Si hace unas semanas hablaba de Unamuno, uno de los vascos sabios a caballo entre los siglos XIX y XX, hoy con motivo del centenario de su nacimiento, celebrado hace unas semanas, lo haré de Julio Caro Baroja, otro vasco (nacido en Madrid), sabio entre los sabios que vivieron el siglo XX.
Nunca he sido mitómano pero si a alguien admiro entre los hombres (en su sentido de conjunto de la humanidad, hombres y mujeres, que nadie se enfade) es a aquéllos que han gozado del privilegio de que la naturaleza y la genética les dotasen de un cerebro con una inteligencia superior.
Si algo le caracterizó durante su vida, además de su asombrosa capacidad de trabajo, fue su independencia y heterodoxia, ajeno a ataduras ya fuesen éstas de carácter político o académico.
Ahora que tan en boga está la palabra "casta", si alguien fue capaz de transitar por el mundo académico y cultural del siglo XX español sin contaminarse y ajeno a la "casta" oficial, éste fue Don Julio, digno sucesor de su tío Don Pío.
Actos oficiales de homenaje como los de estos días en Navarra son de agradecer aunque denotan , no obstante, que políticos como los actuales dirigentes del viejo reino, no han debido leer su obra, o quieren engañarnos, y obvian que Caro Baroja en su obra nunca ha dejado duda sobre el carácter y cultura vascos de Navarra. Basta adentrarse en una de sus obras capitales, "Los vascos" para darse cuenta de que considera a Navarra, las Vascongadas e Iparralde como una misma entidad cultural. más allá de identidades de carácter político, que ese es otro problema diferente.
Quizá sean los enfrentamientos que por sus opiniones mantuvo con el nacionalismo oficial, lo que les lleva a adoptarlo como suyo, cuando no fue ni de los unos ni de los otros, sino una persona independiente que decía lo que pensaba sin ningún objetivo de intentar agradar a éstos o a aquéllos.
No fue persona de "blanco o negro", sino de matices y evolución y eso es lo que siempre me ha atraído hacia su obra.
Unos caminos nos conducen a otros y nuestras ideas van variando conforme nuestros conocimientos se van ensanchando y de la misma forma que la Ciencia moderna va progresando abandonando una teorías y abrazando otras nuevas que tampoco serán inexorables y definitivas, sino siempre provisionales hasta quedar refutadas por nuevos conocimientos, también nuestro acerbo personal de creencias va variando con nuestro progreso intelectual. Ello no supone que seamos incongruentes y que caigamos en la contradicción, por otra parte, auténtico motor del conocimiento.
Don Julio, como todos los sabios verdaderos que lo han sido, fue un hombre al que el afán de conocimiento hizo transitar por diferentes disciplinas, e interrelacionando unas con otras y al más puro estilo del sabio renacentista, fue tejiendo una maraña de saberes que le granjearon el respeto de la mayoría.
Por eso, aquéllas de sus ideas que en algún momento chocaban con los más recalcitrantes, le llevaron a polémicas no deseadas.
Frente a aquéllos que consideran el País Vasco como algo monolítico e inmutable, recubierto de la pátina de los tiempos, Caro Baroja rompe con los moldes que han forjado esa idea, adoptada y engrandecida por políticos, literatos y eclesiásticos.
Para Julio Caro Baroja, lo vasco se ha formado con gentes provenientes de diversos lugares a lo largo del tiempo, con percepciones y culturas distintas, que van moldeando aquella imagen pétrea primitiva de lo vasco.
En cuanto a su legado, su obra abarca múltiples disciplinas tan diversas como la numismática, la lingüística, arqueología, etnografía, tecnología, mitología, historia, antropología, etc... En definitiva, una visión global del hombre y su entorno.
La definición que más le gustaba sobre su obra era de Historia Social, para diferenciarse en cierto modo de la Antropología Social y Cultural. Para Caro Baroja, la Historia Social es una disciplina crítica, que no se conforma con los "lugares comunes" de la Historia y siempre busca interpretaciones alternas a las comúnmente aceptadas y transmitidas a través de la Historia oficial. De ahí la profusión de notas y referencias que nos trasladan de una lectura a otra para completar nuestra propia visión del hecho estudiado.
Su obra no es una obra acabada y cerrada, sino siempre en continua evolución.
Abarca más de un centenar de obras de diversos temas que desgraciadamente no puedo decir que haya leído en su totalidad, aunque sí algunas de ellas como, "Los vascos" (1949), "Las brujas y su mundo" (1961), "Etnografía histórica de Navarra" (1971), "Los Baroja" (1972), "Ritos y mitos equívocos" (1974), "El Laberinto vasco" (1982) o "Las falsificaciones de la historia" (1992).
Obra heterogénea, habría muchos puntos a destacar, aunque me fijaré en uno que para mí nos puede acercar bastante bien a la forma de tratar los temas de Caro Baroja. Sus estudios sobre la casa, como globalidad física y social, presente en muchas de ellas, desde "Los vascos".
La casa no es sólo el aspecto material, que por otra parte también detalla meticulosamente, ayudado por su faceta de artista, sino que es el escenario donde se reúne la familia, donde se obtiene la clase social, el escenario que por su tipología diferencia el hábitat de unos pueblos y otros, y que sirve de base para estudiar muchos otros aspectos de la cultura de un pueblo. Ahí se forja en cierto modo su concepto de identidad.
Para Caro Baroja, todos ellos actúan en la Historia, no sólo los personajes ilustres que nos muestra la "historia grande". Aceptan y rechazan innovaciones, acatan o se resisten a las incursiones del Estado en sus vidas privadas y asuntos locales, participando en el proceso histórico como los jefes políticos, generales o grandes burócratas.
Además de leer algo de su obra, también tuve la suerte de acudir a alguna de las conferencias que impartió durante la década de los 80 del pasado siglo y recuerdo especialmente una que pronunció en el salón de actos de uno de los lugares que más me gustan de Madrid, el Ateneo y su preciosa biblioteca, donde pasé horas de estudio durante mis años de universidad.
La conferencia impartida el 14 de marzo de 1981 versaba sobre los Problemas actuales del pueblovasco: Introducción general. Las nuevas tecnologías nos permiten poder escuchar su voz y la conferencia en su integridad.
Animo a quien no lo haya hecho ya a adentrarse en su obra, seguro que algún tema de su interés podrá encontrar. Yo por mi parte, continuaré haciéndolo poco a poco. Y en este caso como en muchos otros, olvidémonos de leer sólo aquéllo que nos reafirme en lo que creemos y busquemos diferentes opiniones y visiones sobre lo que nos rodea.
Nunca he sido mitómano pero si a alguien admiro entre los hombres (en su sentido de conjunto de la humanidad, hombres y mujeres, que nadie se enfade) es a aquéllos que han gozado del privilegio de que la naturaleza y la genética les dotasen de un cerebro con una inteligencia superior.
Si algo le caracterizó durante su vida, además de su asombrosa capacidad de trabajo, fue su independencia y heterodoxia, ajeno a ataduras ya fuesen éstas de carácter político o académico.
Ahora que tan en boga está la palabra "casta", si alguien fue capaz de transitar por el mundo académico y cultural del siglo XX español sin contaminarse y ajeno a la "casta" oficial, éste fue Don Julio, digno sucesor de su tío Don Pío.
Actos oficiales de homenaje como los de estos días en Navarra son de agradecer aunque denotan , no obstante, que políticos como los actuales dirigentes del viejo reino, no han debido leer su obra, o quieren engañarnos, y obvian que Caro Baroja en su obra nunca ha dejado duda sobre el carácter y cultura vascos de Navarra. Basta adentrarse en una de sus obras capitales, "Los vascos" para darse cuenta de que considera a Navarra, las Vascongadas e Iparralde como una misma entidad cultural. más allá de identidades de carácter político, que ese es otro problema diferente.
Quizá sean los enfrentamientos que por sus opiniones mantuvo con el nacionalismo oficial, lo que les lleva a adoptarlo como suyo, cuando no fue ni de los unos ni de los otros, sino una persona independiente que decía lo que pensaba sin ningún objetivo de intentar agradar a éstos o a aquéllos.
No fue persona de "blanco o negro", sino de matices y evolución y eso es lo que siempre me ha atraído hacia su obra.
Unos caminos nos conducen a otros y nuestras ideas van variando conforme nuestros conocimientos se van ensanchando y de la misma forma que la Ciencia moderna va progresando abandonando una teorías y abrazando otras nuevas que tampoco serán inexorables y definitivas, sino siempre provisionales hasta quedar refutadas por nuevos conocimientos, también nuestro acerbo personal de creencias va variando con nuestro progreso intelectual. Ello no supone que seamos incongruentes y que caigamos en la contradicción, por otra parte, auténtico motor del conocimiento.
Don Julio, como todos los sabios verdaderos que lo han sido, fue un hombre al que el afán de conocimiento hizo transitar por diferentes disciplinas, e interrelacionando unas con otras y al más puro estilo del sabio renacentista, fue tejiendo una maraña de saberes que le granjearon el respeto de la mayoría.
Por eso, aquéllas de sus ideas que en algún momento chocaban con los más recalcitrantes, le llevaron a polémicas no deseadas.
Frente a aquéllos que consideran el País Vasco como algo monolítico e inmutable, recubierto de la pátina de los tiempos, Caro Baroja rompe con los moldes que han forjado esa idea, adoptada y engrandecida por políticos, literatos y eclesiásticos.
Para Julio Caro Baroja, lo vasco se ha formado con gentes provenientes de diversos lugares a lo largo del tiempo, con percepciones y culturas distintas, que van moldeando aquella imagen pétrea primitiva de lo vasco.
En cuanto a su legado, su obra abarca múltiples disciplinas tan diversas como la numismática, la lingüística, arqueología, etnografía, tecnología, mitología, historia, antropología, etc... En definitiva, una visión global del hombre y su entorno.
La definición que más le gustaba sobre su obra era de Historia Social, para diferenciarse en cierto modo de la Antropología Social y Cultural. Para Caro Baroja, la Historia Social es una disciplina crítica, que no se conforma con los "lugares comunes" de la Historia y siempre busca interpretaciones alternas a las comúnmente aceptadas y transmitidas a través de la Historia oficial. De ahí la profusión de notas y referencias que nos trasladan de una lectura a otra para completar nuestra propia visión del hecho estudiado.
Su obra no es una obra acabada y cerrada, sino siempre en continua evolución.
Abarca más de un centenar de obras de diversos temas que desgraciadamente no puedo decir que haya leído en su totalidad, aunque sí algunas de ellas como, "Los vascos" (1949), "Las brujas y su mundo" (1961), "Etnografía histórica de Navarra" (1971), "Los Baroja" (1972), "Ritos y mitos equívocos" (1974), "El Laberinto vasco" (1982) o "Las falsificaciones de la historia" (1992).
Obra heterogénea, habría muchos puntos a destacar, aunque me fijaré en uno que para mí nos puede acercar bastante bien a la forma de tratar los temas de Caro Baroja. Sus estudios sobre la casa, como globalidad física y social, presente en muchas de ellas, desde "Los vascos".
La casa no es sólo el aspecto material, que por otra parte también detalla meticulosamente, ayudado por su faceta de artista, sino que es el escenario donde se reúne la familia, donde se obtiene la clase social, el escenario que por su tipología diferencia el hábitat de unos pueblos y otros, y que sirve de base para estudiar muchos otros aspectos de la cultura de un pueblo. Ahí se forja en cierto modo su concepto de identidad.
“Si hay una “identidad” hay que buscarla en el amor. Ni más, ni menos. Amor al país en que hemos nacido o vivido. Amar a sus montes, prados, bosques, amar a su idioma y sus costumbres, sin exclusivismos. Amor a sus grandes hombres y no sólo a un grupito de ellos. Amor también a los vecinos y a los que “no son como nosotros”. Lo demás, es decir, la coacción, el ordenancismo, la agresividad... ni es signo de “identidad”..., ni es vía para construir o reconstruir un país que pasa acaso por la mayor crisis de su Historia y que está muy desintegrado desde todos los puntos de vista... Y la única posibilidad de creer en unidades, identidades y cosas por el estilo es cultivar el amor” ("El laberinto vasco", 1984)Otro aspecto interesante es la introducción del "tiempo y el espacio" es decir, la historia de los pueblos, en el estudio antropológico, siguiendo las ideas de Kant, y todo ello consultando una diversidad de fuentes, no sólo recurriendo a las primarias, sino también a lo que llama la "historia chica", la vida de las masas en las ciudades y en el ámbito rural, los cambios que han sufrido y los que se inician con ellos.
Para Caro Baroja, todos ellos actúan en la Historia, no sólo los personajes ilustres que nos muestra la "historia grande". Aceptan y rechazan innovaciones, acatan o se resisten a las incursiones del Estado en sus vidas privadas y asuntos locales, participando en el proceso histórico como los jefes políticos, generales o grandes burócratas.
Además de leer algo de su obra, también tuve la suerte de acudir a alguna de las conferencias que impartió durante la década de los 80 del pasado siglo y recuerdo especialmente una que pronunció en el salón de actos de uno de los lugares que más me gustan de Madrid, el Ateneo y su preciosa biblioteca, donde pasé horas de estudio durante mis años de universidad.
La conferencia impartida el 14 de marzo de 1981 versaba sobre los Problemas actuales del pueblovasco: Introducción general. Las nuevas tecnologías nos permiten poder escuchar su voz y la conferencia en su integridad.
Animo a quien no lo haya hecho ya a adentrarse en su obra, seguro que algún tema de su interés podrá encontrar. Yo por mi parte, continuaré haciéndolo poco a poco. Y en este caso como en muchos otros, olvidémonos de leer sólo aquéllo que nos reafirme en lo que creemos y busquemos diferentes opiniones y visiones sobre lo que nos rodea.
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