La Higa de Monreal o Elomendi es la cima más alta de la Sierra de Alaitz y un punto visible desde muchos lugares de Navarra.
Los habituales de la carretera que de Pamplona-Iruña nos lleva hacia Jaca y el Pirineo, reconocemos su silueta con las feas antenas que la coronan.
Lo primero que me llama la atención es el nombre "higa". Consultado el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, nos da las siguientes acepciones para la palabra:
Los habituales de la carretera que de Pamplona-Iruña nos lleva hacia Jaca y el Pirineo, reconocemos su silueta con las feas antenas que la coronan.
Lo primero que me llama la atención es el nombre "higa". Consultado el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, nos da las siguientes acepciones para la palabra:
"1.f. Dije de azabache o coral, en forma de puño, que ponen a los niños con la idea de librarlos del mal de ojo. 2.f. Gesto que se ejecuta con la mano, cerrado el puño, mostrando el dedo pulgar por entre el dedo índice y el cordial, con el que se señalaba a las personas infames o se hacía desprecio de ellas. 3.f. Burla o desprecio"
Todas ellas se basan en la segunda, la del dedo pulgar entre el corazón y el índice, versión local del hoy en día más extendido gesto anglosajón del dedo corazón estirado con el puño cerrado.
En lo que nos atañe al monte en cuestión, supongo que la denominación "Higa" se la debe a su carácter prominente respecto al paisaje de su alrededor.
Aclarada la cuestión, me dirijo al bonito puente gótico que a las afueras de la población de Monreal (Elo en euskera) salva las aguas del río Elorz.
Dejamos el coche y comenzamos a andar por la carretera que desde allí se dirige a la izquierda de la Higa. Pasada una solitaria casa a unos 300 metros, junto a su tapia, un camino bordea la misma y nos dirije hacia la fea carretera que asciende a la antena.
Seguimos por este camino que va cortando y atajando la carretera que serpentea por la falda de la montaña.
El sendero está jalonado de hitos que nos ayudan a no extraviarnos. No obstante como referencia visual podemos tomar el collado que queda a la izquierda de la Higa, en su vertiente sur, hacia el que nos dirige el sendero.
A los 25' cruzamos una cerca con escalerilla y continuamos entre preciosos bojes y alguna carrasca por el camino que se va suavizando dándonos un merecido descanso.
Alcanzamos las ruinas de la borda Cascante, que a juzgar por sus troneras habrá tenido un uso defensivo en las múltiples escaramuzas que se dieron cita en la zona durante la Francesada y las Guerras Carlistas.
A la hora y cinco minutos de haber iniciado la excursión, llegamos a un cruce de caminos en el que debemos tomar el de la derecha que si lo siguiésemos nos llevaría a bordear la cima hasta la cara norte.
Nada más cogerlo, lo abandonamos por el sendero que sale nuevamente a nuestra derecha siguiendo el cartel que nos indica "Higa" para dirigirnos hacia el roquedo que nos conducirá a la cima.
Estamos en la parte más exigente de la ascensión y la frondosidad del bosque de bojes hace que debamos prestar toda nuestra atención en no perder la referencia de los hitos que nos van marcando el sendero a seguir.
El día es seco y soleado pero esta parte final, con lluvia debe ser bastante peligrosa. Ayudándonos de las cadenas colocadas en las piedras para facilitar la ascensión y librarnos de los incómodos y peligrosos resbalones, salvamos los últimos escalones que nos conducen a la cumbre (1.289 m.)
Alcanzarla nos habrá llevado aproximadamente 1 hora y 50 minutos. Las vistas, impresionantes, aunque el día está brumoso y no las apreciamos con nitidez.
A nuestros pies, el Valle de Elorz con Monreal (Elo) en primer término. Al fondo, las cumbres pirenáicas.
Para descender utilizaremos la vía Norte, que se inicia en la carretera que sube hasta las antenas (al menos el ascenso a vehículos está restringido y esto no parece el metro en hora punta) Pasamos por la ermita de Santa Bárbara, la cual hasta la construcción del recinto de telecomunicaciones dominaba la cumbre.
De la Enciclopedia Auñamendi tomo esta imagen de 1970 sacada por su promotor, Bernardo Estornés Lasa, sin las antenas, aunque tampoco se aprecia la ermita.
Seguimos descendiendo, en un principio por la carretera, luego ya por el sendero que va cortando ésta hasta atravesar un pinar ya bastante abajo desde el que por la derecha nos juntaremos con el camino empleado a la ida. Aprovecho para llenar la mochila de piñas que me servirán para encender la chimeneta en los fríos días de invierno. Siempre hay algo aprovechable en el monte.
En esta otra vista, en primer término, el montículo sobre la población de Monreal, que albergó uno de los más importantes castillos medievales de Navarra.
Se libró de la destrucción durante la conquista de Fernando El Católico (1512) y del decreto del Cardenal Cisneros (1516), durante la Conquista de Navarra, de la que este año rememoraremos el V centenario de su inicio.
Con los derribos de los castillos y fortalezas trataban de impedir la reorganización de los navarros para restituir en el trono a los Albret y recuperar su arrebatada independencia.
El castillo fue no obstante derruido por Carlos I en 1521, todavía en plena Guerra entre Navarra y los castellano-aragoneses.
Entre éste y otros pensamientos vamos pasando el tiempo mientras alcanzamos el punto de partida, junto al puente, adonde llegamos a las 3 horas y media del inicio de nuestro periplo.
Todavía nos dará tiempo para en el camino de vuelta a Tafalla, admirar una vez más el acueducto de Noain, firmado en 1782 por el más célebre de los arquitectos españoles del Siglo XVIII, Ventura Rodríguez.
Fue construido dentro del plan de abastecimiento de agua a la ciudad de Pamplona, si bien a los 100 años de su puesta en servicio, cayó en desuso.
Inicialmente constaba de 97 arcos, aunque con la construcción del ferrocarril los dos arcos centrales se refundieron en uno y con la de la Autopista de Navarra se destruyeron otros dos. Hace unas semanas ha sido inaugurada la iluminación que lo embellecerá y lo hará visible durante las noches.
En los años 70 del pasado siglo, en los que se cometieron cientos de tropelías y atentados al buen gusto, en pleno desarrollismo franquista, estuvo a punto de ser derruido. Afortunadamente no llegó a producirse su destrucción, y entre tanta mente "progresista" ganaron quienes abogaron por su conservación.
En lo que nos atañe al monte en cuestión, supongo que la denominación "Higa" se la debe a su carácter prominente respecto al paisaje de su alrededor.
Aclarada la cuestión, me dirijo al bonito puente gótico que a las afueras de la población de Monreal (Elo en euskera) salva las aguas del río Elorz.
Dejamos el coche y comenzamos a andar por la carretera que desde allí se dirige a la izquierda de la Higa. Pasada una solitaria casa a unos 300 metros, junto a su tapia, un camino bordea la misma y nos dirije hacia la fea carretera que asciende a la antena.
Seguimos por este camino que va cortando y atajando la carretera que serpentea por la falda de la montaña.
El sendero está jalonado de hitos que nos ayudan a no extraviarnos. No obstante como referencia visual podemos tomar el collado que queda a la izquierda de la Higa, en su vertiente sur, hacia el que nos dirige el sendero.
A los 25' cruzamos una cerca con escalerilla y continuamos entre preciosos bojes y alguna carrasca por el camino que se va suavizando dándonos un merecido descanso.
Alcanzamos las ruinas de la borda Cascante, que a juzgar por sus troneras habrá tenido un uso defensivo en las múltiples escaramuzas que se dieron cita en la zona durante la Francesada y las Guerras Carlistas.
A la hora y cinco minutos de haber iniciado la excursión, llegamos a un cruce de caminos en el que debemos tomar el de la derecha que si lo siguiésemos nos llevaría a bordear la cima hasta la cara norte.
Nada más cogerlo, lo abandonamos por el sendero que sale nuevamente a nuestra derecha siguiendo el cartel que nos indica "Higa" para dirigirnos hacia el roquedo que nos conducirá a la cima.
Estamos en la parte más exigente de la ascensión y la frondosidad del bosque de bojes hace que debamos prestar toda nuestra atención en no perder la referencia de los hitos que nos van marcando el sendero a seguir.
El día es seco y soleado pero esta parte final, con lluvia debe ser bastante peligrosa. Ayudándonos de las cadenas colocadas en las piedras para facilitar la ascensión y librarnos de los incómodos y peligrosos resbalones, salvamos los últimos escalones que nos conducen a la cumbre (1.289 m.)
Alcanzarla nos habrá llevado aproximadamente 1 hora y 50 minutos. Las vistas, impresionantes, aunque el día está brumoso y no las apreciamos con nitidez.
A nuestros pies, el Valle de Elorz con Monreal (Elo) en primer término. Al fondo, las cumbres pirenáicas.
Para descender utilizaremos la vía Norte, que se inicia en la carretera que sube hasta las antenas (al menos el ascenso a vehículos está restringido y esto no parece el metro en hora punta) Pasamos por la ermita de Santa Bárbara, la cual hasta la construcción del recinto de telecomunicaciones dominaba la cumbre.
De la Enciclopedia Auñamendi tomo esta imagen de 1970 sacada por su promotor, Bernardo Estornés Lasa, sin las antenas, aunque tampoco se aprecia la ermita.
Auñamendi Entzikplopedia. Bernanrdo Estornés Lasa, 1970 |
En esta otra vista, en primer término, el montículo sobre la población de Monreal, que albergó uno de los más importantes castillos medievales de Navarra.
Se libró de la destrucción durante la conquista de Fernando El Católico (1512) y del decreto del Cardenal Cisneros (1516), durante la Conquista de Navarra, de la que este año rememoraremos el V centenario de su inicio.
Con los derribos de los castillos y fortalezas trataban de impedir la reorganización de los navarros para restituir en el trono a los Albret y recuperar su arrebatada independencia.
El castillo fue no obstante derruido por Carlos I en 1521, todavía en plena Guerra entre Navarra y los castellano-aragoneses.
Entre éste y otros pensamientos vamos pasando el tiempo mientras alcanzamos el punto de partida, junto al puente, adonde llegamos a las 3 horas y media del inicio de nuestro periplo.
Todavía nos dará tiempo para en el camino de vuelta a Tafalla, admirar una vez más el acueducto de Noain, firmado en 1782 por el más célebre de los arquitectos españoles del Siglo XVIII, Ventura Rodríguez.
Acueducto de Noain - Archivo Diario de Navarra |
Inicialmente constaba de 97 arcos, aunque con la construcción del ferrocarril los dos arcos centrales se refundieron en uno y con la de la Autopista de Navarra se destruyeron otros dos. Hace unas semanas ha sido inaugurada la iluminación que lo embellecerá y lo hará visible durante las noches.
En los años 70 del pasado siglo, en los que se cometieron cientos de tropelías y atentados al buen gusto, en pleno desarrollismo franquista, estuvo a punto de ser derruido. Afortunadamente no llegó a producirse su destrucción, y entre tanta mente "progresista" ganaron quienes abogaron por su conservación.
Hola Emilio, tengo conocidos del trabajo que han subido ahí arriba,en mountain bike, por el camino que zigzaguea el monte y se ve desde la carretera general, y comentan que no han conocido nada más exigente. Un auténtico rompepiernas.
ResponderEliminarUn saludo