los arroyos y regatas que bajan el agua desde los altos de Aralar y que se filtrarán por debajo de Ausa Gaztelu, por cuyas entrañas corre uno de los ríos subterráneos más caudalosos de la zona.
Alcanzamos la fuente y el collado de Errekonta tras poco más de una hora de camino, que en los últimos metros ha ido haciéndose cada vez más empinado.
En este collado, el paisaje ya nos recuerda que nos encontramos en Aralar.
Amplios y verdes pastos rasos, aunque sólo unas pocas pottokas aguantan los rigores del invierno en este paraje que iniciada la primavera se poblará además de ganado ovino y bovino.
A nuestra derecha, las rocas de Ausa Gaztelu, objetivo de nuestra ascensión, hacia las que nos dirigimos, de frente si nuestras fuerzas todavía nos lo permiten o zigzagueando para suavizar el repecho.
Entre las rocas, intuimos el sendero que nos dirige a la cumbre, donde nos encontramos con los restos de la fortaleza que da nombre a este monte. (1 h. 25')
Las vistas de Txindoki desde este punto son impresionantes, así como sobre los valles del Gohierri, aunque hoy el día está nublado y no podemos apreciarlas.
En cuanto a la fortaleza de Ausa Gaztelu, a simple vista apreciamos que se trata de una construcción circular de unos tres metros de diámetro, con muros de 1,5 m. de anchura, que constituyen los restos de una torre.
Aguzando algo más nuestros sentidos, podemos discernir una segunda circunferencia concéntrica a la anterior, de unos 20 m. de diámetro y que en algún punto conserva muros de 4 m. de altura.
Las excavaciones realizadas por J.M.Barandiarán encontraron elementos datados en el Siglo XIII.
No sabemos quién la mandó construir ni con qué fines, pero podemos aventurar por su situación en la nueva frontera del reino de Navarra, tras la ocupación de Álava y Gipuzkoa por el rey castellano Alfonso VIII hacia el año 1200, que fuese el rey navarro Sancho el Sabio, necesitado de controlar el valle del Oria y los caminos de transhumancia que transcurren por las laderas de Ausa Gaztelu (la calzada que hemos empleado para subir y la Calzada de los Gentiles, en la vertiente de Zaldibia, a la que ya hice referencia en la entrada Enirio-Gañeta de este mismo blog)
Por ese motivo, tendría una historia común con otras fortalezas de Álava y Gipuzkoa, según queda reflejado en el artículo "La frontera occidental del reino de Navarra en 1200: la perspectiva arqueológica", de Mikel Ramos Aguirre, publicado en el nº 45 de la Revista Internacional de Estudios Vascos (año 2000).
Como vemos, este castillo navarro, hoy en territorio guipuzcoano, tuvo su importancia estratégica en el siglo XIII desde el punto de vista del reino pirenaico, finalizado el único periodo de la historia que ha aglutinado hasta el día de hoy bajo una misma unidad política a todos los vascos.
Retomamos el camino de subida para descender hacia Larraitz por la ruta de subida.
Llegando al punto de partida tomo esta instantánea de las campas de Larraitz, ya despejada la niebla.
Tres horas habrá durado nuestra excursión matutina de hoy.
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