Este año y por exigencias del calendario católico nos han tocado carnavales tempraneros. Una vez perdido el sentido religioso que han tenido durante los últimos siglos, como días de alegría y desenfreno antes del inicio de la cuaresma, podríamos determinar unas fechas fijas para su disfrute.
La cuaresma tal y como la hemos conocido hasta finales del siglo XX (hoy en día, como casi todas las fiestas, ha perdido su carácter religioso) comienza a practicarse durante el siglo IV. No es de extrañar que a esos días de oración, ayuno y limosna les precedieran unos de festín, gasto y alegría.
Liberados de todo este sentido, para la mayoría son unas fiestas divertidas donde dar rienda suelta a nuestra parte más desinhibida, que en el caso de Tolosa, afortunadamente, hemos vivido desde nuestra niñez. Como es sabido, pervivieron durante los oscuros años del franquismo bajo el eufemismo de Fiestas de Primavera.
Valga este preámbulo para decir que en Tolosa el carnaval ya carente de su sentido religioso primigenio, es un sentimiento que la mayoría de tolosarrak vivimos de una forma u otra, con más o menos implicación, pero siempre con un poso de satisfacción, estemos o no presentes en la fiesta.
Como ya llevo varios años reflejando mis iñauterik en este foro, no dejaré de hacerlo este año.
Como siempre, comenzamos el Jueves Gordo (Ostegun Gizena) o Lardero por otros lares. Los que ya dejamos la adolescencia atrás hace unos cuantas primaveras no tenemos costumbre de asistir al txupinazo (este año con castellers incluidos), entre otras razones porque nos pilla trabajando, y comenzamos la fiesta con la cena en las sociedades o bares del pueblo.
Alrededor de la Plaza de Toros, el ambiente ya deja sentirse desde el mediodía cuando nos acercamos a probar el primer pintxo de txistorra o chorizo del día, otra de las costumbres de la jornada.
Como siempre, espléndida cena en nuestra sociedad, Iurre, tras la que nos acercamos hasta el Beti-Alai, donde nuestros compañeros de la txaranga Kabila están ya con el café, para salir tocando por las calles de la Parte Vieja durante unas horas.
Es el único día del año en el que podemos mirar alrededor a las 5 de la madrugada y ver gente de nuestra generación y de algunas anteriores.
Hasta el domingo, descanso, y este año por razones que no vienen al caso, más obligado si cabe.
El domingo, Zaldunita, amanece uno de estos días primaverales con viento sur otoñal que nos está deparando este invierno atípico y que celebramos y aplaudimos en carnavales. Salimos nuevamente con la charanga de la sociedad, Iurre, tocando la Diana (conocida como la 1 del repertorio musical carnavalero tolosarra) por el barrio, lo que agradecen los vecinos todos los años saliendo a los balcones, ya que será la única txaranga que se acercará por estos lares durante el día.
Tras el preceptivo almuerzo, inmersión en el ambiente por San Francisco y la Parte Vieja, una vez atravesada la frontera catalana instalada en la Puerta de Castilla.
Vuelta a la sociedad para comer, sobremesa y nuevamente a tocar por las calles.
El lunes, Astelenita, vuelve a salir un día espectacular lo que anima aún más si cabe las calles y sobre todo, una suerte para las actuaciones carnavaleras de los grupos de tiempo libre.
Este año no hemos preparado nada especial y salimos tranquilamente a la hora del vermouth. Después de comer, visita obligada al Izkiña para bajar en kalejira con las txarangas a la salida de los toros.
Y el martes, Asteartita, este año, tras el fallecimiento del recordado amigo Joaquín Arratibel, me toca asumir la responsabilidad de portar capa y batuta de director del Kabila.
Como todos los años, empezamos temprano, a las 7 y media, para acercarnos desde la plaza Vieja hasta la de Toros para asistir al tradicional Toro del Aguardiente. Este año y sin que sirva de precedente, llegamos puntuales, aunque eso sí, detrás del resto de txarangas. Tradición kabileña.
A la hora del almuerzo, visita al Centro Gerontólogico Uzturre, sucesor de la que fuese Clínica San Cosme y San Damián. Otra tradición kabileña que hunde sus raíces en los 50, cuando al final del toro del aguardiente se soltaba una vaquilla en exclusiva para la charanga del Kabila (entonces no acudían todas las charangas como ahora al toro matutino de los martes) y hubo que acudir a visitar a algún accidentado a la citada clínica, lo que acabó convirtiéndose en tradición.
El tiempo aguantó hasta el mediodía, pero nuestras ganas y ánimo mantuvieron el nivel hasta las 9 de la noche, cuando acabamos la jornada. Día largo pero sarna con gusto, no pica.
Y para finalizar, hoy, Domingo de Piñata, nueva salida con el Kabila para homenajear a Pipar o Pipas, por sus 60 años con su bombardino con nuestra txaranga y un recuerdo especial para Joaquín Arratibel. Día entrañable, emotivo y alegre al mismo tiempo, que hemos celebrado con kalejira y poteo por la parte Vieja y posterior comida en el primer piso del Casino, que se ha alargado hasta bien entrada la tarde-noche.
Bonitos regalos los cuadros pintados por Iñaki Goikoetxea y excelente colofón a unos Carnavales cada año mejores. Gora Tolosako Iñauteriak!
La cuaresma tal y como la hemos conocido hasta finales del siglo XX (hoy en día, como casi todas las fiestas, ha perdido su carácter religioso) comienza a practicarse durante el siglo IV. No es de extrañar que a esos días de oración, ayuno y limosna les precedieran unos de festín, gasto y alegría.
Liberados de todo este sentido, para la mayoría son unas fiestas divertidas donde dar rienda suelta a nuestra parte más desinhibida, que en el caso de Tolosa, afortunadamente, hemos vivido desde nuestra niñez. Como es sabido, pervivieron durante los oscuros años del franquismo bajo el eufemismo de Fiestas de Primavera.
Valga este preámbulo para decir que en Tolosa el carnaval ya carente de su sentido religioso primigenio, es un sentimiento que la mayoría de tolosarrak vivimos de una forma u otra, con más o menos implicación, pero siempre con un poso de satisfacción, estemos o no presentes en la fiesta.
Como ya llevo varios años reflejando mis iñauterik en este foro, no dejaré de hacerlo este año.
Como siempre, comenzamos el Jueves Gordo (Ostegun Gizena) o Lardero por otros lares. Los que ya dejamos la adolescencia atrás hace unos cuantas primaveras no tenemos costumbre de asistir al txupinazo (este año con castellers incluidos), entre otras razones porque nos pilla trabajando, y comenzamos la fiesta con la cena en las sociedades o bares del pueblo.
Fuente: www.noticiasdenavarra.com |
Como siempre, espléndida cena en nuestra sociedad, Iurre, tras la que nos acercamos hasta el Beti-Alai, donde nuestros compañeros de la txaranga Kabila están ya con el café, para salir tocando por las calles de la Parte Vieja durante unas horas.
Hasta el domingo, descanso, y este año por razones que no vienen al caso, más obligado si cabe.
El domingo, Zaldunita, amanece uno de estos días primaverales con viento sur otoñal que nos está deparando este invierno atípico y que celebramos y aplaudimos en carnavales. Salimos nuevamente con la charanga de la sociedad, Iurre, tocando la Diana (conocida como la 1 del repertorio musical carnavalero tolosarra) por el barrio, lo que agradecen los vecinos todos los años saliendo a los balcones, ya que será la única txaranga que se acercará por estos lares durante el día.
Tras el preceptivo almuerzo, inmersión en el ambiente por San Francisco y la Parte Vieja, una vez atravesada la frontera catalana instalada en la Puerta de Castilla.
Vuelta a la sociedad para comer, sobremesa y nuevamente a tocar por las calles.
El lunes, Astelenita, vuelve a salir un día espectacular lo que anima aún más si cabe las calles y sobre todo, una suerte para las actuaciones carnavaleras de los grupos de tiempo libre.
Este año no hemos preparado nada especial y salimos tranquilamente a la hora del vermouth. Después de comer, visita obligada al Izkiña para bajar en kalejira con las txarangas a la salida de los toros.
Y el martes, Asteartita, este año, tras el fallecimiento del recordado amigo Joaquín Arratibel, me toca asumir la responsabilidad de portar capa y batuta de director del Kabila.
Como todos los años, empezamos temprano, a las 7 y media, para acercarnos desde la plaza Vieja hasta la de Toros para asistir al tradicional Toro del Aguardiente. Este año y sin que sirva de precedente, llegamos puntuales, aunque eso sí, detrás del resto de txarangas. Tradición kabileña.
A la hora del almuerzo, visita al Centro Gerontólogico Uzturre, sucesor de la que fuese Clínica San Cosme y San Damián. Otra tradición kabileña que hunde sus raíces en los 50, cuando al final del toro del aguardiente se soltaba una vaquilla en exclusiva para la charanga del Kabila (entonces no acudían todas las charangas como ahora al toro matutino de los martes) y hubo que acudir a visitar a algún accidentado a la citada clínica, lo que acabó convirtiéndose en tradición.
El tiempo aguantó hasta el mediodía, pero nuestras ganas y ánimo mantuvieron el nivel hasta las 9 de la noche, cuando acabamos la jornada. Día largo pero sarna con gusto, no pica.
Y para finalizar, hoy, Domingo de Piñata, nueva salida con el Kabila para homenajear a Pipar o Pipas, por sus 60 años con su bombardino con nuestra txaranga y un recuerdo especial para Joaquín Arratibel. Día entrañable, emotivo y alegre al mismo tiempo, que hemos celebrado con kalejira y poteo por la parte Vieja y posterior comida en el primer piso del Casino, que se ha alargado hasta bien entrada la tarde-noche.
Bonitos regalos los cuadros pintados por Iñaki Goikoetxea y excelente colofón a unos Carnavales cada año mejores. Gora Tolosako Iñauteriak!
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